Pan y Cebolla (artículo de opìnión)



En la Rambla de Igualada, ciudad donde nací, crecí y viví de un modo permanente hasta los dieciséis años, hay una casa a la que se la conoce como Cal Pà i Seba (Casa Pan y Cebolla) En mis años mozos, Cal Pà i Seba era un referente geográfico. Vete a buscar los pantalones a la tienda que está delante de Cal Pà i Seba. El dentista está en el primer piso de la casa contigua a Cal Pà i Seba o una vez estés delante de Cal Pà y Seba tira a la derecha. Todo así.
Ignoro cuando pregunté el porqué de tan feo apodo, lo que sí recuerdo con claridad fue la respuesta. La casa era de los Godós, los Godós de la Vanguardia de avant la Vanguardia, que habían hecho florecer una gran industria textil a mediados y finales del mil ochocientos. Dice la leyenda, -más veraz que el amor puro-, que los trabajadores de los Godós hicieron huelga para pedir aumento de sueldos, precarios como eran, y en mitad de la manifestación, el jefe, el Godó de turno, increpado por alguien, acuñó una frase que fijó su talante y marcó su karma por los siglos de los siglos: “Los trabajadores, con pan y cebolla, tienen más que suficiente.”
Cal Pà i Seba, para más inri, se alzaba y se alza, en la acera de la Rambla por la cual, siendo yo niña y muchos años después, solo paseaban los xarnegos. Los catalanes paseábamos por la de enfrente. Y no crecí en el Medievo. Dice mi hija que para decir la edad sin decirla, diga que soy más joven que la Barbie, algo que en su dia y al saberlo, a ella la dejó estupefacta como es normal.
El caso es que si creces en un ambiente así, con aceras divididas y leyendas terribles, aunque tengas pedigrí catalán del conquistador sin mácula “castellana” hasta donde alcanzas a saber, o te vuelves un aburrido o un alza muros de rediós o sigues las enseñanzas de tus padres (en mi caso y partiendo de una enorme auto exigencia ética, me inculcaron que cuando las aceras del vecino veas discriminar pongas las tuyas en remojo, así como cuánta más acera pasees con más piedras y hermosuras tropezarás) y es fácil que acabes sintiendo que no perteneces a las aceras si no a los tejados y acabes por vivir sin sentirte de ningún otro lugar que no sea la levitación de los cuerpos, siempre un poco más por debajo o por encima del suelo donde pisas, aunque esta es otra historia y muy personal.
El caso es que Cal Pà i Seba estaba en la acera donde paseaban los xarnegos y no los catalanes, de modo que esto ampliaba su karma hasta enredarlo en la histeria de hoy día, en que el Grupo Godó, que durante más de un siglo ha contribuido a diseñar una prensa en lengua castellana para el burgués que lo hablaba con Franco y dio un vuelco súbito al catalanismo con la democracia, revisitado de pronto por la acera de enfrente-, hoy se puede comprar en las dos lenguas, de modo que se puede leer en la acera por donde pasan unos y en la acera por donde pasean los otros, contribuyendo de este modo a una igualdad de entendimiento democrático amén.
Si no fuera porque detrás de la Vanguardia están las inyecciones económicas, comúnmente llamadas subvenciones, que les pincha el actual gobierno de la Generalitat, -el mayor dispendio y estupefaciente, todo sea dicho-, no se sospecharía o se tendría la certeza de que detrás del Grupo Godó, detrás de Cal Pà i Seba, está la idea de ir dejando de lado la radio y la televisión públicas de referencia por otra referencia de copago en el que el PP y Convergencia i Unió, pasearan, del brazo, por la acera de en medio demandado pan y cebolla para los trabajadores de los entes públicos, que irán, poco a poco bajando la cuesta.
Es curioso que un periódico de tanta enjundia catalana, avant el catalán, tenga y tuviera entre sus filas a articulistas tan pro patria catalana como Quim Monzó y la Rahola (a ésta solo le falta tirarse a los brazos del president y a las piernas de Paolo Vasile, el hombre de Telecinco, partida en dos, como una mártir del amor hermoso) y les hiciera escribir en castellano contraviniendo su ideario.
La cuestión es que el Cal Pà i Seba de mi infancia ha ido tomando terreno hasta poner en jaque, por acuerdos tácitos o acuerdos morrocotudos entre el PP y Convergència, a la televisión y radio autonómicas, que deberían estar al servicio del pueblo. Y cómo cuando le comunicaron a la actual jefa de la casa, a la Terribas, lo que iba a hacer el Govern; cortar las alas de lo público sin menguar un ápice la subvención al Grupo Godó, la rubia dijo no con signos de admiración, defendiendo lo de todos, los muy populistas la tachan de no querer contribuir a la apretada de cinturón a la que nos vemos abocados y  cuanto más pobres, más. Los populistas del pacto reducen a la periodista de las mejores entrevistas televisivas de los últimos años, a no querer equiparar su trabajo y su sufrimiento al que siente un enfermo al morirse por falta de atención a las puertas de un hospital.
Vi la entrevista Terribas-Mas y como pasa con las pelis, a medida que pasan los días, más la entiendo. Y la entiendo como entendí la explicación que me dieron cuando pregunte porqué una casa no se llamaba casa si no Cal Pa i Seba.
A tanta indignación como nos van sumando le vendría bien una acampada con patines en Plaça Catalunya, con o sin pista de hielo. Al menos los igualadinos de la no acera, los del camino de en medio y del tejado podríamos ir sin rompernos la crisma, porque desde niños, además de conocer el karma de los Godós que padecemos los demás, nos enseñaron a patinar en el velódromo de bicicletas en que cada domingo se celebraba un partido de hoquei sobre patines donde no importaba la lengua que hablaban los jugadores si no el impacto del tiro. Lo que no consiguen las aceras lo consiguen los deportes, pero sólo en la cancha, no vayamos a flipar, que el pueblo somos muy dados a eso. A exigir más que pan y cebolla por nuestro trabajo.

1 comentario:

Zarafin dijo...

muy interesante e ilustrativo, para los que no vivimos por allí y no nos enteramos con tanto detalle. fatal que se quite dinero público a lo público si es para darlo a lo mismo en lo privado.