Al teléfono

De Xaviér Puigmartí

Al terminar una conversación telefónica ya no nos decimos aquello de ay si nos oyera alguien pensaria que estamos de la olla. Hemos aprendido a no darnos ni mucha ni poca importancia, pero seguro que si alguien nos oyera pensaría que estamos de la olla, como lo pensarían de vosotros y de tanta otra gente que mantiene con su cada cual un código hablado medio infantil medio bobo y muy intransferible con imposturas de voz y palabras inventadas.
Al acabar una conversación telefónica nos decimos adèu usted lo pase bien y ame mucho al quién junto a una de estas palabras que fuera del ínfimo espacio que los dos ocupamos en comunicación no quieren decir nada o quieren decir otra cosa, o no existen y ni tan solo se pueden escribir si no quieres herirte muñeca y secreto.
Algunas veces tenemos que dejar de lado la jerga porque lo que hay que decir impone un tono serio y preciso. La intensidad del abrazo es la misma con otras cosquillas. Igual fuerza en el arrumaco de la voz y la palabra que espolea lo que hay como en la ternura.
Lo difícil es abrazar la impotencia del uno, el dolor del otro, el diálogo del opuesto, -que es el igual y no el contrario-, cuando te viene con cosas que no están en tu mano solucionar (fuímos dioses sin Olimpo pero ya pasó) y entonces, las palabras inventadas, la jerga, aquello que perderá definitivamente su sentido el día en que al primero de los dos se quede seco, se vuelve pueril, inane, yermo, ineficiente e incluso obsceno.
A nadie se le ocurre decir, -y es un decir-, chachipirulitralará a alguien a quien quieres y le están perfilando con un cuchillo las líneas de la mano. Más bien te vas a por agua limpia y vendas, pero no por teléfono.
Una vez expuesto la medida y la hondura del zarpazo, el uno se sentirá un poquito más acompañado pero igual de herido y el otro se queda atrapado en el clink y el silencio ruidoso de un teléfono al colgar sin las palabras de la risa y la complicidad del bienestar.
En un amago de ternura te atreves a decir, -y es un decir-; pirulitucachoguapo, pero apenas si es un murmullo lo que dices sabiendo de antemano que el otro ni lo atenderá. No hoy, aunque la bobada, el secreto, el mimo, lo lleve siempre consigo.

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