Crisis y romanticismo


Me cuenta que estaban en la cama y pasó un ángel. Los dos se quedaron callados. Me cuenta esto y poco mas con la intención de que escriba su historia en mi blog. Dice que así él lo leerá, se sentirá identificado y le dará que pensar. Mi auto estima crece de pronto, me recorre el espinazo, da un giro de cabeza, pone su cara delante de la mía y me dice: que boba eres, te lo crees todo.
Con nada que le digan se me pone chula, la pobre auto estima. Lo que es cierto es que ha llegado el otoño y se nota. Yo lo noto. Las farmacias también. No se si tu. Mi amigo; el que estaba en la cama con su chico cuando paso el ángel, que también amigo mío y encima me lee el blog, parece ser que también lo nota, si no, no me hubiera citado en un bar con una petición tan tonta.
Él es un hombre de letras, un neo-romántico (¿cuantos neos habría que aplicar, hoy en día, al primer romanticismo de la historia? ) muy culto , de esos que no saben si lloran con sus lágrimas o con las lágrimas de su personaje y todo el rato se hace unos líos muy eruditos que concluye con una frase de Coleridge o aparea al aislamiento en el que vivió Mercè Rodorèda sus últimos años.
Su chico, en cambio, es de verdad prosaica, amapola, virus y polvo del camino. Hace unos años se pegaban unas bullas verbales sobre la estética del ser y el estar en la tierra que para qué. Cuando me invitaban a cenar a su casa podíamos ver amanecer, estéticamente ojerosos, medio afónicos y riendo por cualquier cosa. Propiciaban aquella felicidad pre- fase REM que todos hemos tenido en encuentros con amigos que se deleita cuando al fin callas y te sientes un despojo al alba, pero un despojo bello, con poses de indolencia sin pretensiones, de juventud avanzada y muy viva.
Le dije a mi amigo que deberíamos volver a aquellas noches de sábado que duraban desde el viernes hasta
el domingo por la noche, teniendo como escenario una casa de muñecas, su segunda residencia. Me dijo que la casa la han vendido, citó a no se quién y se auto corrigió: la casa está en venta. Añadió: No hay dios que la compre.
A partir de aquí, nuestra conversación fue toda cuesta abajo. Mucha injusticia que afecta a los lingüistas, a los panaderos y a los lecheros. Todo caso singular ligado a la indignidad laboral, fruto de esta maldita crisis, aumenta el plural a categoría de gran obscenidad.
Sabemos que no necesitamos la casa de muñecas para hacer sábado de domingo, podemos carecer de todo, incluso de los cubiertos. Podemos meter la mano en el asado y dividir las partes con un golpe seco en el hueso. Podemos...
Mi neo-romántico ya no me atendía, se había quedado quieto detrás de su mirada y entonces, para dulcificar, saqué a colación el motivo del encuentro ¿Qué quieres que escriba en el blog para hacer recapacitar a tu chico? El neo citó a Huidobro, le reprochó no se qué carencia en su poesía y me dijo: Pero, boba, aquello te lo dije para que vinierasr te lo crees todo. No conseguí cargarle la pila de la sonrisa, así que seguí, pensando que saltar del horror al amor es liberador en si mismo: "Este es el problema", dijo, sin citar a nadie.
¿Este es el problema? -pregunté yo alzando un poco la voz- ¿Te tiene que vender los libros para poder comer y el amor es tu gran problema?
Me respondió que sí, que él sin amor no era nada. Estuve apunto de hacerle los coros porque tal cual lo dijo, tal cual es la canción de gran éxito de Amaral, pero me reprimí porqué sentí que lo que decía lo decía desde muy adentro. El tema era serio. Era serio para él. Desde que empezó el estrago de la crisis. tanto mi amigo neo, como mi amigo prosaico, sufren de impotencia. Le dí las culpas a Otoño. Me habló del cambio climático de la indignidad y las cien mil manifestaciones psicosomáticas de la incertidumbre. Y fue entonces, cuando él ya estaba muy vacío, que me vacié yo, para acabar los dos, muy ojerosos esta mañana de sábado, sentados en las escaleras de la Santa María del Mar, dispuestos a romper el hueso del asado con las manos, como si a Otoño le hubiera nacido un motorcito, una pequeña primavera: Que Flaubert ya hubiera querido para él, pobre depresivo...



1 comentario:

Viviane Vives dijo...

O si no acabas en las antipodas, que son como los ochenta aqui, como una segunda oportunidad en una realidad paralela, eso si con cubiertos:-0