Cancioncilla II (Tango)

de Johnatan  Notario

Triste, pero no vencido, se calza una corona de potes de cerveza y mientras se acaba el disfraz de rey por una noche, se come unas hojas de laurel que guarda en la nevera. Gloria fresca o gloria seca, más gloria de tango masticada.
Mitad rey y la otra mitad entera, de hombre que cae cuesta abajo y no le detiene el freno ni el gatillo porque estas cosas las dejó en la infancia y para alcanzarla hay que mirar arriba, como si fuera un cachorro bienvenido en medio de la ciudad de mil bocinas en la que se siente, por ti, el más perdido.
En el amor pesa menos el todo que la nada.
Y la nada de ella es nada y es abierta. No le queda ni el ruido de un portazo, por eso lame la bisagra de la puerta, el frío atroz del metal que nunca abraza.
De no besarla le crecen en la boca, sonidos de amapolas que le explican el efecto del opio de las cosas.
La belleza, el rojo, el amor, la sangre y los paisajes.
A cualquiera que le viera le gustaría amarle.
Triste, pero no vencido, sale a la calle dispuesto a la jarana y al entrar en la casa de la amiga, vestido de rey como un mendigo, ella le dice “eres un artista” mientras le pasa la mano por el pelo, y de pronto le vienen las hormigas, que extiende por el cuerpo dividiendo, las de las migas de pan con las del sueldo.
El tango se ha acabado en medias negras, que alcanzan la cintura de un muchacho. Y rodeándolo, antes que caiga al suelo, le dejan un rastro de seda escarmentado.
En el amor, el todo es muy liviano y la nada pesa más, que una jodida bombona de butano.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pon la posibilidad de comentarios. Honey, Just allow me one.