Virus Musicales


A principios de semana un virus estomacal que viaja en trailer, me ha dejó la calavera inservible, los huesos machacados y las ideas dormidas. A medida que iba tomando fuerzas, a aquellas horas intermedias de la mañana y de la tarde en la que te preguntas que coño haces en tu casa con lo rápido que va todo afuera y te entra la inquietud ( Sociedad: no estaremos enfermos y si lo estamos, moriremos de culpa, si sociedad...) he ido guardando cd´s en cajas, para llevar a mejor recaudo; al palacio ( digo palacio, porque digo confort for my self) de un amigo que los habrá de archivar, rearchivar y medirles el grosor.
Así será de ahora en adelante.
En un mundo tan grave como el que vivimos, estar enfermo por un virus popular y guardar cd´s en cajas parece una frivolidad, pero ay, entre friviolidad y frivolidad, no sabéis ( algunos sí lo sabéis) que mal se pasa, escogiendo este cd´y no el otro ( el éxodo musical se producirá paulatinamente por circunstancias personales del amigo palaciego)  teniendo que decidir en un momento, en un plis plas;  si te dejas los dos mejores de Kiss por si acaso o los metes a todos en el saco: si podrás sobrevivir sin la cortísima obra de  Nick Drave; o si tirar por la borda a Joe Jackson o Pearl Jam no te llevará a momentos de infelicidad en un futuro.
Hay discos que no he escuchado desde hace años, pero que al volver a mis manos; por mor de sus canciones y tantas otras cosas, se encabronan para volver a pertenecerme. Y yo a ellos. Es duro; es infantil, pero es duro. Hay quién me dice "Pero si todo está en Internet". A mi me da igual  que todo esté en Internet pero es que encima, no me lo creo.  ¿Le Nozze di Figaro está en Internet? ¿Pero quién lo canta?  Yo quiero a Kiri Te Kanawa. Y así hasta la eternidad.
Vuelvo a los estantes: ¿ Y la chanson Mon Dièu? ¿Que coño hago con Batiatto? ¿Lo hundo o lo perdono? ¿Necesitaré a Bambino, a Pepe Habichuela, a los Burning y Adrià Puntí o es mejor que me quede con un puñado de fados portugueses de la Rodrigues y me calze un pañuelo a la cabeza cuando me de el  rún rún sentimental?
A Judy Garland ya me la saqué de encima ( entre dos discos de la Minelli, para que se sintiera acompañada) y a los pocos días alguien me pidió el Over The Rainbow. No estaba en la estantería. Nunca me había pasado. "Te juro que lo tengo", llegué a decirle a quién me lo pidió, como si fuera un inspector de mis fidelidades y yo una acusada servil  Pero si no estaba a mano, es que no lo tenía. Importa el aquí y ahora. La criba es sorprendente, despótica y obedece a mis cambios de humor. Y lo peor, es que cuantos más discos saco, más me entran. A pesar de que hablen de la muerte del cd´( que sí) los grupos graban discos que llaman a la puerta de mi casa y se cuelan hasta sonar por los altavoces. Para nosotros, los de más edad, deberían pensar en un Iphod con sentido del tacto y de la imagen. Cosas de niños. Un programita evocador de portadas en tres dimensiones y un cd tamaño mini de quita y pon. Tontadas que ayuden a sobreponerse a los pequeños desmayos cotidianos.  Ah! ¿Y quién fue el pedazo de cretino que no me devolvió uno de Garbage al que tanto quería?