Madres e hijas

de Andreas Smetana (pillado del blog de Jose Luís Galiano)


Desde hace al menos un mes, en casa no se pilla la tele. Sólo telecinco horror. La verdad es que es por desidia mía y de la Júlia pero será que no nos importa tanto. Es buen método para no verla. Parrafraseando la mirada de Tonino "...!hay tantas otras cosas ( y tan poco tiempo) en el mundo!".

La cuestión es que el viernes pasamos una velada juntas, la Júlia y yo; algo que se da, -como es natural-; cada vez menos. Compusimos un buen cuadro sentimental: madre e hija, en Barcelona, un viernes dede luna llena en Barcelona, espatarradas en el sofá con las ventanas abiertas, hablando de teorías sobre la infancia formuladas por Freud, Piaget y otros de cuyo nombre no me acuerdo, que la "nena" volcaba apasionadamente en la conversación y yo remitía, invariablemente, a mi única experiencia; que también es la suya, aunque parezcan dos muy distintas según sea el cristal con que se miren. Total; placidez y nada de sueño.

Hasta que llegó la tele. El dedo en el botón y apareció ante nuestras vidas un vastísimo campo de desolación, ignorancia y mala leche. Y nosotras ahí, pasmadas, increpando como los tios ante el televisor en un partido de fútbol. ¿La fascinación del horror o curiosidad morbosa pura y dura? Hablábamos e increpábamos mas de lo que oíamos, pero a la que atendíamos volvíamos a increpar. Nos tirábamos de las trenzas y nos dábamos la razón entusiasmadas como casi nunca en las cosas de la vida. Hasta que no pudimos mas y apagamos el botón. Hay un momento en que tanta brutalidad cansa y ofende.

Nosotras, pero, seguimos inventándonos entrevistas como si el mundo sólo fuera un cinco con dos contertulianas de atar y acabámos muertas de la risa, aunque la cosa de la que provenía el "show" no haga ninguna gracia.

Los valores que estos medios altísimos en audiencia ( mas puntos para el horror) infunden; son ninguno y por si fuera poco grave el asunto, lo único que subrayan y elevan a los altares es el mero hecho de ser madre. Pueden faltar al respeto, pasarse por el forro las dignidades suyas y ajenas, venderse, juzgar a mansalva o dejar el pus sobre la mesa camilla, pero ay; si eres madre o la has tenido, o no la has tenido nunca, o si te la mentan, ya tienes impunidad para todo. La involución es flagrante, ofensiva, se extiende hacia todos los puntos cardinales y hace un flaquísimo favor a las madres, madres, a las hijas, hijas y a los humanos, humanos, del genéro que sean. Júlia me preguntó si "aquello", refiriéndose a lo visto, también pasaba en el franquismo ( a veces cree que nací en el medievo) y tuve que decirle la verdad; en mi pedazo de franquismo, en mi educación y mi parcela de vida, exístia esto y cosas muy peores, que yo no viví directamente; ya fuera por ser niña o por el contexto. Ese ayer que viene de la tele y hoy es presente no lo he vivido nunca hasta ahora. "Pues, vaya guasa", -respondió- ¿Anem enrera com els d´ Esparraguera? ( traducción: ¿Vamos hacia atrás como los de Alcatraz?) La placidez no se fue al traste, pero me llené de impotencia y arranqué la antena de cuajo: "Para ver esto, mejor no vemos nada." Me juego un post en el blog a que hasta bien entrado el invierno seguimos sin conexión ninguna, habiendo como hay tantas otras cosas ( y tan poco tiempo) en el mundo.











2 comentarios:

Viviane Vives dijo...

puese nena, yo llevo como ocho años sin tele, y te pones de un a claridad inmensa!!!

Aunque quisiera no la podria ver ya... algo de cine de vez en cuando, netflix, y dvd's y ya...

Mariano Muniesa dijo...

Magda, recomienda a esa preciosidad de hija que tienes, Júlia que haga suya una frase de un genio de la música y la filosofía: Frank Zappa
"Soy el monstruo abortado por vuestra educación...
Soy el lodo que vomita vuestra televisión..."

Besazos, encanto.