Luz Casal, Marianne Faithfull, Ginger Coyote y Ovídio


Ilustración pillada del álbum de Ginger Coyote. Es tan extremadamente poco punk, tan poco Coyote, tan poco Ginger, que se le parece un montón.
Lo que decía Ovidio: "Todo viene del huevo", lo remataba aquella película infame de nuestras infancias televisivas que llevaba por título "Del rosa al amarillo" y narraba las visicitudes de unos niños sin abuelos, de unos padres sin hijos y del "descalabramiento" familiar, según lo entendían los bienpensantes de entonces, que como todos los bienpensantes confunden el bien con el pensar y quieren ser papás de todo el mundo.
Joder, tanta educación, y al final los más educados somos nosotros, los de la camada crítica. Tampoco es como para saltar de alegría, pero los valores y los balones; yo, no los he visto más grandes ( ni tampoco más hundidos, más deshinchados) que mirando de cerca.
A larga distancia se ven las cosas de gran envergadura, o no se vé nada, absolutamente nada, ni el nombre de la calle que transitas.
Cada día más mayor y más obediente: Me permito.
Creédme que cuando hago tales afirmaciones no me gusto; y tal es la complejidad y la perversión mental ( mea) que lo dejo. Hoy he venido a escribir autónoma, pero nunca me desligo, nunca lo consigo, nunca me deshago; en vertical, nunca. Sólo la música lo consigue.
Yo no sé si sabéis, -como yo bien se y me emociona mucho-, que a Luz casal le dieron la Medalla de las Artes en el París de las Francias, y que hizo dos conciertazos, con ministros y gentes del Coliseo y público normal ( cómo tú yo) y Jane Birkin y Marianne Faitfhull sentadas en los asientos del teatro; flipándolo, que dice mi niña.
Hago especial mención a las dos damas del público por razones obvias ( dime de donde vienes y te diré que público te mola) Y de entre las dos, hago mención y subrayo el hecho de que la Faitfhull estuviera flipando  un concierto de Luz, que acabó con diez minutos ( DIEZ!!!) de ovación. Todo el mundo en pie, incluída la Marianne.
Luz ha cerrado un círculo sobre si misma, -y al hacerlo, al recibir las gracias y las buenas nuevas de parte de su público, hace pocos días en París ( Marianne again)  consiguíó  lo que sólo ella ha conseguido, y yo y todos los que la queremos y la admiramos-, por el placer de haberla conocido.
 Es cómo si el motor se vuelve combustible. O al revés. Es darle un buen sentido a la vida. Alcanzar a rozar la orilla de su Ítaca y volver para seguir andando.
La fechoría de Luz ( de su voz, de su entrega, de la solfa, la magia y el solfón) con Marianne Faitfhull flipándolo, sería como lo de la punk Ginger Coyote al colgar una ilustración de conejitos podencos en su muro de cuero negro, negro.
Todo es circular y une. La inmensidad no es nunca horizontal, -sólo la muerte hace que lo parezca, por que por un momento hay que recrear las cosas para que vuelvan a tener algún sentido.
Ya luego, todo se compone;  la música no cesa, los conejos crecen, los colores son y el amor puede con todo. En lo último, está conmigo Saramago.