PROLEGÓMENOS


Escribo pocas horas antes de dirigirme al Palau de la Música para asistir al concierto de Patti Smith. Los prolegómenos son siempre deliciosos. Los que anuncian un bien, claro. A mí, me ha llegado a pasar (las autoreferencias flagrantes y decadentes se irán diluyendo a partir de la próxima semana, en que irán cesando las consecuencias egocéntricas revisitadoras a las que me conduce la proximidad del aniversario de mi nacimiento) que de pronto me siento más contenta de lo habitual. sin que haya pasado nada cómo para tirar confetti, e incluso llego a olvidar el motivo de mi buen humor. Entonces rememoro y caigo en la cuenta que a primera hora de la mañana y la legaña, al bajar muy rápido las escaleras, una vecina me ha regalado unas semillas de unas flores que algún día le alabé. Un regalo es un prolegómeno.
Todo lo que implica acción hacía la obtención de placer y/o satisfacción es una maravilla. Llevo varias semanas peinando un collar de perlas falsas ( no lo sabes si no las muerdes porque el acabado es perfecto) que una amiga me regaló para ponerme el día 3 de Marzo, en que iré al Liceo con los jeans y las perlas a ver y a escuchar a Luz.
¿Y que me decís de colgar un cuadro y esperar a que, -en mi caso, la okupa y el tabú de la misma, con quienes convivo, o los amigos y amigas que me visitan- lleguen a casa y sean capaces de advertir el cambio de paisaje con un jalear de "yupi qué bonito queda"?
Sobre los prolegómenos del amor erótico cuando van acompañados del amor, amor o del amor perro, no es necesario sumar nada a toda la literatura escrita, hablada y soñada. Seguramente son los mejores prolegómenos, porque te hacen ser, pero no son los únicos ni los primeros del hit parade de prolegómenos, sobretodo, como en mi caso ( auto referencia of course) la persona con la que sueño sobre mojado anda lejos, del rollo lejano geográficamente.
Dentro de un rato iré al Palau a ver a la Smith. Fué mi primer concierto de rock and roll en vivo. Badalona, veinte de Noviembre de mil novecientos setenta y seis. Dos años después de la muerte del tirano. Salí de ahí diciendo: "Ya me puedo morir". Mi padre me respondió que me había pasado la vida diciendo esto después de haber vivido cualquier cosa agradable y pasó a augurarme un futuro, cuyo suelo reconozco y no beso.
Si a los dieciséis años ves actuar a Patti Smith, sin pasar por Burning ( que fueron los segundos que me pusieron la pila rockera) y con la única referencia de Pau Riba, que fue el primero en hacerlo, te vuelves loca. Cómo no podía ser de otra manera me enamoré de Patti y de Ivan Kral, el que luego pasó a formar filas de la banda de Iggy Pop, para terminar muriendo de algo que no merecía; tan joven, tan bello y tan buen músico.
Pasados tantísimos años de aquella primera vez ( han habido muchas otras) paso el rato, el prolegómeno de ver actuar a la Smith, escribiendo en el ordenador, cuando debería estar pasando la escoba por los pelos que deja la Rumba de un tiempo a esta parte y es algo que no me proporciona el mínimo placer, más allá del deber cumplido, que es otra forma de gracia.
Patti Smith vino a recolocar la escena del rock. Era mujer, era poeta, no hacía concesiones, no se depilaba y hablaba de Rimbaud. Ahora es única. La diferencia es notoria. Pasar a alborotar la escena es una cosa y mantenerla debidamente alborotada es otra muy distinta. Encima, es una buena persona. Así, sin más. Lo decía Nico que estaba muy contenta porqué la más joven le había regalado un órgano hindú que ella debía haber perdido en algún apartamento de los miles en los que se alojaba. Recuerdo las palabras de Nico y recuerdo que cuando me lo dijo, un par de años después de ver a la Smith en directo, le espeté: "Dime ¿Además de buena persona, qué otras cosas es?" La alemana me fulminó con la mirada. Eran aquellos tiempos en que yo, tan joven, creía que ser sólo buena gente no era suficiente para la satisfacción personal ni la colectiva. Eran unos tiempos en que creía que después de ver a la Smith en directo, compartir días y días con Nico y tener un novio que se parecía a Ivan Kral, eran las únicas cosas que merecían que pudiera decir: "Ahora ya me puedo morir". Hoy me bastan unas semillas de la planta de la vecina o entrar en el ensueño de que de pronto el mundo se haga chiquito, para pasar a vivir al lado de mi amor lejano en lo geográfico. Sólo que ahora no lo digo en el sentido estricto del término.
Me voy a maquear.


1 comentario:

Anónimo dijo...

FELICIDADES. ESPERO QUE HAYAS DISFRUTADO DEL CONCIERTO DE PATTI.
BESOS