Tocan a fuego!!!

La Segarra, foto de Vivianne Vives.

Bajo la amenaza de fuego, la gente del pueblo no para de entrar y salir de las casas. Se hace un silencio reverencial, no fuera que las palabras se confundieran con un crepitar que se intuye a lo lejos. De repente una anciana grita y maldice al cielo. Los más jóvenes la hacen callar: "Vete a casa y reza, no son horas de lamentarse."

La anciana vuelve a increparles: "No os quedéis quietos. Id a los campos y a los bosques, la tierra os necesita. Vuestros pasos la tranquilizan."

Este año, en otra comarca, han muerto cuatro hombres jóvenes. Cuatro hombres árbol, cuatro hombres titanes, muchisimos más fuertes, ágiles y listos que las viejas encinas. ¿Dónde iremos a parar?

Los hombres y las mujeres del pueblo sienten que podían haber sido sus hijos. El dolor es una bestia muy grande.

"Parecéis los señoritos de Barcelona, que lo miran por la televisión". La anciana ha vuelto a salir de su casa para lanzar un dardo al grupo de personas apostadas en círculo en mitad de la plaza, silentes. Ya no la oyen.

De repente alguien hace una señal y el círculo de gente se dispersa. Unos suben a un tractor donde han cargado una gran cisterna. Otros se suben a los coches, mientras una mujer atraviesa la plaza corriendo como un hurón.

Ha abierto la doble cancela de la puerta de la Iglesia y ahora hace tañir las campanas: "

!!!Tocan a fuego!!!" gritan los que no sabían nada. El eco es cada vez mayor. Tocan a fuego.

En el bar, un turista que está haciendo el vermut dice que todo aquello le parece muy original y pregunta en voz alta, dirigiéndose a la mesa de ancianos que hoy no juegan a la butifarra, que camino hay que tomar para verlo. Todos callan y le dan la espalda, pero uno de ellos, que apenas puede levantarse de la silla sin ayuda de bastón, le agarra la camisa a la altura del cuello y colocando su rostro a ras del suyo, le dice: "Si te mueves de aquí te romperé la cabeza".