Silencio y compromiso



Mas de una semana de silencio, sin entrar en el blog, y ya me achicharraba el gusano orondo que se me mete dentro del corazón, de la pieza roja, cómo lo hacen los gusanos en las manzanas de los cómics. Así es como tratamos en casa y desde mi segunda infancia, los asuntos cotidianos de la conciencia y/o el sentimiento de responsabilidad.
Empecé a escribir en el blog por diversión y ahora, además de la diversión, cuando no escribo, me aquejan sentimientos de responsabilidad. No vengo a quejarme.
Me gusta mucho este juego que propone la vida y que consiste en poder entrar en ciertas cosas bellas por mera diversión, por placer y porque si. Y también me me parece lógico que al poco, estas mismas cosas, exijan lo que es suyo.
Digo que me parece lógico porque siempre lo he visto hacer así. En realidad todo este funcionamiento viene de la historia pérfida de Eva, Adán y el gusano orondo de la manzana que la primera fémina se comió con deleite. La religión lía mucho.
El caso es que todos nos pasamos a llamar Eva desde aquel momento y desde aquel momento podemos entrar en los blogs, en las carnes, en los juegos, en las amistades, en los proyectos guapos, sabiendo que al tiempo nos exigirán lo suyo.
Tan criticado como está el episodio de Eva y, en cambio, a mí, el juego que creó el desenlace me parece bien acertado, al menos por lo que hace a las cosas vivas y bellas de la vida.
Me gustan mucho los compromisos. No les temo, no me asustan, me agradan, e incluso hay algunos (toma tópico) que me liberan. Es mi punto de santidad. Ya se que habrá quién no me crea, pero no me importa. Los que no me creen son los que sólo me conocen al salir de la marmita.
Lo que me pasa con los compromisos a los que tanto quiero, es que me gusta ser yo quién los escoja, y ya se sabe que no hay dos sin tres. No vivo en el mundo del jipi, que dicen los jóvenes de hoy día, y se a que atenerme. Pero venía a hablar de los compromisos a los que se entra por placer, no a los que te impone la vida con su cara de bruja cuando se pone borde a pegarte escobazos.
Cuando tomo un compromiso; -y los que me conocen, lo saben bien y hasta lo sufren-, no hay quien me pare.
De modo que mientras tenga dedos y tenga manos y pensamientos, seguiré escribiendo en este blog, aunque me pierda una semana. Si no lo hago es sólo porque, aunque me gusten mucho los compromisos, la vida, que es muy perra, te cambia el decorado en un momento y tienes que priorizar.
Esta semana pasada he tenido mucho trabajo. Además del trabajo, he seguido en la busca y captura de un lugar para meter la silla, para clavar el clavo, para asentar mi trasero, de modo que he trabajado sentada en una nube, de no ser por un amigo que me ha ayudado a poner el hilo en la aguja de las cosas secas de la vida en las que no entras por ilusión ni por placer.
Tanto me ha ayudado mi amigo, que como colofón a lo que parece ser un buen final para lo mío ( cruzo los dedos) teníamos previsto un domingo vacación, con él y sus amigos y los chicos de su banda. Nos íbamos a ir al campo, a tocar ( ellos) y a comer y bailar (los otros)
Era un plan y un compromiso en el que entrábamos con ganas, ilusión y por placer, después de haber recorrido una semana cuesta arriba en la que, repito, el amigo, a pesar de lidiar con un dolor muy bestia en el cuerpo, me ha ayudado.
Pero el domingo por la mañana despertó muy malito y nos ha dejado colgados. No es su forma de ser. A mi amigo le gustan los compromisos. Ha asumido muchos en esta vida sin hacerles ningún feo. Los médicos hablan de un bajón. Nadie sabe que pasará en las próximas veinticuatro horas, a las que seguirán otra veinticuatro mas, pero yo me mantengo optimista y, lo que es mejor, él también.
Mi próximo compromiso es escribir una entrada para el regocijo, la risa, el llanto o lo que sea y no para contar mi vida, en la que han bajado las temperaturas como en la tuya si vives en Barcelona. Un blog no es si no lo haces merecer, como las señoritas de antaño no eran nadie sin hombre a su lado, y algunas de nosotras, no lo fuimos un tiempo, sin bribón al que parar los pies. En el amor me comprometí una sola vez y no me molestaría hacerlo de nuevo, sólo que durante todo este tiempo en que el amor ha estado y no ha estado ( el erótico) he ido adquiriendo otros compromisos que no se muy bien si casarían con el amor, amor,; entre ellos el compromiso de mantener vivo este blog con el que me comunico con gente a la que no conozco y eso me parece magia potagia.







2 comentarios:

Anna dijo...

Bueno Magda, has tardado pero ha compensado. Te lo has currado, vamos.
Saludos

Teresa dijo...

Sin duda es magia potagia el que pueda leer esta extraña mezcla de lírica poética y conversación casera. Beso