fiestas felices


Navidad; fiestas de las camadas. Hablando, hablando, rememorando, rememorando, mi madre ha vuelto a contarnos que su abuela siempre leía el mismo libro; uno de la aparición de la Virgen de Fátima. Lo acababa y vuelta a empezar. Dale que te pego. No es que no tuviera otro, es que no quería otro. Pero hoy mi madre ha añadido un nuevo detalle, que mi bisabuela leía dos libros . Ignoro si la multiplicación de la biblioteca de mi bisabuela ha sido fruto de la afasia cerebral que sufre mi madre o del recuerdo bien recordado. Porque si mi bisabuela leía dos libros en vez de uno ( vivió muchos años) el asunto cambia mucho. Siempre pienso que un día tengo que pillar a mi tío a solas para que me cuente desde cuando mi bisabuela leía el mismo libro, porqué, quién se lo regaló y de que año era la edición , pero nunca lo hago porque sólo me acuerdo de ello en Navidad, por Pascua y el día de la Ascensión. Mi madre también me ha dicho porque demonios escribo en castellano, hemos recordado cuando mi hija, con tres o cuatro añitos, le dijo a Núra Feliu que un cuento que leía ( es cierto) se lo había regalado el novio ( sic) de su padre y se nos ha caído el langostino suponiéndole a la Feliu una cara de pasmo que igual no hizo.
También le hemos preguntado a mi hija cómo se le ocurrió decir lo que dijo, y ella ha dicho lo que dice siempre, que como se va acordar, con lo pequeña que era.
Aunque no lo parezca, cada año es distinto, soporífero para quién tuviera que vivirlo sin formar parte de la camada, y de risas, comidas y de largas siestas si fueras de la mía.
El espíritu de la navidad es un espíritu de pertenencia, de primera identidad o de falta de ella. Y las fiestas  posteriores sirven para ver  como pones todo eso en el mundo. Como encaras el mundo a partir de la bisabuela neurótica, la madre generosa y el perro meón.
Teniendo punto de partida las cosas son más fáciles y es por eso no me he atrevido a felicitar en este blog las navidades a grito pelao, porque hay gente que tiene el punto de partida muy perdido en la niebla, a los que estas fiestas de camada deben de resultarles un grano de sal sobre la herida. Para ellos gloria, que no para la família de mi amiga Txispa, que me ha llamado para decirme que me mañana o pasado me contará  adonde ha ído a parar la porcelana de su abuela, cuando en un exabrupto de su tío paterno, su madre ha oído la confirmación de lo que ya sabía; que toda la vida ha sido una cornuda.
La Txispa no lee siempre el mismo libro, pero sí el mismo autor: Proust. Dale que te pego.