La historia se repite

Cuando Quimi Portet era mas joven que ahora, se dormía en todas partes. Ni su condición de rockero con trabajo diario de horario nocturno, consiguió nunca doblegarle su disposición al día. Tu dices Quimi Portet y lo primero que me viene a la cabeza, es un muchacho durmiendo en los mullidos sillons del Magic, mientras su colega, Manolo García, se arrimaba al palo de billar junto al Inspector Pectol, el Mago, el Manzanita, el Alberto y el Rocky haciendo de las suyas.


"La vida se vive de día", te decían de niño, pero la juventud busca la noche con el delirio de eternizarse en la oscuridad que exalta las emociones y te deja fuera de la realidad si te empecinas en ello. Pero este es otro asunto...

Por ser madre de una mujer de veinte años, y amiga de mujeres y hombres de la misma edad de mi hija, estoy en contacto con el mundo joven. A veces los busco y otras los huyo, pero el contacto existe y la historia se repite. En otro contexto, en distintas circunstancias, con mejores o peores afanes, pero la historia se repite.

En el coro de juventud donde me balanceo ( sería mas adecuado decir que son ellos quienes me balancean a mí) hay un Quimi Portet que duerme de noche, dos Rockys que acabarán con sus huesos en la cárcel, un gitano con talento, un trabajador incansable y pertinaz como Manolo García, un seductor como Alberto, un Mago que las lía y las vuelve locas y un Inspector Pectol al que abrazarse.

Hablo de mi experiencia, pero podrías decirlo tu y ver como también se repite tu gente en la gente.

Todo lo que la vida tiene de imprevisible, lo tiene de su contrario. El misterio es el camino que va de un adjetivo a otro y ver que serán capaces de sembrar estos nuevos jóvenes, estereotipados desde hace miles y miles de décadas.

La edad adulta te brinda la ocasión de poder prever sin errar mucho, siempre y cuando tengas presente que es precisamente el error el padre de la ocasión que te permite prever.

Y luego está la criba: Pasan por tu vida un millón de vidas que decían A y a mitad de vida; del millón de vidas que decían A, sólo quedan cinco que lo siguen gritando.

Entre los jóvenes de mi entorno, -en el que todos aullan la A-, podría nombrar, sin temor a equivocarme ( y justo por eso) el nombre y los apellidos de más de cuatro que no dirán A en su edad adulta. Pero no lo digo, porque mientras dicen A, mientras lo sienten o creen sentirlo y lo comparten, están colaborando a engrosar el grupo de quién dice A y encima dan razones a los que se quedarán, a mitad de su vida con la boca entornada, gritando siempre por lo mismo, con una suerte de coherencia que es un gozo y a veces también es muy dolorosa.

Desde aquí celebro que Quimi Portet no haya podido sucumbir nunca a sus horarios de gallo de la aurora, por poner un ejemplo, donde los ejemplos se repiten muy poco. ¿Cada vez menos?

1 comentario:

cabezapie dijo...

"Pasan por tu vida un millón de vidas que decían A y a mitad de vida; del millón de vidas que decían A, sólo quedan cinco que lo siguen gritando".
Amb el teu permís, m’emporto aquesta frase teva al Facebook.
(Tornaré per més)