A modo de prólogo de la vuelta

                           (Desconozco la autoría de esta precisa y conmovedora ilustración)





Siempre que me voy, vuelvo  y siempre me voy a mitad de invierno y vuelvo al anunciarse la primavera. El blog me podría servir para hacer estadística sobre mi comportamiento, pero también me sirve para hacerla del mundo de afuera. Veo, en el blog, que cada inicio de Semana Santa desde hace cuatro, el tema, el golpe en el alma, viene siendo el que habla de miles de personas que huyen de sus destinos en pos de uno mejor y de cómo se encuentran con la indignidad, si la palabra no es demasiado suave para concretar su hallazgo. Cuanto más avanza el tiempo, más Cristos y más martirios se le suman a la Semana Santa que plancha el manto de las Vírgenes. En las redes sociales y en las paredes escribimos que Europa no nos representa, y escribimos bien, pero Europa, el viejo continente, el demente senil, codicioso y olvidadizo, sigue perpetrando crímenes, así le tiren unas monedas por encima. Una masa de impotencia crece en el cielo. Tengo un amigo que pertenece a un grupo de gente, a una O´NG que ayuda a los refugiados. A veces me llama. No es de estos que grita sobre el grito, más bien mantiene la cabeza fría, de otro modo se iría con ellos a ningún lugar o impartiría caridad puntillosa,  pero  de un tiempo a esta parte, siento que ya le empiezan a fallar las fuerzas.  Todo cuánto puedo hacer es sostenerle y hacer acopio de ropa o de cuánto pida. La ropa que ahora le mando, antes la daba a una parroquia cercana que está haciendo un gran trabajo entre quién la necesita. ¿Quién dicta cuál es la auténtica necesidad? No hay necesidades auténticas, como no hay un solo amor, ni nada en singular más allá de las características de cada individuo. La necesidad es una y dura demasiado, se extiende como la espuma de las olas al embate del mar. Y ni Dios nos representa, si es que alguna vez representó algo. Volver para rezar y gritar al cielo o volver para decir qué bella es la primavera, la vida que llama a la vida, que lo es, y mucho. Este era el dilema que he tenido estos últimos días, al decidirme a volver a entrar y mantener esta página. ¿Vuelvo al blog a despacharme y empachar, o vuelvo para peinar las primeras hojas de los árboles que ya están brotando? La esperanza se vuelve escepticismo, cada vez cuesta más hallar aquél diamante del ánimo donde poner a sembrarla cuando a tantos miles de cientos de personas, al lado de tu casa, se les niega lo que a todos nos corresponde. Un sol particular luce muy grande. Definitivamente, nadie me representa, solo la buena gente, solo el refugio que busco, porque vivir es ir buscándolo o encontrarlo y maquearlo para salir afuera con renovado ímpetu, que es algo que no se le concede a todo el mundo y de ahí todo lo que este texto pueda tener de saeta.

1 comentario:

chema dijo...

hola magda, soy el que te preguntó el otro día en facebook si habías escrito un libro sobre genesis. lo compré hacía 1993-94, estaba en 3º de bup entonces. cuánto tiempo ha pasado...
sobre lo que comentas, tal vez estamos en una época de transición en la cual la democracia está degenerando en demagogia, como predecía aristóteles. aunque soy de ciencias, siempre me gustó la filosofía.