La hora en que mataron a Lola


 En la foto, Tomás Gutiérrez- Alea, Babi Díaz y un señor con gafas a lo James Dean sin identificar

Ayer fue el día Internacional Contra la Violencia de Género. Ayer escribí un blues que me salió hard rockero y cuando lo di a leer me dijeron; hay mucha frase subordinada, de modo que esto debe ser un jazz. No se puede transformar un ritmo musical a palabras a menos que seas un gran matemático y un mejor lingüista o a menos que te importe un pito como lo interpreten los demás.
Total, que entre una cosa y la otra, hoy, a las tres de la tarde, la hora en que mataron a Lola, como dicen allá en la Habana, no tenía nada escrito. A la primera persona que le oí esta frase, fue a Babi Díaz, que es una amiga del alma a la que le he oído casi todo lo que se cuenta en la Habana, aunque también he vivido la ciudad sin ella.
Babi, que en la foto que ilustra el post está junto a su primer marido, padre de su hija y abuelo de su nieta Luna, el grandísimo Tomás Gutiérrez-Alea, y junto a un tipo que no sé quién es; en mi primer viaje a la Habana, en su casa, me despertó un día de la siesta diciéndome, arriba mi amol, que son las tres, la hora en que mataron a Lola. Luego me contó la historia de Lola que resulta que fue una bella prostituta a la que un amante suyo asesinó el día en que se dio cuenta que no podía soportar que se dedicara a su trabajo, que es como la conoció, trabajando, porque Lola podía simular un orgasmo como hemos hecho todas, pero engañar, nunca engañó a nadie y encima, a su paso hasta las piedras sacaban brillo. 
El bestia, el asesino, era médico de profesión y se cuenta que llegó a comentar que sobre un asunto así, tanto la justicia como el pueblo se mostrarían benévolos, dada la profesión de la mujer asesinada.
El tiro le salió por la culata, aunque no lo suficiente, porque lo suyo es que el tiro le hubiera volado la cabeza y el caso conmocionó a Cuba entera, hasta el punto que el entonces dirigente del país, Ramón Grau San Martin (1933-34 y 1944-48) uno de los que se opusieron al posterior golpe de estado de Batista, en una ocasión, al terminar un discurso, mirándose le reloj, exclamó: anda, si son las tres, la hora en que mataron a Lola. Y así, desde hace muchos años, a las tres de la tarde en la Habana, se recuerda un injusto asesinato fruto de la violencia machista.
Los cubanos son muy marcianos, algo que algunos amigos de aquí me lanzan como apostilla algunas veces para haber si me chisto sobre otras.
Pareces cubana, me dicen, pero yo no callo. Para mí, la apostilla es todo un honor. Los cubanos, decía, te hacen “el cuento” de cualquier cosa. Igual te lo hacen (no te lo cuentan, te lo hacen, lo cual implica doble creación) de la familia del puerquito asado que te vas a comer, que te lo hacen sobre complicidad de los enfermos cubanos con el régimen castrista y como estos, los enfermos que yacen en las UCIS de los hospitales, a la que la enfermera les grita: “Respiren fuerte, que viene un apagón”, toman aire con gran disciplina.
El cuento de Lola, viene a cuento del día de la Violencia de Género, que fue ayer, el mismo día que escribí un blues que parece un jazz e igual subo mañana para que alguien baile un vals y me ha venido muy bien para presentaros a Babi, un ser extraordinario que desde que es abuela de una Luna rumbera que anda en patines por las calles de Nueva York ya no me visita en Barcelona, a hacerme cuentos de la gente y las cosas de La Habana, qué, como a ella, siempre llevo en mi corazón. Azúcar sobre todas las mujeres!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Esta foto pertenece a la filmación de la película Memorias del Subdesarrollo y quien aparece sentado es su protagonista: Sergio Corrieri