Alejandro Molina en una de sus exposiciones, visto por su compañero Nazario
Hay un virus
letal que corre por las cosas endiabladamente sin tener en cuenta nada y a nadie
y es el del imposible entendimiento (hablo en un sentido general) y de la
incapacidad o negativa y cerrazón para tratar de entender al otro. Tanto correr
y burlar esquinas para quedarse viendo el mundo como se desgañita tras
consignas inútiles desde el pensamiento único y la intransigencia, y ya ves,
ahora yo haciendo un discurso jipi, como si el punk no hubiera servido para
nada.
¿Qué hay en
el punto final de una línea de puntos que comienza por un cero?
Posicionarse
es sano pero analizar y cambiar de casilla lo es mucho más.
No vivimos
solos y qué mal estaríamos nosotros, los que las vemos venir de igual modo,
todos solitos, sin la traca necesaria de los demás (no hablo de individuos
Bankia, de individuos detritus que ya han traspasado las barreras de la
dignidad)
¿Qué si me
he apuntado a una secta? No. Y si quisiera esgrimir la diferencia, aquello que tanto
nos gusta hacer cuando vamos de, en fin, no sigo-, diría que no me dejan
apuntar a nada, pero soy yo la que me he forjado una caligrafía imposible para
encajar en las libretas de ídem.
Apostando
por el diálogo en toda la dimensión del asunto, me veo cerrando las puertas
sobre las narices de mucha peña que va de buena, que va de guay, que va de ir
haciendo.
Convivir es
un verbo difícil de pronunciar siguiendo el hilo de los asuntos culminados,
como lo es amar y seguir amando en los asuntos de cerca cuando la cobardía
invade a uno de los oponentes.
Y luego
rechazamos ver partidas de boxeo, nos ponemos locos cuando les regalan pistolas
a nuestros hijos y el callo de la comodidad se va agrandando como las raíces de
un árbol milenario. Maldita desafección.
Alentada por
un chico de qué chiquillo madre mía si la juventud tuviera ida y venida, túnel
del tiempo, al menos para lo que dura una siestecita y el zapato olvidado en la
escalera, he vuelto al blog.
No hay buen
propósito que el tiempo no confirme o desestime ni persona que no se confirme o
desestime al pasar el tiempo.
El hueso del
cerebro ( va por ti, Tina Gil) que nos obtura el balancín del dar y el recoger
para anclarnos, lo tenemos que dar a comer a las vacas que recorren los prados,
si es que tienen tan mal gusto.
Y recogernos
en lo mejor del mundo, que son aquellos momentos de toma y daca donde todo
fluye, cuando confirmamos la humanidad misma y vamos más allá del chasis y
sentimos que todo va bien, que es lo que sentía estando con Alejandro Molina, grandísimo
escultor, grandísimo ser humano, travieso y coherente, que nos ha dejado para
ir a un lugar misterioso, adonde solo nos llevaremos la poca paz que podamos
crear.
Y no, no me
he hecho de una secta más que de la luna, donde trato de comunicarme con
Alejandro. Así en la luna como en los cómics.
No hay comentarios:
Publicar un comentario