Cohen y los cuentos de la abuelita

Esta mañana me ha llamado Alberto Manzano ( por sus romanticismos, adaptaciones de canciones, poemas, ensayos, prosas y traducciones, lo conocéreis) que las estaba pasando magras por actuar como un romántico en un mundo de monas que no admite a los románticos ingenuos del tipo Alberto.
Lo digo con conocimiento y años de causa.
Alberto Manzano está absolutamente incapacitado para los negocios. Lo mejor que podría hacer sería pedir la incapacitación total por escrito para no confundir a nadie. De momento ya ha jurado delante de las obras completas de Cohen que nunca más se meterá a producir otra cosa que no sea lo que salga de la puntita de sus dedos.
Me ha lamado Alberto esta mañana,-no más ni menos contento que cuando hablamos anteayer y estaba en la ruina. Hemos fijado un tema, iba a decirle "chau" y me espeta: !No te he dado la buena notícia". Lo ha dicho con su inconfundible compás al manejar las frases que salen por su boca. La buena notícia es que Cohen, Leonard, le paga lo que queda de deuda de la producción que muchos de vosotros conocéis. Una gran producción. Mucho talento en filas. Me alegro mucho. No deja de ser paradójico. Cohen paga los destrozos de un homenaje a Cohen. Es un gran tipo, dice Alberto. Son tan amigos que se parecen, como los perros a los dueños, los hermanos siames y los matrimonios antiguos. A mí, Cohen, nunca me ha caído especialmente bien y eso lo sabe Alberto desde el mismo día que me conoció. Me gustan sus canciones y las cosas que compra en Tifanny´s cada vez que nace un hijo de Alberto, pero no me acaba de caer bien.
El caso es que sobre Cohen he estado influída desde mi más tierna adolescencia, de cuando viví con Nico o ella en mi casa y yo en la suya, en los suelos de un piso de Garrel, en París, Eivissa y Barcelona.
Nico hablaba pestes de Cohen y yo me lo creía todo. Nico hablaba mal de todo el mundo y al día siguiente hablaba bien, pero de Cohen solo hablaba mal. Y yo, pobre niña de provincias de la mano de una diva del rock, me lo creía todo, todísimo. Hasta que fuí creciendo y seguía coincidiendo con la rubia generosa y vanidosa. Cuanto más la conocía, menos la creía y más la quería. Pero Cohen, qué quieres que te diga...Siempre habló mal de él, siempre. Hasta en nuestro último encuentro, que fué el primero entre Alberto y yo.
Alberto Manzano, mi amigo incapacitado social, es una recomendación de Nico en mi vida. Cómo en el féisbuk. Una sugerencia.

1 comentario:

kissu dijo...

es curiós com podem arribar a avorrir algú pel simple fet que algú ens parla malament d'ell, i continuar amb aquest prejudici tota la vida... sense poder fer-hi res