PONER UN SOL SOBRE UNA PENA

Imagen: La bruja Eva Catalán.
Dentro de unos días volveremos al curro, a la tensión sin tedio posible, ni ocio, ni siesta, y deberemos sentirnos afortunados de tener qué hacer. Yo escribiré sobre rock and roll stars para unos editores muy chulos, José saltará al andamio, Xarim hará canciones y mi vecina me llamará al timbre para saber si la han aceptado para participar en El Juego de Tu Vida, aquél programa venenoso que las brujas buenas exorcitan.
Mi vecina lleva una docena de años en España, está esperando que le digan el día y la hora en los que podrá volver a su país, acogida al régimen de retorno voluntario, pero necesita dinero. No quiere llegar ahí con la manos vacías. Ya tiene el corazón roto. A los pobres se les puede coser un roto con billetes de euros, pero el descosido sólo lo cose la vida y la dignidad.
Mi vecina es digna y anda como si lo fuera. Vive con un hombre catalán al que quiere mucho, más joven que ella y muy atento. La casa es de su suegro, que tiene un montón de años y va como un pincel detrás de las señoras, oliendo a Varón Dandy y recitando lo que de Lorca y Darío se sabe de memoria.
La gente del barrio le tiene por galán, pero en casa dice: "Negra ¿porqué le has puesto tanta sal a la comida? "Negra, págame tu parte del mes" o "Mierda de negra que mal limpias y no le digas nada de eso a mi hijo".
Como sea que fuere que hace doce años que la negra calla, nunca le ha dicho a su esposo el motivo por el que no se habla con su suegro. Fue después de una tarde en que se quedaron a solas y el viejo intentó manosearle el culo, cuando ella le clavó una buena bofetada y ahí nomás: "Ahí nomás dejamos de hablarnos delante de mi marido, pero si quedamos a sola, negra por ahí, negra por allá. Y yo, viejo sarnoso."
Le ha dicho al viejo que debe acompañarla a un concurso, que le dará una parte de la plata. Y el viejo dice que vale. El marido también. El marido sabe que sin ella la pasará muy mal, pero entiende que se vaya. La esperan sus hijos. Él irá cuando muera el viejo. Tiene que atender a su padre.
El morbo que el programa requiere, la negra lo lleva en su historia. Desenmascará al padre y dolerá a su esposo. Lo último le sabe mal, pero la plata es la plata y "ahí están mis seis hijos esperándome, muchos casados, doce años sin verme, qué quieres que te cuente..."
Me llamará al timbre y le diré que no puedo hacer nada, que espere que la llamen, que estas cosas son largas. Y volveré a preguntar por su marido. le mentaré la dignidad, la suya, la de su marido, el amor...
Ella se pondrá a llorar: "Si es que por él yo no lo haría. Sé que va a sufrir, va a sufrir mucho, pero el amor es así. Hagas lo que hagas, cuando una pareja rompe, uno de los dos es el "aprovechao". A mi hijos no les da de comer mi amor hacia este hombre, mijita. He de pagarlo caro, cuando eres desleal te persiguen las brujas, pero no puedo poner un sol sobre la pena de hambre..."

1 comentario:

la víbora dijo...

ex-vecindario que recuerdo con todo detalle.... menuda historia la de los bajos, los de la selva, el viejo que da limones y el hijo que quiere que le arreglen el ordenador.... y la negra, la negra siempre parriba y pabajo con el limonero y el pc.....

muá