13, El Butano Popular, un árbol es un árbol, indignidad, músculos e Isabel Núñez.



                                            "Isabel Núñez, ya es un árbol", de Javier Mariscal

El nuevo año, este, será un peldaño gigante en la carrera de este principio de siglo de carácter totalmente obsceno e indecoroso, donde los indignos tipos encantados de haberse conocido y de seguir calentando la hamaca del capitalismo feroz, han hecho un agosto sin sol que les sonríe sólo a ellos (así les arda el alma) sin avergonzarse de joder al prójimo, menudos sinvergüenzas, asesinos.
Pero el nuevo año, también ha de ser el año de seguir compartiendo entre nosotros y declararles la guerra a esta gentuza que lo pone todo del revés para sentir que andan tiesos sobre el suelo, vástagos cucarachos de patas hacía arriba, se agitan como escorpiones al descubrirles debajo de los palacios.
Vamos a declararles la guerra con bolis, tirachinas, nubes de azufre y cuchillas de afeitar. Una guerra a favor nuestro y en contra de la ignominia. Se les ha ido mucho la mano. El amigo Mauri Palau dice solo hay que dejar que se vaya la mano cuando llega la policía y te halla fumando un canuto o haciendo alguna otra cosa de policía no. Él aconseja: Tirad la mano y esconded la piedra. Mauri siempre está de cháchara y risa.
Ya lo dije en el anterior post. No cocino canelones. Tampoco fumo canutos. Se me ha ido la mano del liar. Amar o hacer el gesto de matar. Siempre cuento lo mismo.
La felicidad, si existe, -que existe y es una gran bribona muy chiquita-, la ha resumido muy bien mi otro colega, el escritor Maurilio de Miguel Lapuente, en una observación que ha hecho en el facebook a mis deseos de felicidad a tutti quantti. Ha escrito: Felices deseos de ser feliz. Así es la cosa. Estimular el buen deseo ajeno es el principio del amor. Y el amor está en uno pero se hace en el de delante. Así el azufaifo de Isabel Núñez, se ha hecho en ella para siempre. Un árbol es un árbol, Isabel. Y lo mismo con la rosa y el recuerdo. Mariscal lo ha dibujado porque estuvieron de farra, los dos, por Barcelona, buscando lugares. Buscar un lugar es lo que viene detrás de un deseo de felicidad o de un deseo de plantar cara.
Yo, este año, me iré al Butano Popular, la página web de la escritura. Me lo han ofrecido y  estoy que salto de contenta. No es lo mismo escribir en un blog que escribir en una página compartiendo espacio. Este año, más que nunca, o estamos juntos o estamos chalados.
Ya os tendré al día de mi paso al  Butano. En el Butano escriben unos tipos jóvenes que enfundan la pistola como Jimmy El Rápido. Está la divina Grace Morales del mundo submarino ultra terrenal, Javier Pérez Andújar de la glosa no hace falta, corazón nocturno; Rubén Lardín del trueque y la pasión, y Jorge de Cascante, al que no  paro de celebrar desde que  lo he empezado a leer. El butano, butano, sirve para dar fuego a las cocinas de ídem. Las cocinas del caldo amoroso y el caldo no hay más que dos zanahorias y dos alitas de pollo, qué  quieres que te diga estamos a fin de mes. Pero las bombonas de butano también explotan. Y mejor, con más salero, a espuertas de las casas. O revisas los conductos interiores o te pegan en todo el jeto. Por no hablar de aquella manera de subir el butano, dos bombonas por hombro, que tenían los hombres que repartían el butano en Igualada, y son los que recuerdo, de cuando  era chica. Aquella manera de quedarme mirando, absorta, su sudor, sus músculos, y el ansia posterior de querer ser mono azul sobre piel morena de paleta dime piropos.
Pasar al Butano a principios de este siglo indecoroso y falaz tiene algo de la involución donde nos quieren llevar, y mucho de pertenencia a la esencia, al lugar de donde vengo.
En la vida, el trayecto siempre se hace de afuera para adentro, previo paso por la opción personal e intransferible. Y venga crear círculos.
El círculo, el que circula y está en mitad del circo, la pelota de todas las cosas, es una bombona de butano, un bombón de calidez que nunca se apaga, así nos hayamos ido, como Isabel Núñez, como Rita Levi, -la gran dama-, que falleció ayer, como una señal de ya vale con tanta tontería. Me voy a las estrellas bien contenta.
Cada día cambia el año, pero hoy más. Hoy cambia de todos para todos. Mañana será trece. Con su superstición y nuestras agallas, si no lo conseguimos, al menos lo trataremos. Si no nos vemos, vayámonos sintiendo.
este, 

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