MALOS TRATOS TRATOS MALOS

Normalmente escribo en silencio, otras veces con música. Esta tarde he estado escribiendo con el sonido de un partido de fútbol a lo lejos. Ha sonado el telefóno. He cambiado el canal de televisión al azar. Cuando he acabado la conversación, he aumentado el volumen y me he metido en el féisbuk, que por ahora me divierte. Veremos cuanto y hasta. El sonido de la tele era el del programa La Noria, lo peor que conozco de la tele, cinco grados por encima del Corazón de Melón. El presentador entrevistaba al padre de Violeta Santander, la maltratada que no acepta que lo es ¿No es éste, precisamente, un síntoma de la mujer maltratada? El padre de la maltratada Violeta, que tampoco acepta los maltratos que sufre su hija, ha dado un dato estremecedor. A la niña le pusieron Violeta por Violeta Parra. No me parece estremecedor que una mujer maltratada que no lo acepta se llame Violeta, me parece estremecedor el motivo del padre si es que fué el que fué y el que dijo que así y por este motivo de gran contenido, se llamará la niña... Pero peor es que lo entrevisten ( dale perico al torno) y patético que cuatro tipos (hombres y mujeres, mujeres y hombres, presentador incluído) se dediquen a darle lecciones morales a este pobre desgraciado que no quiere dar su brazo a torcer ni iluminar la navidad de las audiencias cayendo de rodillas bajo el logo amparador de Telecinco. A estas alturas ya no sonaba nada en mi casa, ni el perro chistaba. Cuando el profesor Neira, el agredido en esta historia, se levante por fín del coma, debería poner a todos un suspenso, mandarlos al carajo. A padres y bienpensantes periodistas que invitan a su programa al maltratador que lo fué de Carmina Ordóñez, o al Lequio, que juega un perverso juego y lo aplauden, y a tantos otros que "están en el medio", "son personajes populares" y que bonitos somos si tantas revistas vendemos y no nos acordamos de nada si así es. Da asco la hipocresía de estos tipos jugando a progres en programas tan demagógicos como lo era el discurso del inagurador de pantanos. Y mientras, sigue la noria, sube y baja. Y nosotros, por no cruzarnos con la chusma, por no darles lugar, porqué estamos por encima de todo y somos más progres que Dios y María Santísima, vamos cambiando de cadena, buscando el nirvana para el que nacimos sin hablar de programas como la Noria o Corazón de melón, porque nunca los vemos si no es santiguándonos antes de encender el porro, mentar a Joyce, poner a Bach en el tocata, o matarnos a pajas con la luz apagada.

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