Autoterapia




Llegando a casa, en el escaparate de una librería, he visto una redición de Los Cuadernos de Malta, de Rilke y a punto he estado de atravesar con la mano el cristal que me separaba del libro, pero era tal el bochorno exterior que me he abstenido. En los días bochornosos no cabe la magia y sólo cuando revisamos el pasado o ansiamos algo, nos parece que existe aquello que llamamos la fidelidad de los días y se parece mucho a la reiteración de los actos rutinarios.
La rutina, cierto compás diario, es muy necesario. Ved si no a los bebés y a los animales domésticos, que todo lo desconocido les altera.
Para volar, primero hay que haber trabado el pie, e incluso se agradece mas el vuelo con un pie cosquilleando la arena, que un vuelo sin protección ninguna, sobretodo a ciertas edades.
Hablo de lo que anhelo; una sola guarida. Un solo punto de partida. Como un animal doméstico, como un bebé.
Esto que escribo es un aviso para detractores y amigos; tengan en cuentan cierta debilidad de paso antes del abrazo, antes del ataque yugular. Pero ni los unos ni los otros tienen porque estar pendientes (a menos que sean los que te ven mudar la piel cada siete años) de los inconvenientes ajenos. Cada uno carga su cruz y aquí y ahora, en el XXl, en Barcelona, en unos tiempos de crisis muy privilegiados en relación a tantos otros rincones de dolor del mundo, la gente, todos nosotros, soportamos tanto peso individual, que parecemos mártires.
Los mártires, a diferencia de los bebés y de los animales domésticos, necesitan el caos para manifestarse. Los mártires no van a comprar el pan, porque cuando son necesarios, las panaderías no están abiertas o hay un superhábit de harina en la población. Así que sería mejor no tenernos tanto en cuenta ni darle tanto a la bola ni desear lo que quieren los bebés y los animales domésticos y empezar a creer en los ángeles de Rilke, si no fuera como es, tan imprescindible; lo uno, como lo otro.




, ,

No hay comentarios: