Sé que tengo una mente atascada, cercenada y
enfocada a lo pequeño, a las cosas sin importancia en las que tratan
de posarse las grandes gestas, algo que he vuelto a entender esta
tarde, cuando escuchando el debate (De- bate) de la Nación (Ración)
ha habido un momento en que la desmesura de las palabras de los
políticos, su desfachatez, ha colmado el agua de mi vaso de chupito,
y he ido a sostener la escalera en la que un colega que ha venido a
visitarme trataba de acabar una tarea de bricolage, mientras el
dichoso debate seguía, a pleno pulmón, retrasmitiéndose desde el
ordenador, cuando,- y grande ha sido mi sorpresa-, el colega, que
había guardado los clavos en el interior de su cavidad bucal, se ha
tambaleado y ha dicho, joder, me he tragado uno, y lo he visto todo
claro, ilustradito.
¿Tú crees que me puede horadar el duodeno?
Hombre, no creo, pero si pasa algo, nunca diré cual ha sido la causa
de tu muerte, con lo que has llegado a ser, tan rockero, tan
solidario y tan atento.
El colega es hipocondríaco, lo cual no le libra
de fumarse un camión de Marlboro rojo cada media hora y tratarse
para supuestas intolerancias a ciertos alimentos.
Ha habido un momento de pánico y ha sido cuando
Rajoy esgrimía el argumento de que nadie puso una pistola en la
cabeza a nadie a la hora de dar el sí a la Constitución,- caballero
valedor de la cosa del morirse pronto o morirnos todos-, y que los
suyos no refrendaron cuando entonces.
Ciertamente, había razones para tragarse muchos
clavos, pero el colega ha sido buscado al azar por la sinergia
universal del gran cosmos, y se lo ha tragado él. Era una punta
larga y afilada. Mañana contaré el transcurrir del asunto, aunque
de momento la cosa está calmada y el hombre no dice nada susceptible
de ser aplicado a la ingesta de materiales nocivos. Lo último que le
oído decir es “ no se porque coño no puedo dejar de escuchar esta
mierda si me la pela de costado y de frente”, lo cual es un
razonamiento justo.
Es encomiable que siga preocupándose de su salud
mental al ver que no esquiva aquello que le da mal rollo, y lo es que
el tema se la pele ( es un decir, aquí no entra la literalidad y de
eso estoy siendo testigo en primera línea de fuego) el debate
bochornoso, vergonzoso y espialidoso de todos y cada uno ( hemos
aplaudido a Coscubiela porque tiene apellido de vecino enrollado y
tiene “aquello”) de los políticos del busto por encima del
atril.
Pero lo de Rajoy es peor que peor. Lo de Rajoy no
tiene nombre porque todo le llama por el suyo, que es el de cobarde,
cínico, mentiroso y asqueroso. Con lo que está pasando, con todo lo
que sabemos, los que voten al PP a partir de ahora, cuidadín que te
vi, y digo eso a pesar de poner en entredicho con tal afirmación ( o
precisamente por ello) mi poco ponderado talante democrático.
Rajoy debería no existir porque es una negación
sistemática y las negaciones no existen, se evidencian y se esfuman.
Rajoy y sus compinches. Esperanza la cretina,
marca España. Pilar Rahola, marca sueño yanquie contertulia.
Imaginábamos, mi colega y yo, al filo de lo que
cuento, -él muy metido en su pavor, temiendo que todo pudiera acabar
de un momento al otro, y yo, animosa para sacarle de un
ensimismamiento más nocivo que el clavo mismo entre los intestinos,-
cómo sería la Aguirre de haber nacido pubilla en la ciudad de Vic y
de qué modo habría de comportarse Artur Mas de haber abierto sus
ojos en una zona rural gallega sin un líder al que imitar para
matar, al buen manual Freud.
Hay ciertas identidades, entendidas como el ir
haciendo del ente, que las trascienden por exceso imperativo de las
mismas, lo cual no quiere decir que no mole estar bien asentaditos
sobre el eje aunque nos llamen abandonados, pero la invasión de
entes extraños y malintencionados, existe y da pavor. Por contra,
hay otras identidades, seres humanos, que tragarían clavos aquí
como en Wisconsin y se la pelaría lo mismo y la misma cosa, a pesar
de atenderlo, de haber nacido en Toledo que en Lyon. No quiero
parecer reduccionista a pesar del enfoque pequeño y la dificultad
para la abstracción que me limitan, pero se que muchos de vosotros,
compañeros pobres según san Andújar, me entendéis. En otra
ocasión más propicia me extenderé sobre lo dicho, si es que se
presentan ocasiones de tiempo que perder. Ahora me voy a preparar un
puré gelatinoso y a terminar la tarea de bricolage inacabada
mientras el compañero me sostiene la escalera y escuchamos a David
Bowie, o alguna cosita así del placer cotidiano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario