Pablo Iglesias
Y estas criaturas osadas, añadidos jóvenes que me da la vida,
que te llaman, impúdicas, para preguntarte si sabes de que va eso de la
existencia, que qué narices hacemos aquí, si tuviera alguna pista, y yo les respondo
(le respondo, porque es una sola persona la que me llama aunque me parezca
multitud) que no sé nada de eso ni me importa y que lo que tiene que hacer es
esperar el momento en que ya no le importe, si es que le llega, o hacerse
parroquiana de la filosofía toda, o monja, que también tiene su
aquél si le va lo mediático. Para despistar la trascendencia que resulta vana
en según qué circunstancias y mas por teléfono, y porque acabo de salir del
apartado Tendencias del Twitter donde he clickado sobre el nombre de Elvira
Lindo (cada vez que veo el nombre de alguien en este sitio, para bien o para mal, me da un vuelco el corazón, un
cosquilleo) y vengo de leer su artículo en el que narra un posible polvo entre
ella o su álter ego y Pablo Iglesias, que casi ha sido TT, y qué contentos se
pondrán los del diario más equitativo del mundo, según creímos, aunque algunos no
tanto, porque somos mal nacidos y acertarás-, le pregunto si a ella le pone Pablo
Iglesias y me dice que sí y me pongo toda loca, tú que hace dos días te manchabas
con Justin Bieber, no me digas estas cosas o se lo cuento a tu madre, pedazo de
burra, aunque callo porque en la cosa del deseo sexual está todo dicho, más que
nada porque no hay nada de lo que hablar y la increpo diciéndole que por dios o
por algo se lo tire de una vez por todas, porque prefiero que sea ella antes que
la Lindo la que reciba la coleta, no porque tenga nada en contra de nadie, si no
porque mi joven amiga, al menos no tratará de arreglarle la vida, como dice que
haría la del periódico global, que se muere, o eso he entendido, por hacer del tipo
un socialista al uso, tan atento con las
señoras, glups, como con sus posesiones, según se deduce de su escrito.
Hubo un tiempo en que te podías permitir estas chanzas, estar
con un tipo y tratar de darle un brillo, pero eso, de corresponderle a alguien,
le correspondería mas a mi joven amiga, que no lo haría nunca, que a estas
madres matronas invasivas del periodismo transaccional que siguen pugnando en su
lucha feminista pero en cuanto ven una mota de polvo se van tras ella con la
gamuza.
La verdad es que no me importa tanto el artículo de marras,
pero la coincidencia de que dos mujeres muy distintas, en un mismo día me
hablen de lo mismo y desde distintos lugares me ha hecho preocupar tanto como
desocuparme sobre la ingeniería del deseo sexual extendido a los políticos actuales,
donde, a mi entender, no hay nada que rascar ni lo ha habido nunca.
Mi amiga la chica ha terminado confesando que Iglesias le
gusta porque le recuerda a su padre. Y ahí nos hemos conciliado, los dos son
cultos e ilustrados y tienen la manía y la prisa de dar a conocer sus
conocimientos a la menor mención de cualquier tema por parte de su
interlocutor, lo cual corta mucho el
rollo del diálogo. Eso lo digo con certeza porque he sido una asidua seguidora
de las entrevistas del que dice poder en su programa Otra Vuelta de Tuerka, muy
recomendable e interesante, por otra parte.
Cuando me ha confesado eso, que el político le recordaba a su padre, le he dicho a la nena que ya estaba al fin
del camino de su primera pregunta. Estamos aquí para follarnos al padre. Le ha
parecido un comentario precipitado y obsceno. Y tenía razón, así que lo he decorado. El día que tras un polvo sientas que te podrías morir entenderás por
lo poco que estamos aquí. Y lo mucho, ha añadido. O lo he añadido yo, no lo
recuerdo.
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