Día de difuntos


El día de los muertos son todos y cada uno de los días. Así como no hay un día de los vivos y todos los son, no debería de haber (desoyendo el discurso de las doctrinas religiosas) un día de los muertos, por no hablar ya del día de los enamorados, que sólo debería producirse en Sant Jordi siempre y cuando todo el mundo tuviera pasta para el libro y la rosa.
Un día de Sant Jordi sin dinero para el libro, es un día de los muertos. Un día de Sant Jordi echando de menos a Jordi al que amaste porque supo luchar con tus dragones interiores es un día de ausencia. Un día sin princesa es un día republicano, pero un día en el que no te sientes princesa es un día ceniciento.
El tiempo recuperado son días que nos alegran el día y los días de lluvia sin ti son “esta tarde vi gente correr”.
Para honrar a nuestros muertos se necesita mucho más que un buen limpiacristales. Ni el paño contra el polvo ni el polvo contra las lágrimas. Hoy podía haber visitado el lugar donde yace mi padre. Al pensarlo me he dado la vuelta y ahí estaba su mundo, el que me dio a amar.
Al sentirlo, he entrado en el mundo de los días de los vivos, un mundo que ninguno de nosotros habrá de sobrevivir, pero ¿para qué querer envejecer tanto como para hacerse cenizas antes del guadañazo?
Los días de estrés están desapareciendo. O al menos los que se derivan del exceso de trabajo. Nos quedan, más que nunca (y siempre es nunca y siempre es más) los días de sorpresa y desasosiego y los días del plural, los de nosotros. Triste ganar solidaridad cuando te dan con un canto contra los dientes, pero más triste no haberla ejercido nunca. Mañana será un día de comienzo de semana corta y entraremos en invierno, con los días cada vez más cortos, donde sólo el sabernos unidos nos puede sacar del mundo de los muertos para meternos de lleno en el mundo de los vivos, a menos que pillemos un resfriado y patam, a criar malvas y recuerdos para dejar paso a otros que vengan a decirnos que no les da la gana limpiar nuestras lápidas ni rememorar performances de cenizas ni en el día de los muertos, pero con un discurso mejorado y aumentado, eso sí.
Que ni muertos hemos de permitirnos seguir dando eco a las mediocridades, por pequeñas que sean.


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