
Defiéndenos de la propiedad a ultranza.
De la propiedad de países.
De la propiedad de cosas golosas como petróleo o gas.
O de querer todos los chocolates Lindt.
De la propiedad de países.
De la propiedad de cosas golosas como petróleo o gas.
O de querer todos los chocolates Lindt.
Dinos donde está el límite, el fínisimo y escurridizo límite que hay entre defender lo de uno y no dejarse pisar, y así no deberemos tener que acabar pidiendo independencia, ni armas, ni guillotinas.
Que desciendan las megalomanías y se conviertan en árboles a ras de autopistas.
El mundo, este mundo tan avanzado ( es un decir) sigue viviendo entre el blanco y el negro de las sentimientos más atávicos: arranca las simientes castradoras, Rita, va, hazte civil y sé guapa y modelo y guarda a los lectores y escritores de blogs desde el mundo real.
Vente con nosotros.
Vente con nosotros.
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