Por favor


Iggy Pop, joven.


Aunque en algunas de sus partes sea un refrito (documentado y reconocido) de otros libros, y a veces te digas: "Esto ya lo había leído en otra parte", con el libro "Por favor, Mátame" de Legs McNeil y Gillian McCain, editado en castellano por Libros Crudos, se pasa un excelente rato, si es que te interesa el tema del punk, el rock y la música popular de este siglo.
Mientras lo iba leyendo me iba preguntando si sería posible escribir un libro de estas características sobre el rock que se hizo aquí, el avant-punk y el punk, que es lo que plantea el libro anglosajón y va de los sesenta a los noventa. La respuesta es sí, pero de poder hacerlo se tendrían que encontrar y aglutinar las declaraciones de la gente, de los músicos, cuando eran jóvenes, intransigentes y no sentían ninguna vergüenza en asegurar que fulano era más blando que un plato de natillas o que mengano sólo tocaba la guitarra cuando se la colgaba al cuello.
Los años, el paso del tiempo, nos hace ver las cosas de distinta forma y aunque pienses que zutano siga tocando la batería cómo el ayudante de un pinche de cocina, no lo dices, por qué de nada sirve ir expeliendo mierda.
El ejercicio joven de decir las cosas por su nombre, tal como plantea el libro de Mátame, es un ejercicio de lo más sano. A Iggy Pop le parecía que Morrison era una chiquilla mona que no sabía cantar cuando le fue a ver por primera vez. Otra cosa es que luego le encontrara otras gracias, aunque, cómo se vomitó encima (Morrison) y concluyó el concierto, es difícil que se las viera. Al menos, en directo.
También es agradable saber que Malcolm McLaren, al llegar por primera vez a Nueva York se sentía ingenuo.
Es obvio que los chicos de Brighton 74 y Loquillo no se debían ni poder ver en su día. Moods contra rockers, pero ahora no serviría de nada hablar de aquella hostilidad. Necesitaríamos las declaraciones efectuadas en su día, algo más que difícil, por qué aquí siempre se ha hablado más mal por detrás que a la cara.
Y si no se ha hablado más a la cara ha sido por qué la prensa musical era todavía muy niña cómo para sotener, sin posicionarse, los desmelenamientos de unos y otros, de modo que estas cosas se hablaban al cerrar la grabadora, y al redactar se hablaba del trabajo de la banda.
(Había excepciones de mucho viperismo en la que los mismos críticos se posicionaban encima de una escena que nunca habían pisado y lo mataban todo, pero esta historia no me compete ni me ha interesado nunca.)
Los grupos actuales no tienen estos problemas, o parecen no tenerlos. Son chavales más educados y menos viscerales. Hablo en general.
Vale, están los que dicen que Manel hacen música "para tietes" y los que dicen que el rock ha muerto y no han visto a los Very Pomelo y a muchos otros, pero no existe, o no de un modo tan palpable cómo antes, enfrentamientos de discurso, de argumento vital entre los grupos.
¿Sanidad mental, individualismo exacerbado, incapacidad para decir lo que se siente o falta de discurso propio?
A veces leo entrevistas a grupos jóvenes y al leer aquello de "Todos las bandas que ha habido hasta ahora han aportado algo", no me lo acabo de creer.
Cuando eres joven, si estás vivo, matas a la generación anterior y no acabo de entender cómo a una banda neo- punkorra, Jarabe de Palo no les dé vomitera ( o no quieran decirlo) y acaben por conciliarlo todo, lo cual desmerece su propio discurso ( si es que lo tienen) y su propia juventud.
Quizás sea esto, que falta un discurso vital y que hoy día hay mucha gente se apunta al hardcore, al free-jazz o al swing rumbero, sólo por el placer de explorar un camino musical en concreto, más que para posicionarse en la sociedad y en la vida.
Suerte que no son todos, por qué sería cómo para cerrarse a cal y a canto a las novedades.
Nada, ni las canciones, se aguantan si no hay una conciencia de querer cambiar las cosas detrás. Una actitud vital en rebeldía. He dicho mucho: Que las canciones no se sostienen. 
Y digo más: Ni los humanos.









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1 comentario:

Mariano Muniesa dijo...

Pues por esta vez, Magda, estoy en desacuerdo contigo.
'Por Favor Mátame' me parece uno de los peores libros que se han escrito en el mundo de la música. No tiene nada que se parezca a una estructura narrativa mínimamente definida, en efecto es un "corta y pega" de muchísimos otros libros, y de hecho, muchísimas de las declaraciones que se vierten ni son reales ni están contrastadas.
Este librito encierra además un tufo colonialista que no me gusta nada: es decir, nadie nos habíamos enterado -porque segun los yanquis, los europeos somos tontos- pero el punk lo inventaron tres frqiquis yanquis pajilleros que solo sabían ver películas de serie B comiendo repugnantes hamburguesas grasientas. Venga ya, hombre...
A pesar de todas las bobadas que escriben todos los aspirantes a nuevos gurús del rock que ellos mismos se empeñan en enterrar y que tienes en este cúmulo de sandeces su biblia de cabecera, el punk es básicamente Johnny Rotten y Sid Vicious.Con toda la mierda que había detrás. Pero así era. Los yanquis no soportan no haber inventado ellos la pólvora.
150 pares de veces, más sincero, honesto y auténtico el libro de nuestro común amigo Xavi Mercadé: ¡Esa Barcelona sí que era punk! ¿o no?
Un besazo amiga, a si te veo en Sant Jordi, que estaré de nuevo en Barcelona