Sueños

Foto pillada al álbum de Dominike Liaño
Esta mañana me he levantado evocando a mi primer amor. No recordaba el sueño, pero la sensación era plácida y muy bella, aunque la vida se ha empeñado en despertarme del ensueño impertinentemente, con una llamada telefónica de pesado calibre. A pesar de todo, se me ha quedado un hilillo de satisfacción, de modo que cuando me he encontrado de nuevo a solas he tratado de capturarlo. Nada. Ya sábeis que cosas pasan con la búsqueda. Que te vas con ella y muchas veces vuelves sin nada.
Ya no sentía escalofrío ni veía la posibilidad de tenerlo. O no por el sueño. Entonces me he enfurruñado y en lugar de ir a cantarle el catón al Hereu y a su séquito, he vuelto al pensar en mi primer amor, de quién guardo el recuerdo, el olor y hasta otras cosas mas intensas. Y se me ha ído un rato de primavera detrás suyo, trás el cual ( y al final de las paradas de metro) he concluído que a pesar de saber el nombre, el apellido y hasta el número con que empezaba el carnet de identidad del primer hombre de mi vida; él no fue mi primer amor.
No. El primer amor; el primero en puridad, el primero que te abre al deseo, el primer gesto que te hace sentir, no lo recuerda ni el mejor y mas atento amante/amanta que la historia haya dado.
Y no hablo de rollos intrauterinos ni de bebés neurotizados por san froid. Hablo de amor, amor. De batir palmas, de darse a la primavera y al mundo. De explotar por todos los poros. De vez en cuando me gusta posicionarme en estos puntos de vista tan extremos porque así recuerdo que no sé nada y no sabré nunca nada, lo cual atenúa mi chulería ( por otro lado tan indispensable)  y me deja a la altura del betún humano que es tan negro, tan poquita cosa y mancha tanto. 
Nó sabéis cuanto me gustaría que esta sensación se contagiara. Al Hereu Riera, al Hereu, Hereu, y a todos los que empiezan por tomar un bastón y acaban en megalomanía supina, que es algo que también nos pasaba, -en la intimidad y sin salpicar a nadie-, a mi primer amor y a mí-, con quién compartí quimeras imposibles cerquita de la Diagonal. 

1 comentario:

Mariano Muniesa dijo...

Cada día flipo más contigo...tienes razon, como siempre, y esa manera tan críptica de contagiar sensaciones a través de la literatura que tienes me parece fascinante. Y lo mejor de todo es que en mi último blog he escrito algo inspirado por una sensación parecida.
Un besazo.
Mariano