14 de Agosto (sintáxis de cansada pero serena)


El mundo que se derrumba, y yo de rumba. Tan necesaria la mía, creedme, rotando cuál girasol buscando la luna llena sin tener nada que hacer, ni soltarme la melena.
En estos días de paz me han invadido los recuerdos, enmiendas qué ejecutar y remedios caseros de los buenos.
El amor que me cautiva. El amor en toda su extensión, si es que el pobre se puede calibrar cómo se mide un terreno en la Habana. Dudosa y no imposible su vocación de atlas. Olas del mar erosionando las rocas para un nuevo golfo.
El amor, decía, lo he sentido manso y muy bello. Lejos de la urbe alborozada ha tomado la medida de cuanto doy y soy, mientras reparaba unos guantes de boxeo de juguete para el otoño. Profesionalizar el juego. Así ellos con todos sus demonios. Así yo siempre y tú que me decías: “tía, estás muy loca”. Guantes de razón y piel para la justicia.
Si al rencor, que es macilento, le había puesto abrevadero, con la puntita de un dedo lo hice desaparecer. El truco es tenerle ganas y llegar a comprender que lo tuyo es mucha mala baba, pero antes te has disparado a ti mismo. Un hombre es una mujer cansada. Una mujer es un hombre corriendo.
Si no me muestras la herida puedo decir que la inventaste, más si vi correr la bala por delante de mis ojos, muy burra e inmisericorde tendría que ser para pasar a odiarte, por unos malos modos que remueven la piedad si se miran desde el verano en Manchester, mientras los niños malos, los niños incívicos y los niños muertos, mataban a pedradas aquello que no supieron amar. Cómo tu a ti mismo.
Así que paso página y no creas que un día no me gustaría que volvieras con la alegría de saberte torpe por un rato a condición de olvidar, de olvidarlo todo, para volver a lo que tenemos, tan hermoso. Hablo de amor en un sentido extenso y no de este amigo rubio que aún bailando con lobos siempre pide salir en la foto. Si no lo nombro, le duele. No hay cómo gustar a un niño.
Mientras, la niña, la moza, la muchacha, la adulta, a quién no veo desde hace días, llama con urgencia y nos contamos cuentos. Todo la sorprende. Es vivaracha y es muy lista. Bajo el sol se pinta las uñas de los pies. Opta por las salidas en color, rodeada de amigos.
En cambio,-y siguiendo en el amor-, mi madre, necesita pinzas de cirujano que el gobierno de Más no le piensa dar, así que me voy preparando junto a los soldados de plomo, cada día unos minutos y al siguiente otros y unos más, para hacer colas interminables, mientras del centro del pecho me crece una brasa con cuyo fuego habré de cortar la línea de la meta.
Ya no me cuestiono si podré conseguirlo, sólo se cuál es mi deber y cuales son sus derechos.
Amargo tránsito compartido. Que no haga mucho frío este invierno. Que tiriten la insolidaridad y Carla Bruni. Que venga la música y se escampe por el patio de vecinos. Fritangas y alegrías. Otra vez el amor. El amor en toda su extensión. Y es aquí donde apareces tú, veinticuatro años sin cumplirlos, aunque ayer fue tu aniversario. Tú, mi espectro, mi hombre, mi amigo muerto, al que siempre vuelvo con los zapatos pisados de otros besos para salvaguardarme de mi misma o entrar en el recodo donde me sentí tan amada. Volver a ti cuando ahí afuera, la boca del beso es sólo un pequeño apósito fuosforescente para no dormir con la luz apagada. O una decisión tomada.
Volver a ti.
El amor que tengo, el que tuve, el que tendré, el que se esconde, el que nunca ha sido y el odio, se vuelven más precisos al no hacer nada y sin embargo es en la vida activa donde se mueven, se enarcan o se alteran, cada vez con más inteligencia. Por la edad, por la enmienda, porque no soy Masoch ni me gusta poner poder en las frentes que he besado. Me he dicho: “Domar al erizo y la intensidad. Contar hasta cien deteniéndome en el treinta y tres veces, homenajeando ciencia y precaución.” Luego me he puesto a reír. Desde luego, sola no habré de conseguirlo, pero si vosotros seguís ahí, lo intentaré de veras. Y armar sioux y vaqueros de juguete para lanzarlos contra los despropósitos que no queremos. Y alentar a la vida a Rin-tintín, que ya no celebra años, pero le sigue abrazando la memoria de los que crecimos con él, si es que Rin-tín-tín, como mi hombre muerto, nació un catorce de Agosto. Cómo nos nació el amor quince años después.





No hay comentarios: