Somos lo que decimos

Esta mañana he ído a por el periódico (¿era Umbral que empezaba así sus artículos?) y me he encontrado una Plaça Eivissa exultante, llena de gente, llena de niños vestidos de marinero y niñas con volantes. Todos iban vestidos de fiesta y se hacían fotos. Inmediatamente he reconocido a una vecina y me he aproximado a felicitarla. Le he dicho que estaba muy guapa, porque a pesar de los satenes demasiado brillantes y una faja rosa de huir despavorida, ella estaba radiante, y por tanto, guapa. Me ha dado las gracias y me ha invitado a golosinas, Al verme, la madre se ha acercado. Ha oído lo que decía a su hija. Y también lo que su hija me decía. Nada más entrar en acción, la madre se ha encarado a la pequeña y le ha espetado: "¿Qué se dice?" La niña y yo, al unisono, le hemos dicho que ya nos habíamos agradecido lo que teníamos que agradecernos. Pero la madre ha seguido: "Ummmm ¿guapa? Sí, sí, guapa si que lo es, pero tiene un carácter!!! Vaya trasto. Esta misma mañana, nada mas levantarse..." Un movimiento se demuestra en tres fases. En este caso me he servido de una sola. Me he largado aduciendo que cerraban el kiosko ( eran las diez de la mañana!!!) Acto seguido, y habiendo vivido lo vivido, he hecho acto de contricción. Me he preguntado si yo también hago estas cosas, o si las hacía cuando mi hija era pequeña. Y me he acordado que cuando Júlia era pequeña, si alguien me decía que me parecía a ella, yo enseguida espetaba: "No, que va! " Lo decía porque me parecía infinitamente mas guapa que yo, pero a veces, mi vehemencia, tenía el efecto contrario. Recuerdo que una vez, una psiquiatra de profesión ( no de mis entresijos) respondío a mi: "No que vá, no se parece a mí..." con un: "Bueno, si te molesta tanto, diremos que no." El doble salto mortal de entendimiento lo hizo una psiquiatra en su vida civil, y desde entonces, cada vez que me decían que la niña y yo nos parecíamos, decía "vale, sí, sí". O me echaba a cantar: "Alta y delgada como su madre, morena (sic) saladaaaaaaaaaa..." Somos lo que pensamos y somos lo que decimos. El episodio me ha recordado a mi abuela, la heavy metal. Cuando yo era niña, y siempre que alguien me decía que era guapa, ella respondía: "Pero es un bicho". Como si una cosa fuera excluyente de la otra. Un día, ya harta de su coletilla, cuando una de mis tías celebró con palabras mi lustroso aspecto infantil, y mi abuela dijo: "Pero es un bicho", me atreví a responder: "Tú, también." Paso de informar sobre el desenlace del episodio, pero mi presunta impertinencia marcó un antes y un después en la relación con mi abuelita, así como el inicio a mi afición por la música metálica. Me temo que mi vecinita de la comunión, superará con creces los decibelios de los Megadeth todos. Al tiempo. Os seguiré informando.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pero hay gente que dice ser lo que no es