Niñas y Tribunales




Cuando Clara, -la hija del maestro Gato Pérez-, era pequeña, odiaba con todas sus fuerzas a una supuesta mujer llamada Emi, que de vez en cuando llamaba por teléfono a su casa para romper la armonía familiar. Cuando fue un poco mas mayor, Clara recordaba la cara de gravedad que se lo ponía a Helena, su madre, cuando cogía el teléfono y le decía al Gato: "Ponte, es la Emi."
"Llegué a ponerle rostro" a la tal Emi, me contaba la Clareta, que al sumar años para comprender, supo que la Emi no era una mujer malvada, si no una multinacional discográfica.
La niña se quedó mas descansada y en un tris se le pasó aquella animadversión hacia a la Emi.
Hoy he rememorado la anécdota, que viene de veinte años atrás, de cuando las Pérez Montero´s y las Bonet´s partimos en dos una casa del Eixample.
Hay gente que exista o no exista, les conozcas o no, te dan mal rollo. El mal rollo es el resultado esta gente te genera a ti o a alguien a quién quieres.
Algo parecido a lo que que le pasaba a Clara con la Emi, a mí me pasaba de niña con los jueces. Así, en general.
Oía la palabra juez, o veía un juez en una película y me daba un temblor. Razones, tenía. Primero fue por el rollo del Catecismo: "Dios es un juez implacable. Dios te vé aún cuando te escondes. Dios te juzga todo el rato." Tanta invasión me daba pavor.
Mi abuela; la heavy metal, también usaba mucho ( o me lo parecía) la palabra juez: "Que Dios lo juzgue y le tenga en su gloria", decía cuando alguien la palmaba.
Esta frase me parecía la contradicción mas grandiosa del mundo. En mis pensamientos infantiles, juzgar, no era repartir responsabilidades o dar premios a quién los merecía, si no fulminar. Confundía juez por acabóse.
Esto se me fue agrandando con las experiencias: "Mamá, Papá ¿Al final quién dijo que tenían que matar al abuelo?" La respuesta era: "Un juez".
Por no hablar de la película "Doce hombres sin piedad", que también vi siendo muy chica. La peli es sublime, pero esto lo entendí mas tarde. En mi primer pase sólo me quedé con una pregunta: "¿Cómo se atreven a juzgar a alguien estos tipos locos? " que acompañé de la siguiente deducción en voz alta: "Si no es porque les han hecho una película, estos tíos mandan a ejecutar al condenado. Fijo." lo cual provocó la risa de mis padres. Los padres; los jueces.
Toda esta introducción era para deciros que hoy día, la figura del juez, de los jueces, se me vuelve a aparecer, casi, casi, como aquellos personajes de antaño. Como la Emi de la Clara Pérez.
Siendo mas joven conocí a un chaval de mi misma edad de entonces; dicharachero y buena gente, que opositaba para juez. El día que le conté como se preparaban los chutes los yonquies, se quedó consternado: "Anda ¿Así que van siempre con una cuchara encima?"
Vale, me he ido un poco, pero solo quería decir que aquel chico era un pipiolo. Mientras él estudiaba, la vida le pasaba corriendo por los lados.
Con el fallo del Tribunal de la Estultícia fascista sobre el juez ( antes de la indignidad que le hicieron y NOS hicieron a todos a través suyo, éste nunca me dio miedo, aunque también tuve mis dudas) Baltasar Garzón, volvieron a visitarme los delirios infantiles, que han acabado por venirse a vivir conmigo con el fallo sobre el Estatut que ha realizado el Tribunal de la Franquicia, por no hablar de muchos casos próximos y sobre hechos mas cotidianos, o de TANTISIMIMOS casos de masacre colectiva en los que ningún Tribunal del Bienestar Internacional se moja.
Me da, que la mayor parte de los actuales jueces de los Tribunales de la Estulticia, de la Franquicia, o del Pontificado del Odio Perenne, no están ni comprometidos (grandes hijos de su madre, habrá, claro) pero mas bien se dan a la voz imperante del retroceso para poder burlar cucharillas quemadas a su paso, pensando en lo graciosas que son las vecinas que tiran el ajuar por la ventana.
El silencio de los ciudadanos indiferentes, abona mas la figura del juez indiferente y peligrosísimo, que entre decir blanco o negro, canta la canción del legionario para garantizarse un sueldo y un "orden" de por vida.
Buenos y comprometidos también los hay (aclaro y conozco) pero un piar no hace una sentencia consensuada.
Para ser juez, como para todo, hay que vivir: "Tirarse al lodo o tirarse de un avión; pero vivir, comprometerse con algo."
Todo lo que nos llega ultimamente de ellos, es muy feo, pero que muy feo. Y yo no me creo que en la calle, entre la gente, haya tanto, tantísimo odio y tanta maldad como ellos sentencian.
Los hijos del grandioso fascio y los indiferentes peligrosos van pillan terreno, cámara y micro. Nos toca volver a aprender ( y volver, volver) a no contrarrestar con odio, el odio que nos proponen, de lo contrario, el mundo, se llenará de "Emis" malvadas y "jueces" del acabóse y parecerá que no hayamos adelantado nada, que todo fue un sueño, y que nos quedamos ahí, en la fase anal, comiendo mierda. Como ellos.

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