Día de Difuntos


Foto pillada del muro de Mari Muslos Turgentes




El gran misterio de la muerte es el  tránsito en sí mismo; el lugar del viaje y si servirá de algo tanto movimiento.  Este elemento de "necesidad" que tanto impera en nuestra sociedad está presente en todos los discursos, incluso en el de la muerte: ¿Me estarán esperando? ¿Será útil mi energía o me convertiré en volandita de aire para hacer rotar los bigotes de un insecto?
Somos tan chulos y prepotentes que queremos saberlo TODO DE ESTE MUNDO, como si lo único que de este mundo desconociéramos fuese el enigma de la muerte.
Nace un crío y celebramos el misterio de la vida. Jamás he podido explicarme la belleza de las camadas, la ternura que me producen, la súbita alegría que te da el mero placer de contemplarlas. Un dedito gordo de un pie muy chico, o los hocicos de tres perros recién nacidos buscando las tetas de su madre. A ver como te explicas eso.
Y luego está el amor adolescente;  aquella comunión tan bestia cuando te dá la mano ese chico y no otro y aprendes que el placer es siempre de uno mismo por la gracia de haberte conocido.
El enigma del odio es incesante. Ayer mismo, en el telediario de la noche: "Los colonos israelís agreden a los campesinos palestinos que van a recoger sus aceitunas" o "después de treinta años un tipo sigue odiando a  su ex porque las cosas se acaban". ¿Quién se come toda esta mierda, la lleva a su casa, la pone sobre su mesa y la analiza?
Todos los enigmas van a la ciencia con vocación de ser desentrañados, pero siempre hay algo que a la ciencia, -al hombre en la ciencia-, se le escapa. Se nos va de las manos lo que no entendemos, de modo que decidimos vivirlo y se acabó. Cada uno escoge su camino, creer en dios, negarlo, o dios lléname de tu luz, pero la soledad es nuestra.
Los amigos muertos viven en la vida, a veces están en lo suyo, pero de pronto aparecen, hablan, dicen cosas, mueven objetos o conciencias. Los amigos muertos, desde su condición de no vivos, nos dan la lección de que para qué correr detrás de tantas quimeras que sólo son si ya están siendo.
Ellos están en "aquél otro modo de tomarse las cosas de la vida" que aparece siempre que pasa una desgracia. Desde su no existencia, los moldeamos como queremos, falseamos la memoria para hacernos sentir bien y a veces lloramos en su nombre lo que no somos capaz de llorar por nosotros mismos.
Si apenas somos capaces de decir todo lo que vemos cuando nos miramos al espejo ¿cómo conocer el enigma de la muerte?
Que brillen los amigos muertos, el padre muerto, todos los fallecidos que quise y que tu quieres, y que se seque el dolor de la añoranza, aquella espada que te atraviesa cuando menos te lo esperas y te hace decir la frase millones de veces repetida: "Si decías haber nacido  hombre por mí ¿Por qué me abandonaste?"

2 comentarios:

Anónimo dijo...

probando si se pueden dejar comentariosssssssssssssss
hasta ahora no era posible. A ver si lo arreglas, Boni

Anónimo dijo...

preciós, Magdeta ¿vols prendre una Coca-loca aquesta tarde?

La Txispa

tinc news Carrie Anne ( je je)