El prójimo

Autoretrato de Toni Molero

Hay enseñanzas comunes a todas las religiones. Por lo que he podido saber charlando largamente con un teólogo; casi todas concluyen en expresar un mismo mensaje ( entre otros, claro) que viene a decir que cuanto mejor estén los demás, mejor está uno mismo.
Sería lo de amar al prójimo como a tí mismo, pero en tono menor. Desear que el prójimo esté bien. Sea cuál sea el prójimo. Todos los prójimos.
A poco que entiendas las cosas, una enseñanza así es obvia. Costar, cuesta lo suyo, pero entra bien, incluso podría decir que sale espontáneamente, junto a una pizca grande de egoísmo.
Se lo decía al teólogo. Y también le decía que tal como está el mundo, una enseñanza así es una grosería.
De repente soy una mujer palestina al que los colonos israelíes hacen la vida imposible desde los siglos y no imagino como puedo desearles lo mejor.
Para gozar de espiritualidad hay que vivir bien, o al menos decentemente. En cuanto entra en escena la supervivencia, la espiritualidad huye. Simplemente no cabe.
Eso no quiere decir ni en coña, que un analfabeto no pueda poseer un mundo íntimo, muchísimo más evolucionado; espiritual, inteligente, emocionalmente más rico y empático que el señor que diseña cortinas (es un decir)   
De esta guisa he estado el sábado tarde y quería compartirlo, pero lo escribo y se queda muy corto.
Hay un ánimo que desciende a cierta hora de la tarde noche, en un día de invierno sin frío, si la semana te ha traído un paso ( atrás) un peso, una rémora de tu biografía y has visto que así estaba la cosa, estancada, igual que entonces, sin signo de evolución ni de amor al prójimo.
Entonces te preguntas porque vas deseando lo mejor si no pasa nada. Y te vuelves a preguntar si desear lo mejor no te vuelve ilusa, porqué mientras tú vas creciendo, parece que los demás también tengan que hacerlo. Es un exceso de entusiasmo del que no sé desdecirme.
Para cambiar de tercio y animar el blog, me quedo en casa cenando con dos amigos que la traerán hecha. Dos locazos al que el mundo espiritual se la trae al pairo ( eso dicen) pero que día a día aprenden cosas. Dos personas activas, creativas, delirantes. Un tipo de gente, que como me decía el teólogo, no necesitan ni plantearse la espiritualidad: "que los hay"; me ha confirmado el sabio. Y me ha dejado mucho mas tranquila. Al menos dos semi- discapacitados ya han alcanzado algo común a las enseñanzas religiosas todas, de sólo vivir y no parar de hacerlo.