Fotografía de Samuel Rodriguez Aguilar
Fuimos muchos. Y en muchas ciudades. En Barcelona dicen que veinte mil. Ayer por la tarde, desde las seis a bien entradas las nueve de la noche, en que la gente ya tomó el camino de vuelta a casa, se fraguó el comienzo de algo muy importante. La manifestación "Por Una Democracia Real, Ya!", solo se difundió en la red. José Luís Sampedro, este hombre bueno y sabio al que sólo le faltan siete años para cumplir los cien, -y ojalá pudiera vivir todo cuanto le diera la real gana-, al inicio de su manifiesto de apoyo a la convocatoria, hacía un inciso: “digo Real, de realidad, no de nobleza.”
Es muy estimulante que un señor al que sólo le faltan siete para tener los cien lobitos que no tuvo la loba, venga a decirnos que nos saquemos el polvo de la cabeza y el corazón.
Aún no podemos medir el alcance de todo esto. Habrá más convocatorias, se sumará más gente. En Barcelona, los partidos y sindicatos tuvieron la oportuna idea de convocar una manifestación el día anterior. El motivo, decir no a los recortes del gobierno de CIU.
Ellos, los partidos y sindicatos, hicieron el mal gesto de querer solapar la manifestación del domingo por otra a la que cualquier persona con sentido común también hubiera podido asistir. La jugada recuerda aquello tan viejuno de las abuelas creyentes:” si no vas a la misa del sábado, vas a la del domingo. La cuestión es ir a misa.”
Alguna confusión se debió crear, incluso debió haber alguien que hizo doblete. El caso es que los “indignados”, no todos, solo veinte mil, solo unos pocos, salimos ayer a la calle y escuchamos las palabras de Arcadi Oliveras, el retumbar de tambores de los muchachos que animaban la manifestación pacífica y la certeza de que “algo” comenzaba a moverse.
Los políticos no han dicho nada. Y si lo han dicho, ha sido en beneficio propio. Esta vez se equivocan. Los indignados, los que queremos una Democracia Real, Ya!, no les vamos a votar. Votaremos a grupos minoritarios, nos abstendremos o votaremos en blanco.
Yo quiero votar a Guifré el Pilós, a ver si de una vez le cambian el caballo de la estatua, que está muy desproporcionado respecto a su cuerpo. O al revés, que le cambien el cuerpo. El asunto está en la proporción y en votar a alguien que no pueda caminar. A la cucaracha.
Ahora, el camino lo tiene que hacer el pueblo. Vuelve a ser nuestra hora. María Zambrano dijo que el filósofo es el que ya no se queja. Nosotros no podemos alcanzar, todavía, los laureles de los más elevados pensamientos, si apenas tenemos lo esencial, si el capitalismo nos lo ha noqueado y ninguneado.
María Zambrano también dijo que quién tiene que quejarse es el poeta. Que esta es la responsabilidad de la poesía, así como la intensidad, el despertar de la conciencia, y la inteligencia al servicio de las alegrías y las penas humanas. Metafísica, misticismo y otra vez la realidad.
Hablo de María Zambrano porque soy fan y la leo continuamente, esperando que la reiteración de sus maravillosos pasajes penetren por mis poros y me crezcan brotes de razones y sentimientos de las uñas de los pies.
A los pies, ayer, les dimos un buen trajín.
Los más jóvenes bailaban y pegaban saltos con sus piernas al aire sin rasgarse el pantalón, cuyo tiro les quedaba a la altura de las rodillas. ¿Cómo lo hacen?
Espero que esta pregunta sobre una cosa tan nimia se la hagan, muy pronto, los políticos a raíz de nuevos encuentros en la calle, en los que cada vez seremos más.
¿Cómo lo hacen?, se preguntaran. La respuesta puede anticiparse: “Unidos y con un gran deseo de una democracia real. Real de realidad, no de nobleza. Y también Real de nobleza. Nobleza personal. Y a lo sumo, nobleza Reyes Magos.
1 comentario:
De verdad has hecho eso? Joder y yo que tenía tu blog en favoritos. ADIOS BONET.
Publicar un comentario