Pintando primavera


Retrato mio de la perra de mi hija, sin eufemismo alguno



Vengo a poner en marcha y públicamente la primavera en este blog del voy y el vengo (si no estoy aquí estoy en el Butano Popular, pasen y vean) con aquella reflexión, gran semilla, de José Luis Sampedro, qué al ser preguntado por la democracia, al poco de morir, al mucho de vivir, dijo que la democracia no existe si los individuos que la forman no tienen/ no tenemos libertad de pensamiento. Y como nos educan para ser borregos (ay medios de persuasión, libros de texto, bueno y malo en contexto particular y dictámenes generales) por no existir o no servir para nada, no sirve ni la libertad de expresión, si esta no es más que un eco de los mensajes  políticamente correctos y no va abonado con esta libertad de pensamiento para la que hay que reeducarse continuamente y es donde yo trato ( trato o truco) de permanecer, aunque no siempre consiga detener cierta ataxia a lo mullido de las tradiciones del pensamiento generalizado , al juicio rápido y a los estereotipos de mi propio personaje.
¿Cómo molestarme, entonces, si quienes no practican la libertad de pensamiento, si no la libertad de capital y “las cosas como son”, dicen que voy a presentar una candidatura política, comprarme un bañador de rayas o preparar un ataque en alta mar?
Al fin solo están los amigos y la peña del blog, que han entendido lo que hay que entender de quién escribe, si es tanto.
Que el mundo está muy descerebrado ya lo sé. En el 2015 también. Uso el tango Cambalache. Pero que toda esta movilización para poner las cosas en orden (que dura desde que duro) solo haya servido para ser menos (¿!) homófobos, respetar las diferencias religiosas de los jugadores de futbol de primera división, condenar cierto machismo y mirar sin santiguarse a los discapacitados, no deja de ser muy poco y es mucho y no es nada.
Urge la reeducación. Y para ello lo que tenemos que hacer es negar primero la educación recibida, ponerla en vereda y poner el resultado en acción.
”Què exigent que ve la primavera”, canta Maria del Mar Bonet en la Dansa de la misma, un tema de ale hop total de ánimo.
La exigencia, si cunde y se comparte, es la máxima ( por bella y perdurable)  representación de lo humano. La intransigencia es la máxima representación de la amargura, que también es humana, pero es muerte.
Y para no morir antes de hora o vivir aletargado cantando los slogans del momento ( ejemplo: retuitear viva Ciutat Morta y al día siguiente de hacerlo insultar a los okupas) Para no flagelarse con un mundo que se acaba en uno mismo y se hace en los demás, aviso que me ha dado por pintar. De ir haciendo algo que no sé y por lo que siento inmensa curiosidad, lo primero que he deducido es que lo primero que sacas, además de la torpeza, es lo que te sobra. En mi caso ha sido la ingenuidad. ¿Quién lo diría? Dirán algunos. Y quién lo iba a decir. Siempre es la boca. La primavera la quiere besando.
Y esto está dedicado a Xavier Vinader, que nos dejó, pedazo de primavera, de corazón amante y de corazón activo, precioso fruto.


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