CURSI

Imagen de Catalina Estrada pillada a la exposición on-line de Radio Pica.
Hay que ver como cambian las modas y cuantos cervatillos de trazo orgánica, redondos como un dinero, hemos ido abandonando al paso del tiempo; escupiendo, ultrajando, para siempre volver.
Se conoce que hay gente que parte de muchos puntos de vista para bien entender las cosas. Yo no soy esa. Yo pillé un punto de vista que se me avino y lo guardo como oro en paño. Lo reeduco, sí. Además, el punto es amplio, de piernas, oídos y brazos abiertos a según qué, pero uno solo.
Desde que Ferrándiz me ayudó a crearme un gusto mas que dudoso, he pasado por muchas etapas estéticas, pero nunca he hecho un feo a cervatillo ninguno, lo cual ha avivado en alguna ocasión, el tema de mi reputación (la rima es casualidad)
Pero eso no nos importa, ni al punto de vista ni a mí, que por lo que a gustos, opiniones y reputaciones se refiere, campamos a nuestras anchas. Lo que a veces me cabrea ( el punto de vista ya ha pasado a ser mío e indisoluble) es que de vez en cuando, -y nunca por el cervatillo ( que sería una buena razón) si no por algo tran prosaico como el signo zodiacal al que pertenezco-, me llamen cursi.
Hay quién se lo cree todo, hasta que Bambi no desarrolló una buena vida sexual a consecuencia de su trauma. Las bobadas se suman a personas que parecen tener punto de vista propio. Las bobadas también se me suman, pero no hasta el extremo de llamar gilipollas a alguien, porqué nació ( es un suponer) en Toledo bajo el influjo de la luna nueva.
Y pasa que si alguien que me gusta me llama cursi por ser Piscis y no Tapa de Chipirones, me cabreo. No por el cursi, si no porque me lo dice alguien a quien suponía un punto de vista propio. Un alguien, que en el caso que expongo, ha puesto la guinda de su discurso zodiacal, al decirme,- escupiéndome sin ultrajarme-, que no tiene ( y mantiene) un solo punto de vista sobre las cosas, si no muchos, muchísimos, para bien entenderlas.
No le he hablado del arte actual ni de los cervatillos renovados, porque me he largado rauda del café tomado de pie en la barra de un bar, pero al darme el aire, he tenido la firme sensación que la persona de la que os hablo, es de aquellas que se ha pasado media vida matando cervatillos, para volver a adoptarlos ahora, en aras de una moda ( me gusta, sí) a todas luces, cursi.

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