Vas a
casa de gente que te quiere, porque estas cosas se notan y porque la unión es
duradera y sólo por eso, que es casi todo, te sientes en un mundo idílico,
entre un montón de perros, el campito cercano, la ciudad a tus pies, y entonces
dices va, voy a obsequiar a santa matrona y a los demás con una buena tortilla
de patatas, marca de mi casa ( patria go home ) y me pongo a hurgar en una
cocina de vitrocerámica de los mil demonios entre el hot, lo táctil y lo avieso
de la tecnología y escogiendo la sartén inadecuada,
porque la maravillosa, la que no se engancha, estaba en el fondo de un armario,
al fondo del mar, y acabo cocinando un churro patatero y nunca mejor dicho, un
mejunge, un salteado, para
pasar a cagarme en la puta ( yo sí, soez) y luego
decir bueno, la amistad también es eso, no atinar al cocinar y no pasar nada,
hablando como los sioux y el gran Krahe ( adiós hombre bello) pero siguiendo en lo móo, ya sin tortilla a la
vista, voy y preparo una ensalada, solo que dejo el cuenco al borde del mármol
o lo que sea que fuere el material de la encimera del mueble, sin prever que
uno de los perros, el mas joven, no solo es vegetariano sino que está medio
loco, mal educado, y a la hora de cocinar hay que mandarle a pastar a la
terraza, en donde yo estoy hablando por teléfono con un colega del escribir para
concertar una cita, y cuando vuelvo al santuario de la alimentación veo la gran
fechoría, a los pies, como la ciudad, y venga a mentar de vuelta a los
excrementos y a la puta (que no es santa
pero quien sabe y tiene un trabajo a regular en común) y luego vuelvo al va, la
amistad también es eso, pero ya no me vale excusarme con la bendita cosa y
siento que he de idear algo rápido, porque la peña está por llegar y pienso,
haré un membrillo, haré un librillo, escribiré el libreto de una ópera y solo
se me ocurren cosas imposibles o cosas del comer espiritual como si supiera
cuál es el hambre que acecha a cada quién y yo tuviera el molde para el
imposible croissant. Entonces doy con lo más fácil, que es la pasta (el poder
corrupto y el pueblo llano siempre vamos a lo mismo, a las mismas palabras con
distintas definiciones) y tiro de la olla tratando de acertar con los botones
de la vitro, que no son para un ojal ni para acariciarlo antes de llegar al
pubis, sobre tu vientre iluminado.
Y a
medio hervir el agua, que no era con gas, -que en escogerla fui ducha-, llegan
todos, medio famélicos, y dicen, esperaremos y se echan unas risas por los desatinos y toman la intención entre
sus manos, la acarician como a un ratoncito huérfano, y vuelta a reír y a
buscar en la nevera un pesto que no está mal, mira, tiene piñones como la piña
y raiía rabiña, pero yo sigo pensando que a la noche si, que a la noche les he
de dar lo que se merecen y mientras pienso, les doy otras tantas cosas y recibo
muchas mas, aunque sea comida lo que les quiera ofrecer ( afecto en aceite) por
amor propio y por que si . Caray, ¿Qué pinta en todo eso el amor propio si es
que su lápiz solo tiene dos puntas, una blanca y otra negra, y al romperse salpica
sangre?
Esto no
cabe en la amistad, -otra cosa es se ponga-, así que decido pasar de todo, que
es una forma de mantenerse y no hacer tanto ruido por una pequeña explosión y
me siento a escribir en el blog mientras la sudo parda, para decir que a veces
todo comienza con una tortilla que no lo es, que todo comienza en querer ir mas
allá que es un buen camino para quedarse corto, y al tratar de recomponer el
desaguisado, aunque sea a la noche o un año después, el huevo ya ha caducado,
las papas se han podrido y no queda mas que empezar de nuevo y celebrar que nos
quedan las manos, el afecto y la palabra soez, porque sigo siendo útil para
los botones de la vitro, para el poner el tallo del clavel entre el botón y el
ojal de la americana y no he perdido ni facultad, ni tacto, ni deseo para pasar por encima del de tu vientre, perfectamente iluminado en la
oscuridad.
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