A veces bates palmas


                                                             Obra de Karim Adduchi





Todo lo llenaba de poemas; desde el papel de fumar, al lomo de la Enciclopedia Británica, no respetaba
nada por temor a lo desconocido, así que disparaba primero, con chulería, procacidad y amor, -pobre insensata desaforada-; adolescente de largas piernas que se detenía en su boca ¿Debo girar la lengua según las manecilas del reloj o es cierto que el placer para el tiempo y te acerca a la muerte; o cuánto tiempo cundirá la magia de la soledad compartida, tú dentro de mí, va, no te arrugues, nunca seremos uno, pero sigámoslo intentando?
La construcción del personaje de la infancia se quebró en el adolecer. Ahora, desde lejos, le tengo y no le tengo simpatía.
Tuve unos cuántos ídolos. Un hit parade de nombres y apellidos, escritos con punzón de bolígrafo lastimado en la carpeta del cole. Me gustaría hablar de coherencia, pero mejor hablar de una forma inequívoca de tropezar siempre con la misma, deliciosa piedra, y aquella otra forma de vanidad de buscarse, bien nutrida, al otro lado del espejo.
Hoy tengo los mismos cinco sentidos de entonces, mas ajados, mas insidiosos, mas calmados, mas medidos pero igualmente necesarios. La vida no enseña tanto como creemos; el almacén de la memoria se agranda y a veces nos sentimos importantes. Otras no valemos ni para apretarnos el sexo con las manos y cerrar  con fuerza los ojos, cuando sentimos que nos hemos fallado y ya nada importa, si no pasar  la vergüenza  de haber sido.
Escribo contenta, de muy feliz entrada al otoño y sin embargo, no puedo si no recordar todo lo que un día me hizo deplorable, de mí para mí. Formas de construirse. La opinión de los demás ya no me sirve, si no viene con el viento, si no viene volando y se posa, sin fracturar los huesos, al principio y al fin de la delicadeza.
La música y la música otra vez, tus canciones, las historias, los cuentos, las personas. El deseo de ahogo mortal de todos los mosquitos y  mosquitas muertas que en el mundo hay, de la cobardía entera, sigue siendo un motor que alimento con ganas de vivir. Mira qué bien me queda el traje de valiente No le hago ascos, me ajusta el talle, pero también sé que mientras me dibujo espléndida, explosiva, vulnerable, fuerte o afónica, nunca desvelaré el secreto por el que me quedo, de pronto y sin pensarlo, mirando en lontananza, absorta, incapaz de articular palabra, mientras tu te vas y me sonríes. A veces bates palmas.


5 comentarios:

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Viviane Vives dijo...

si, bello, y que maravilla el cuadro de karim, VVB

Txema Anguera dijo...

plas, plas, plas, plas, plas....
cinc o deu minuts !

Anónimo dijo...

Bigger. Better. Nomès pots ser tu.


I ets preciosa.


I ajada, e insidiosa. Però preciosa.


Àngels Pérez.

Anónimo dijo...

helllo babe