ANIVERSARIO CARLOS SEGARRA

El sábado pasado, Carlos Segarra celebró sus treinta años de tocar rocanroll en los escenarios. He echado cuentas y me parece que son más, pero no voy a contravenir su aniversario, al que me sumo con fuego para las velas del pastel.

Cuando digo que me parece que son más de treinta los años que hace que Carlos anda y arde por estos escenarios de dios, me refiero a que Carlos siempre ha estado ahí. Desde el primer día que le dejaron salir solito a la calle siempre ha sido rockanroll, siempre ha buscado la manera de hacerlo.

A medida que se cumplen años, mucha gente flipa y dice cosas de verguenza ajena: A los siete años me compré mi primer disco de los Beatles. A los cinco ya leí la Divina Comedia. Lo dicen como si la precocidad en si misma otorgara pedigrí . Y no es pedigrí lo que dá la precocidad ( léase Carlos Segarra) sino más vida, más experiencia.

La que tiene el hombre de los sombreros y las botas de punta de cuando nadie llevaba sombreros ni botas de punta más que en las novelas y el cine.

Carlos Segarra sí fué precoz. Muy precoz y muy procaz.

En Barcelona no éramos tanto los de aquella generación, de modo que nos conocimos todos desde muy chicos. Y todavía hoy me pregunto porqué no nos dieron un par de cachetes y nos mandaron a dormir sin postre a todos: "Anda, todos a las celdas de Vía Laietana ya acallar!" que también conocimos.

La procazidad es chirriante y mucho más si todo el rato dices rockanroll donde sólo se había dicho fusión, música experimental, sardana escarmentada y cantautores (con todos los respetos y a cada uno lo suyo)

Con quince años Carlos Segarra iba al lado de Loquillo, -que tendría catorce y durante un tiempo fué su manager-, asaltando las redacciones de las revistas, la tienda de Gay& Company en la calle Hospital y hasta todo el Corte Inglés de la Plaza Catalunya, cuando a los grandes almacenes se les ocurrió montar una campaña de moda rock ´n´roll, y los dos muchachos y otros más ( hubo una súbita reproducción, tal la de los panes y los peces, pero con tupé y por indignación espontánea) acudieron a la planta quinta/ planta joven, asolando todo lo que se encontraron a su paso. Sus nombres salieron en la prensa y en las fichas policiales, pero eso no era lo importante.

Lo importante, lo definitivo, era que poco a poco hacían buena música.

Carlos ha escrito verdaderas joyas del rock.

Muchos años más tarde, de vuelta de Menphis, donde grabó con sus Rebeldes, era una estrella encendida de pasión. Había alcanzado su sueño. Un sueño que entonces ya soñaban muchos más muchachos y muchachas.

En el concierto del sábado, en el de su celebración, al que no asistí, Carlos Segarra dijo: "Sólo hay dos tipos que no necesitan apellido: Elvis y Loquillo". Cuando lo leí en la prensa se me puso la carne de piel de gallina. Siento que esta frase, lo definitivo, contundente, exagerado y siempre veraz de esta frase, -lanzada por Carlos Segarra desde el escenario al presentar al Loco-, dá buena cuenta de qué cosas exalta "su" rock and roll , que es el mismo de Eddie Cochran y la mafia de Sinatra, pasado por la subjetividad de Barcelona.

Piel de gallina a pesar de que Loquillo y yo nos enfadamos cada cinco años y nos desenfadamos cada otros tantos, desde que nos conocimos cuando era manager de Carlos Segarra, y hasta el día de hoy.

Haber crecido entre hombres de tanto calibre y tantísimo rock and roll, a veces te hace posicionarte, no mostrando la más larga (que esto ni ellos) si no la más definitiva y concluyente, lo que te hace acumular sentencias y distancias, sin riesgo de perder la lealtad.

Y encima me gusta mucho lo que hacen. Me gusta la música de Segarra y la de Loquillo. Su rock and roll es mi rock and roll. Y haber sentido como Barcelona y Cataluña entera se nos ponían de culo. Daban de culo al rock. Y tantísimas otras cosas que marcan las biografías, desde la calle Pelayo con brillantina en el 77, hasta el día de hoy. O hasta el sábado pasado en que el hombre más apasionado del mundo, el león Segarra, cumplió años en la escena. Y con él otros. Yo también, aunque no estuve áhí para estamparle un beso.

Me lo perdí. Y a Loquillo, a Aurelio Morata, a Moisés Sorolla y a Dani Nel.lo, al que siempre ponían un poquito lejos en la foto, porqué era el más joven y el más sexy. Que tamaño bellezón no nos eclipse a todas las chatis: debían pensar.

Y me perdí a Elvis, que también estuvo ahí.

1 comentario:

albertus dijo...

Don Carlos Segarra es un auténtico caballero del Rock'n'roll. Un músico.