Exclusiva mundial: "Dos mujeres y un destino"

                                                  Patricia Godes por Manolo Campoamor

Patricia Godes es una periodista que dio con sus huesos en el rock and roll y la música popular siendo muy jovencita y, curiosamente, aún vive de ello.
Le llevo un par de añitos, así que chuleo todo lo chuleable en este caso. Dos añitos de más en el tema.
Ella puede vacilar de lo contrario, de ser más joven y de haber mirado por la mirilla con cautela antes del aterrizaje.
Patricia ha hecho su carrerón en Madrid como punto de partida y servidora se ha servido de la estación de Sants y el aeropuerto del Prat de Barcelona.
Todo esto es para contar algo que el mundo no sabe, y es que esta gran (la Godes odia el adjetivo gran) profesional del asunto y servidora tenemos una epístola de e-mails que nos mandamos hace un par de años en los que charlábamos del rock and roll nacional y foráneo sin dejar de contarnos anécdotas en las que iban apareciendo personajes famosillos, desconocidos y famosos con nombres, apellidos, grandezas y miserias, siempre tratando de analizar, a partir de lo concreto, la evolución de la música popular hasta el actual estado de las cosas.
El material es una bomba de relojería. Ni tan asquerosamente “vidas privadas ajenas” para agradar a las editoriales de gran consumo, ni tan “ensayo” como para complacer a las más sesudas, pero una bomba de relojería al fin, en el que además de lo musical (que es mucho) se cuentan dos medias vidas de mujeres fruto del baby boom, que han ido transcurriendo en el más machista de los mundos, aunque cuando entramos a ello no nos lo pareciera tanto.
Escribo este post sin esperanza ninguna, pero con la certeza de que quién no llora no mama.
A ver si alguna editorial pilla el anzuelo y nos pide el trabajo. Un trabajo qué, si se diera el caso, aumentaríamos y corregiríamos.
Sé que no son buenos tiempos para el rock and roll y que la única música popular que amenaza con hacerse presente es una martingala de sonidos aberrantes, al menos para los más débiles.
Estar junto a los que no tienen voz forma parte de la actitud rockera de cuando entonces, la esencia por la cual yo entré en el rock como en mi casa sin pasar por el jipismo, siempre más bucólico y amuermado. Cuando le comenté esto a Patricia, lo de la actitud, -que a mí me engrandecía el alma-, recuerdo que me respondió si alguna vez me lo había creído y le respondí que "todavía".
Ella, además de vestir muy bien, es mucho más escéptica que yo, más “malota” (¿más?) 
Y ambas, en los discos duros de nuestros ordenadores, guardamos un anal de tropelías con las que se cuenta la historia de la sociedad del bienestar y su posterior declive en treinta mil risas y muchas más melodías.
Sin esperanza pero por si acaso lo dejo dicho. No sé qué dirá Patricia de todo esto, pero me ha venido a la cabeza porqué acaba de escribir un texto para el Tentaciones* de morirse de la risa que me ha aliviado la semana y me ha dado por reivindicar lo nuestro.
¿Quién quiere publicar el libro que muchos rockeros no querrán ni ver?



* Y mira que es difícil reir con el Tentaciones

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tontina