Consejos de una cocinera experimentada para cocinar con amor y fluidez, tener cosas que hacer durante el chup chup y otras consideraciones





Ayer navegué un buen rato buscando artículos sobre el buen posicionamiento de blogs, productos y servicios en la red. Casi todos eran variaciones sobre un mismo tema y lo que deduje es que para que la cosa se posicione bien hay que ser machacona e invasiva, saber aprovechar los temas de relumbrón para pillarse a ellos, aunque sea con pinzas, etiquetando  lo que publicas, enlazándolo. En realidad no es más que la vieja fábula, corregida, aumentada y “obsesionada”, de métete donde no te llaman y a lo mejor, algún día, te harán caso y te darás a conocer. Valores catequistas patriarcales capitalistas y esclavistas. Me perdonaréis, pero hoy voy a hacer una entrada con pretensiones de marketing. He visto que todo lo que tenga que ver con la cocina mantiene los blogs en alto del hit parade de la atención masiva. Y por eso he escrito estos consejos, que etiquetaré convenientemente. Más adelante os contaré si el asunto da los resultados esperados. El titular también es intencionado.

LOS CONSEJOS:

Ten presente no perder nunca de vista el mango de la sartén o las asas de la cazuela. Asume alegremente esta responsabilidad sin culpabilizarte ni pensar en todo lo que la cagaste en otras ocasiones con la leña al fuego. Es una oportunidad que te da la vida, así que trata de machacar ajos como si fuera la primera vez y no caigas en la repetición histérica familiar, rompe de una vez el pesado legado que te mantiene febril el subconsciente y deja tu dedo índice sujeto a la mano, no te cortes. Si te llenas la boca llena de agua mientras picas las cebollas, no te caerá ni una lágrima. No uses este truco en otras ocasiones en que debas permanecer estoica/o y sin dar la nota, más que nada porque parecerás idiota con la cara hinchada poniendo un muro fronterizo en el agujero del ojo, lo que no supiste contener, en su momento, por el agujero del alma.
Cocina con amor, pero ten en cuenta que el amor es un sentimiento tan engañoso como los colores de la iguana y el contenido de la leche en los depósitos marsupiales cuando los ves desde fuera, de modo que antes de entrar en tarea, interioriza tus anhelos y deseos. Luego, fluye. 
Mejor cocinar en compañía, al menos durante la cocción. Mi larga e intensa experiencia me dicta que los prolegómenos es mejor hacerlos en soledad y tatareando (yo nunca me pongo discos de autor al uso, ni obras conceptuales) mientras que la cocción, con el chup, chup y la debida paciencia, es mejor que te pille en compañía para poder charlar sin mirar a quién, ni ponerse trascendente. Es posible que durante este tiempo, aparentemente inane, fresco, se digan verdades como puños. Guarda los golpes para luego, cuando de la física puedas hacer metafísica al sentir como se resquebrajan los músculos al relajarlos. Si no ha de haber un estado superior ríete mucho y sigue segregando la hormona del estamos aquí para celebrar momentos como este y no te compliques la vida matriculándote en clases de latín para poder traducir Carpe Diem. 
Aprovecha el momento en que tú no debes hacer nada porque ya lo hacen los fogones, para darte un placer. Prepárate un vermú e improvisa un pica pica. Nunca hables de política con tu invitada/o y olvida todos tus problemas, piensa que el guiso sigue necesitando amor y esa o ese eres solo tú, pero tampoco te flipes. 
Cuando veas que ha terminado el proceso, da a probarlo a la persona que tienes al lado. Es mera cortesía, pero si está mal de sal no será por ti. Seguramente has sido previsora/or y has cocinado mayor cantidad de la que vas a tomar con tu invitada/o. Al día siguiente los guisos están más ricos que al terminar de hacerse. Podrás comerlo sin nadie al lado, si es preciso con la mano y mirando cualquier mierda en la tele, al modo puerco. A veces es divertido darse la vuelta como un calcetín para volver a poder brillar como la flor de la canela. A eso se le llama voltereta emocional. 
Una vez todo servido y comido puedes lavar los platos o meterlos en el lavavajillas sin amor ninguno. Cuídate de las prisas, siempre hay un cuchillo afilado entre el montón de trastos. Si no te cortas, piensa que cada vez estás más cerca de ti misma/o, es decir, de la inevitable comunión humana cósmica. Sigue produciendo caldos y guisos y da de comer a los pobres. ¿Sabías que cuando consigas hacer el bizcocho del ocho sin estornudar ni pensar en vano, Punset te dedicará la enciclopedia de la felicidad? 
Manda tu foto del postre que ha de convertirte en una cocinera/o sin ataduras. Los diez primeras/os premiadas/os también recibirán un video clip de auto sanación según Lemmy, el gurú tristemente finado. Y consúltame siempre que quieras. En la próxima entrada abordaremos un tema más peliagudo ¿Por qué crees que no te gusta el repollo, si naciste bajo una col? O el Síndrome de Patufet, tan ligado a la actualidad mediática.
















No hay comentarios: