Tres veces te engañé

   
Paquita la del Barrio




La historia, si es una, que no lo es porque cada cual la escribe y la vive a su modo, y en realidad es una masa multiforme que adopta formas monstruosas y capciosas, casi siempre anda sola. Y los del mazo dando, independientes. Los del a Dios rogando.
La solidaridad entre el prójimo (la que se da allende las fronteras es otra cosa que no voy a mentar) es un cosquilleo que hermana a  la gente en las sobremesas, cuando la copa de más y el tanto por llorar, pero luego no existe. Por eso dicen que es una palabra gastada, algo que nadie diría de la palabra dinero, aún cuando es obvio y objetivo que el dinero se gasta más que la solidaridad, aunque algunos lo atesoren, o lo tornen opaco. Estos cretinos llegan a hacer poesía con sus definiciones, solo que la poesía, como la solidaridad, si viene de mala intención, no cuaja.
¿A cuántos poetas cretinos he leído? No me importa. Si ellos escribían en el bulle bulle de la sobremesa y alguien lo reciclaba en actitud ya sirve.
Cada día sueño en que se abre la Constitución. Es un deseo masculino. Ábrete, déjate sacudir, jodida.
Pero al día siguiente le han puesto más cimiento al muro. Intriga la virginidad de las cosas, porque no es sana.
Perder la virginidad y darla una y otra vez, exponerse, entregarse, es necesario para vivir, pero si prefieres el cosquilleo y la lagrimita y con esto te basta, tú misma, tú mismo.
Lo que no es bueno, o no para mí, es escribir con la música puesta. Ya tengo un estilo libertario loco como para eso, pero ahora, Paquita la del Barrio me ha distraído con aquello del tres veces te engañé, y como me gustan las cosas que se cierran en círculo, a sabiendas que el círculo es una figura geométrica  tan imposible como la solidaridad, siento que lo que dice la cantante me viene bien a lo que estoy contando.
Ella dice que tres veces lo engañó. La primera por orgullo, la segunda por capricho y la tercera por placer.
¿Lo veis?  Yo lo siento diáfano. La pobre Paquita no lo hizo por placer hasta la tercera va la vencida. Si engañas a otro por capricho o por joder, no engañas al otro, te jodes a ti mismo.
Lo primero siempre ha de ser el placer o el trabajo. El orgullo es la Constitución, el búnker.
Y la Constitución hace historia, como la hizo la Inquisición, hermanas en la rima.
Mientras, los del mazo dando y los del a Dios rogando no nos comemos más rosco que el que pillamos por placer y no se gasta porque no es dinero.
Ay, qué bellas son todas estas cosas que me das y que no se pueden pagar ni con dinero, se exclama en las sobremesas con la copa de más y la lágrima suelta. La próxima vez que lo oiga diré, dame doscientos euros ahora mismo, ponlos aquí encima en un plis, so pena de que me llamen puta. Al final son ellos, los opacos,  los que hacen que lo reduzcamos todo al poderoso caballero.
Entretanto buscaré a un editor en este mundo de dios editorial que me publique un libro de textos conexos pero cortos, uno debajo del otro, al modo post. Me he dado a la ciencia con el TDAH que no existe pero en mí si ¿Por qué siempre tengo males y bienes que la peña, aun no siendo profesional, pone en vereda?
Tres veces me engañé y todas por placer. No quiero salir victoriosa y sigo soñando en la Constitución, en como quebrar los momentos de beatitud del tanto por llorar, canalizando a la manera romana, con acueductos, las emociones.



(Y esto va por la gente que trabaja y trabaja por el prójimo, que hay muchos, a pie de calle)

1 comentario:

Blanca Andreu dijo...

Acabo de hacer una lectura comentada conmigo misma de tu blog desde el 2010 y me he quedado admirada de cómo va y viene tu mente por aquí y por allá dando saltos como un corzo por los campos de en Salamanca. Vaya una prosa ágil que tienes, y original, y poderosa, y viva al máximo.
Me he reído mucho y me he recreado con tus grandes frases, sobre todo con esas encadenadas, que son las más libres de todas.

Ole tú!