
A esta mujer que pintó la gran,
grandiosa, inmensa, pintora
Maruja Mallo, siempre le surgen espigas de trigo en las puntas de los dedos. Ni el más grande milagro ni el peor ardid de un mero
photoshop podrían quitar estas espigas que surgen, asoman y asombran.
En la medida que puedo comprender y fantasear, el trigo y el mar simbolizan el principio de la vida, el alimento. Panes y peces. La vieja historia cristiana cayó, pero no sobre mí iracunda, si no como un cuento de hadas, o mejor dicho, de malos y buenos. Gente enfadada o derrochadora capaz de cualquier cosa, tanto en su ira como en su generosidad.
De medias tintas nada.
No había matices en aquellas historias ni en sus moralejas. El trigo de la Mallo también es cristiano, por mucho que
Maruja se rebelara y dijera
fin y atea y arrease contra dios.
Una chica de
Viveiro, en
Lugo, mamó cristianismo desde la placenta ( por no anticipar otros lugares) y al pintarlo le salió la mirada asombrada de la mujer sorprendida, que era su misma mirada pero azul.
Maruja Mallo también era ingenua y totalitaria.
Por mucho menos he amado, pero ya no.
1 comentario:
me alegra que te guste, ya ire haciendole cositas cuando ande un poco menos agobiada...
de momento mudanza a la vista, cambio total y curro pendiente de un hilo. necesitaré curro urgente bonet, si sabes de algo, te lo agradeceré...
estaría bien vernos y animarnos.
mua
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