MENTIRAS (Con final "madre no hay más que una y para los hijos que sea")


Foto de Nazario de su álbum Barcelona 1974


“El pueblo no somos tonto”. La falta de sintaxis de la primera frase es más que obvia, incluso puede resultar ofensiva. Pasarlo por alto sería dejar pasar un ultraje, mentir sobre la buena utilización del lenguaje.
A la manipulación u omisión de información que se dio en el tiempo franquista (una información enana, libérrima, sola y asquerosamente dirigida) hoy, en la falsa democracia en la que vivimos, se le suman las mentiras que dicen sin rubor los contertulianos de las televisiones y las radios, por hablar solo de unas de las muchas mentiras que se filtran.
La democracia acepta y debe aceptar las opiniones y posicionamientos de todos y cada uno de los individuos, pero la democracia real, no puede ni debe soportar nunca ni bajo ningún concepto, la mentira. Ni en la vida política, ni en la vida social ni entre tú y yo en cuanto te pille.
El alud de mentiras que viene del sector aludido es tan grande y desproporcionado, que como me dice un amigo; “No deberías tenerlos ni en cuenta”, pero luego bajo a la panadería y al súper para preparar comida a los jóvenes que duermen el cansancio de un día como el de ayer en la Placa Catalunya (al llegar, me contaron, con mesura, análisis y la justa y digna crispación, los hechos que vivieron ) y me encuentro una panadería en la que todo el mundo habla a grito pelado, sin mantener el turno de palabra, como si saben hacer los muchachos en las asambleas generales a las que he asistido.
En el interior de la tienda oigo palabras sueltas: ladrillos, bombonas de butano, palos, gente en pelotas, perros flautas, okupas, drogas y mucho morro.
Pienso que los panes, en tanto que símbolos, más allá de la miga, la hechura o el centeno, se deberán sentir avergonzados de tanto dogmatismo, de tanta ira contra una indignación social que de buen seguro, y de uno a uno, algunos de los gritones, sienten.
Temen, mis parroquianos en la panadería, que sus hijos y sus hijas, sus nietos y sus sobrinos no vayan hoy a encontrarse con un ataque de los vándalos acampados, cuando vayan (si van) a celebrar la victoria del Barça (si gana) a Canaletas, cogiditos de la mano y después de haber tomado un vaso de leche con Cola cao. Siempre tan modosos, sus vástagos.
Todos ellos se “basan” en la “información” recibida. Dicen que Pilar Rahola dijo que los de la Plaça Catalunya iban en bolas (hubo dos la semana pasada, de mediana edad, en el césped y sólo para los ojos de esta señora) Dicen que en la radio dijeron que en la Plaça había bombonas de butano, palos y ladrillos, todo montadito para emprender una guerra.
Es gente que se deja manipular por la mentira del sector otrora aludido. Yo digo que los de la acampada estaban construyendo una bomba y de pronto me todos me miran.
No estoy para arengas, sólo suelto lo de la bomba, pido mis baguettes y mis croissants y me largo.
He dicho una mentira.
A las mentiras de los contertulianos que amplifican algunos de los que compran en la panadería de mi barrio, no se les puede responder con la verdad, sobretodo porque ni unos ni los otros respetan el turno de palabra, de modo que digo una mentira más grande y me quedo tan ancha. Una anciana, -la que ha hablado vehementemente de las inquietudes y las mentiras de la Rahola-, me toma aparte y me pregunta:” ¿Una bomba? “
Añade que su nieto está en la Plaça. Sonrío y me pilla. De pronto empieza a hablar con determinación sobre el derecho de la acampada y el derecho a la indignación.
La empanada mental es grande.
Me voy a casa, los muchachos ya están de pie. Espero que se duchen, coman y se vayan para dejarme escribir, hacer la colada, lavar la cocina, leer, hablar con el Skype con Vivianne que está en Australia, sacar el perro, visitar a mi madre y, si me da tiempo, hacer volteretas por el pasillo recién fregado. Las buenas intenciones no son mentiras, pero si no se concretan, decepcionan. Eso es algo que no están dispuestos a vivir los chavales de la acampada. De los otros, de los “modosos”, no me atrevo ni a hablar, como hacen tantos “de los míos”.






6 comentarios:

Juan Muñoz dijo...

Yo no lo podría describir mejor Magda, la pena es que destrás de tus palabras, no sé quién tapa a quién, las mentiras sobre la esperanza o al contrario, desde luego yo siempre me quedo con la esperanza aunque siempre me digan que es mentira, gracias¡¡.

kissu dijo...

gran problema de la gente: hablar sin conocer. hay que invitar a toda esta gente a ir a las plazas para que vean la realidad.

Viviane Vives dijo...

ponte en skype, corazon, que te hago un bocata...

Viviane Vives dijo...

Oye por cierto que hay cuatro o cinco españoles aqui en frente de la embajada española, a ver si me apunto!!!!

Mariano Muniesa dijo...

Tienes toda la razón.Voy a pedir a todos mis contactos que lean este blog tuyo. Verdades como puños

Samuel dijo...

Dicen que a los mentirosos pronto se les coje, pero el mensaje por desgracia termina calando en un sector de la sociedad, y eso es lo que cuenta.
Aquí en Madrid la mentira en medios de comunicación es una constante, pero puedo asegurarte que los que trabajamos en el asentamieto, no vamos a dejar de hacerlo hasta conseguir nuestros objetivos, que no es otro que dejar un legado digno a nuestros hijos por mucho que este cueste. Saludos y gracias por indignarte.