SIDA


Porto tot el día remugant, murmurando. Razones no me faltan. Quería llegar a casa y escribir bien grande "Rayus i Centelles", pero como entre murmuración y "remugo" (je) he tenido tiempo de leer la prensa, se me han ído las ganas: Que lo hablen ellos, que lo narren los implicados o que callen para siempre con esta triste canción/actuación tantas veces repetida. Una de las pocas canciones que no ama el arte.
Hoy ha sido el Día Mundial contra el Sida y eso sí que me afecta directamente. Soy de la primera generación factor de riesgo a la que le rondó el mal. Al principio parecía una burla: yonquies y maricones al paredón. Incluso lo celebrábamos con chistes ( val més tenir la sida que tenir-la pensida) y canciones ( el single de Peor Imposible) hasta que las celebraciones de risa pasaron a ser funerales de llantos, aumentando el vacío. Uno trás otro fueron cayendo. El toro del sida  pilló a muchos de mis amigos; maricones, yonquies...Si uno sólo en caer ya era demasiado para los demás; con el tiempo fueron cayendo muchos y fue MULTITUD de NADA e IMPOTENCIA lo que quedó.
Cuando llegó la información, los míos ya no estaban o estaban muy malos. Algunos lo han sobrevivido, pero no los de mi agenda, los de la agenda de casa.
Agustí, David, Adrià.... El patio de mis primeros afectos se vió desvencijado ( hoy no sabría a quién llamar para hablar del Totxo ni con quién ir a la Tossa) pero peor fue su tristeza que la mía. El dolor que tuvieron que soportar, el inmenso dolor.
Con Adrià viví sus últimos tiempos en casa. Recogíamos a los niños al cole y luego él se los llevaba al Tibidabo. Los niños sabían que algo andaba mal, estaba muy flaco. ¿Qué tienes Adrià? Y él les respondía: "Un bicho. O me mata él o lo mato yo."
Hubo un tiempo en que paseábamos juntos. Yo entonces estaba divina de la muerte; flaquita ( no cómo ahora con la menopausia y el rosco alrededor de tus manos en mi cintura) y en uno de estos paseos; Adrià y yo nos encontramos con alguien de la CULTURA (así, en mayúsculas) que después del encuentro llegó a preguntar a un tercero si teníamos el sida los dos, lo cual vino a demostrarme que la ignorancia y la mala leche no siempre están unidas a la desinformación, si no a la falta de sensibilidad que otorga el poder; el puto poder (no sentirse factor de riesgo lo concede. Riesgo vital cero, era el diagnóstico) del que muy pocos se libran de ejercer ( yo misma) a los largos y anchos.
Yo me sentía divina de la muerte y de la vida con mis huesecillos y el culo media luna, pero con lo que fue el sida, decir esto es una bobada. La verdad es que me estoy yendo para no mirarles los ojos a mis amigos muertos y hacer un lagrimón a gran escala.
Hablo como si el sida se hubiera acabado, pero no, la gente lo sigue pillando ( vivan los condones que ya no son papel de estraza) y muchos miles de personas mueren en tierras de Africa, por ejemplo, porqué al papa cristiano le da la gana de decirles que no se le pongan. Quieren un rápido exterminio de pobres, para qué andarse con mojigaterías. No me diréis que no es mejor hablar tres veces de billones que tener que mentar miles cientos de veces. Por cada muerto deberían pegarse un cabezazo contra la pared hasta que no pudieran levantarla nunca más. He aquí un poco de mi vehemencia reprimida.
De momento, a quién nos toca levantar la cabeza cada día es a los que estamos en el mundo real; a los africanos, a los catalanes, a los rusos, a los andaluces y a los de Oviedo. A los cero positivos, a los cero patatero y a los miles de cientos de afectados por el sida, que somos todos, menos los que te dije.