Tarde sobre Montmartre. Foto de Arquet, del blog Bonjour París
Despido el pudor y dejo un “zarpazo” a modo de poesía que he vertido en un folio, de una tirada,en una tarde fantástica en la que también he cocinado un bizcocho.
Un roto y un descosido
se pusieron a danzar.
Soltaban tantos hilillos
que pronto llegó la fiesta
anunciando un carnaval.
Solo nos falta el confeti,
y la gente suspendida,
agria
dulce
o contumaz
que por darse una alegría
saldrá a la pista a bailar.
El roto y el descosido
no sabían que ocurría
con tamaña algarabía,
porque fuera de ellos mismos
siempre la misma homilía
les gritaban al pasar
¿Qué harán estos dos juntos
si no romperse y ya está?
Aquella noche, a la luna,
le dio por desaparecer,
se estaba haciendo las uñas
por encima de los pies.
El descosido y el roto
no dejaron de bailar
y al llegar la madrugada
zarparon en un velero
viajeros de la alta mar.
Vivieron juntos los dos
en una isla desierta
que poblaron con hijitos
y la cabrita Asunción.
Cuando estuvieron de moda,
el roto y el descosido,
con la cabra y con la prole,
se largaron a París.
Sienten que no les gusta
la tarde sobre Montmartre.
Se van llenando de dudas
mientras los anda la rica,
la muy pobre y el cabal,
mas van entando monedas
en casa de quiénes fueran
seres de muy baja esfera.
Hoy sentarán a sus hijos
en el ruedo de la mesa
para decirles que piensan.
Pillad la pasta que es vuestra
pero no infléis la tormenta
de soberbia y vanidad
que cuando menos lo esperas
llega el de mala idea
y quedas a ras de suelo
mas roto que descosido
y también en femenino,
del plural y el singular.
Mas descosida que rota
y el amor en lontananza
que no acaba de llegar.
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