Lobito Bueno


El modo con que la vida te devuelve las canciones contrapone los sentimientos, los engarza, los desune, los abraza y te pegan patadas en el culo.
Hoy me refiero a una canción en concreto, aquella de Paco Ibáñez hizo a través de un poema de Goytisolo, la del Lobito Bueno y que pasó por mi adolescencia en boca del Pep, un amigo que la cantaba mucho y yo siempre pensé que era por qué él se identificaba con el príncipe bueno que nombraba la canción y hasta muchas veces, con el mismo mundo al revés, del que también hablaba la canción.
Un mundo al revés plácido, no cómo el que hay ahora, que el chaval acompañaba con su físico de Mastroianni efebo y un rizo rebelde que le ocultaba la sien y le protegía la chaveta. Creo que fue el amparo de la sombra del rizo, que el bueno del Pep pasó de puntillas y con muy buen criterio sobre el babel de unos tiempos en que todos nos creímos dioses despechados del Olimpo.
Recuperé la canción cómo canción de cuna para la niña. Con el Lobito Bueno, el Rossinyol, Âguila Negra, el Duerme Negrito, la Bien Paga y hasta el Broken English, me monté un hit parade, que no debía distar mucho de los hit parades de nanas caseras de madres de una generación concreta que no sabíamos cantar.
Hoy la canción me vuelve a asombrar en un vídeo documental que se presentó hace un par de fines de semana en el Festival de Cine Anarquista de Barcelona que tuvo lugar en el Antic Teatre, y al que, por supuesto, no acudí por qué no supe de él, y al que, de buen seguro, no habría ido ni en caso de saberlo.
El documental en cuestión, -que si vi por Internet y a sugerencia de la niña crecida, de la adulta primeriza-, lleva el nombre de “29S Encenent la ràbia” (29S Encendiendo la rabia) y es un documento sobre el día de la última huelga general en Barcelona, que comienza a primera hora del día y termina con la noche oscura. La banda sonora es de lo más ecléctico; desde grupos hip-hop a cantautores actuales. Y de Ovidi Montllor a Paco Ibañez.
A mitad de la canción del Lobito Bueno,- cuando Ibáñez, Goytisolo, mi Pep y tantas otras voces que no se oyenen el vídeo, pero que cantan ahí, desgarrándose sobre el soñado mundo al revés-, vi en el video a mi hija. Estaba de espaldas y acompañada de su compañero. En mitad del follón, en el centro del meollo, en el mismo centro de la rabia que se enciende y a mí (referencial y muy pequeñita) me dio un vuelco el corazón.
Uno sueña para sus hijos y los de los demás un mundo al revés cómo el que soñó Goytisolo; y al verla ahí metida, junto a tantos otros; antes de llenarme de orgullo, muchísimo antes, pero que mucho antes, pero mucho, me hizo sentir infeliz.
La canción había avanzado un largo trecho en el tiempo, pero no había avanzado un ápice en la realización del sueño que propone. Y antes de inclinar la balanza hacia la culpa, la responsabilidad, o cómo narices quieran llamar al sentimiento de impotencia que se iba a instalar en mí, me dije,” Va, yo también saldré a la calle con ellos”.
Mañana tienen fijado un encuentro. En Barcelona es en la Plaza Universidad, a las siete de la tarde.
Mientras tenga piernas y tenga sueños y haya lobitos buenos y lobos feroces, hay que salir a la calle, extender las nanas hasta todas la cunas, hasta todos los catres y todas la camas y las vigilias de toda la gente y de todas las edades que compartimos un mismo sueño, una misma ilusión de dignidad.
Así que iré, a buen recaudo por qué no puedo correr cómo un bólido, pero con la esperanza de poder pillar la escoba de la bruja y salir zumbando por los cielos. Con la escoba de una bruja hermosa, con el recuerdo del príncipe bueno y gritando cómo sólo sabemos hacerlo los corderos fieros.



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