Desde hace al menos un mes, en casa no se pilla la tele. Sólo telecinco horror. La verdad es que es por desidia mía y de la Júlia pero será que no nos importa tanto. Es buen método para no verla. Parrafraseando la mirada de Tonino "...!hay tantas otras cosas ( y tan poco tiempo) en el mundo!".
La cuestión es que el viernes pasamos una velada juntas, la Júlia y yo; algo que se da, -como es natural-; cada vez menos. Compusimos un buen cuadro sentimental: madre e hija, en Barcelona, un viernes dede luna llena en Barcelona, espatarradas en el sofá con las ventanas abiertas, hablando de teorías sobre la infancia formuladas por Freud, Piaget y otros de cuyo nombre no me acuerdo, que la "nena" volcaba apasionadamente en la conversación y yo remitía, invariablemente, a mi única experiencia; que también es la suya, aunque parezcan dos muy distintas según sea el cristal con que se miren. Total; placidez y nada de sueño.
Hasta que llegó la tele. El dedo en el botón y apareció ante nuestras vidas un vastísimo campo de desolación, ignorancia y mala leche. Y nosotras ahí, pasmadas, increpando como los tios ante el televisor en un partido de fútbol. ¿La fascinación del horror o curiosidad morbosa pura y dura? Hablábamos e increpábamos mas de lo que oíamos, pero a la que atendíamos volvíamos a increpar. Nos tirábamos de las trenzas y nos dábamos la razón entusiasmadas como casi nunca en las cosas de la vida. Hasta que no pudimos mas y apagamos el botón. Hay un momento en que tanta brutalidad cansa y ofende.
Nosotras, pero, seguimos inventándonos entrevistas como si el mundo sólo fuera un cinco con dos contertulianas de atar y acabámos muertas de la risa, aunque la cosa de la que provenía el "show" no haga ninguna gracia.
Los valores que estos medios altísimos en audiencia ( mas puntos para el horror) infunden; son ninguno y por si fuera poco grave el asunto, lo único que subrayan y elevan a los altares es el mero hecho de ser madre. Pueden faltar al respeto, pasarse por el forro las dignidades suyas y ajenas, venderse, juzgar a mansalva o dejar el pus sobre la mesa camilla, pero ay; si eres madre o la has tenido, o no la has tenido nunca, o si te la mentan, ya tienes impunidad para todo. La involución es flagrante, ofensiva, se extiende hacia todos los puntos cardinales y hace un flaquísimo favor a las madres, madres, a las hijas, hijas y a los humanos, humanos, del genéro que sean. Júlia me preguntó si "aquello", refiriéndose a lo visto, también pasaba en el franquismo ( a veces cree que nací en el medievo) y tuve que decirle la verdad; en mi pedazo de franquismo, en mi educación y mi parcela de vida, exístia esto y cosas muy peores, que yo no viví directamente; ya fuera por ser niña o por el contexto. Ese ayer que viene de la tele y hoy es presente no lo he vivido nunca hasta ahora. "Pues, vaya guasa", -respondió- ¿Anem enrera com els d´ Esparraguera? ( traducción: ¿Vamos hacia atrás como los de Alcatraz?) La placidez no se fue al traste, pero me llené de impotencia y arranqué la antena de cuajo: "Para ver esto, mejor no vemos nada." Me juego un post en el blog a que hasta bien entrado el invierno seguimos sin conexión ninguna, habiendo como hay tantas otras cosas ( y tan poco tiempo) en el mundo.
2 comentarios:
puese nena, yo llevo como ocho años sin tele, y te pones de un a claridad inmensa!!!
Aunque quisiera no la podria ver ya... algo de cine de vez en cuando, netflix, y dvd's y ya...
Magda, recomienda a esa preciosidad de hija que tienes, Júlia que haga suya una frase de un genio de la música y la filosofía: Frank Zappa
"Soy el monstruo abortado por vuestra educación...
Soy el lodo que vomita vuestra televisión..."
Besazos, encanto.
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