Carta a una amiga con envidia cochina


Ni tu tan joven, ni tan histriónica, ni tan de manual, ni tan campana como para haber abierto un solo canal pá las transferencias de las ansiedades cuyo único chorro vaya a parar a los pies de las mocedades.
Ay, nena, a mí también me gustaría tener uno pá mi sola que se volviera tó loco, así como el capital del banco santander en calderilla haciendo campanillas por toda su extensión y sus alcantarillas.
El deseo siempre busca las partes del cuerpo de uso diario, el final y el principio de la condición de especie ser humano.
Y quiero decirte, amiga del alma que le bebes los vientos a un chavalillo que te deja la edad en números rojos, -más cerca del desahucio, punto final de un sueldo normal bajo la reforma violenta laboral, que de la amnistía de los fortunones de evasión fiscal-, que no hay pez con bigote que al beber no se le moje, y que si hay mujer que al meterse en camisa de once varas no tome entera la docena sin sentir más allá de cualquier cuenta, esa no eres tú, morena.
La rima es libre y tu elección también. Veremos si te apresa la soledad después. Y no es que me anticipe a la desolación como en la literatura la señora Stone. Tú tienes una forma de juntar los versos cotidianos que se parecen más a como san Marsé bendice la prosa hablando de su barrio, pero si te viene el delirio de tenerle y hay que cruzar el mundo para verle, yo me quedaré en casa con los libros. Hablando por Skype con el rubio de ojos verdes.
Valiente carrusel el de la vida. De ser un culo muy deseado y él la toga profana de un prelado artista, hoy, que hemos terminado las tiritas, nos besamos con ojos asustados y por la webcam nos hacemos compañía.
Me das mucha envidia, amiga mía, por lealtad no te mando una culebra, pero si llega el día de “adiós señora mía”, no me llores el muro de la edad infranqueable. Las montañas se perciben mucho antes.
Las cosas como son y el chocolate amargo. Si lo dejas fundir en la boca, no es un beso, si no un sucedáneo.
Y la canción de Luz a toda hostia, aquella que canta por Dalila y los huevos de Sansón en una esquina ¿Le disparó en un pie o le cortó la aorta? Ya sabes que me lio con la historia y el futuro lo presagio en una olla.
Un poso de lentejas hoy me ha dicho, que todo lo que has de disfrutar, lo libes. No como el escritor, si no como una abeja. La miel hace miel y el vino sangre. Este no te lo quita ni un farsante.
No todo lo que bien comienza mal acaba, pero todo lo que empieza va y termina con una insolencia y un descaro que a veces ni sabes si ha durado. Eso lo digo yo que no he libado. O no a un hombre de parvulario aventajado.
Por envidia cruzaré las Antillas de puntillas hasta darme de bruces con mi bestia, el que me deja la edad en tabla rasa y eso que estando tan delgado, de espaldas se asemeja a un percebe en pleno jolgorio adolescente.
Tú nunca has estado ni más guapa, ni más lista, ni más reina. Y mientras sientes el calor que no termina, yo escribo para no darme contra un canto. Esto de la amistad es un trabajo que peino con espina de sardina. Unas con web cam, y otras, tanto.

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