Incapaz de decir nada de Dylan en este momento del Nobel,
con la emoción y todo eso, adelanto un párrafo que escribí no hace más de dos
días para el libro que estoy escribiendo sobre lo mío en la música. Un adelanto
para hacerle los honores, aunque está sacado del montón de palabras y se pierde
el orden cronológico y estas cosas. Y no está corregido!!!
…Debe ser una carga seguir siendo Bob Dylan después de
tantos años, pero la cuestión es que el tipo sigue actuando como si supiera
algo que el público desconoce. Estamos en París con Bertha y Martin J.Louis
para cubrir la primera actuación de su gira europea. Antes hemos pasado por
casa de Nico. Parece que le han cortado la luz, pero sigue instalada en el piso
de su amigo Phillipe Garrel en el que también yace una Maria Schneider que
viene a parecerse al gajo de la naranja que fue pero tiene estos maravillosos
ojos que increpan ternura y muerte. Nico
dice que ella también quiere ver a Dylan, le quiere pedir pasta( Se metió en lo de la música a través de un tema suyo, de él) Mis jefes
pasan de meterla en el coche camino del Palais d´Sports. Esto son cosas de
yonqui que pillan energía y te meten en follones. En un momento, los tres del
Popular Uno nos hemos quedado sin aire. Es cierto, el rollo es cansino. Dicen que Dylan está acabado porque
hace unos años sintió sobre suyo la mano de Dios, grabó un disco muy rabioso
recién convertido al cristianismo y los críticos fueron muy crueles con lo suyo
y compararon lo que hacía con un
espectáculo de Las Vegas. A mí me fascina esta capacidad que tiene el amigo
americano que hace poco se metió en el Islam y volvió a apearse de toda
religión, para transformarse: Un día se pone a brillar y al otro lo echa todo a
perder. Es el potencial humano creativo y, vale, también sigue siendo un símbolo
de que lo mítico es imperecedero y eso ya no mola tanto. Vamos a ver qué hace y
como lo resuelve, dice un colega madrileño que también ha venido a cubrir el concierto. Con esta perspectiva
sería mejor ir a directamente a los juzgados y calzarse una toga, pero no me
dejo emborronar por comentarios ajenos y sigo pensando que este hombre que
canta con la emoción en la voz, con todo tipo de emociones en la voz, y quiebra
las canciones para que le público no pueda seguirlas como en un karaoke, es
pura literatura, como todos lo somos, solo que él la sube al escenario, la graba
y la muestra. Además, él dice que se considera poeta y uno es lo que se
considera, otra cosa es que no te lo reconozcan, pero a Dylan si se lo reconoce
todo el mundo, al menos los que leen libros y leen letras de canciones y leen cómics y leen prospectos médicos. Leer para sentir y para saber. Luego, la música, que es la quinta esencia de todas las artes
según lo veo yo, aumenta, amplifica y distribuye emociones. Oh, Mercy, dijo
Dylan y el público parisino se puso en pie. Él contó que era un maldito hijo de
puta que no se ponía de acuerdo consigo mismo. No importa lo que se dice, lo
que importa es como se dice, la mirada, y Dylan lleva gafas de sol. Cuando le
pica un ojo se ve como se lo grata por debajo de ellas. A ver cómo le cuento a
los colegas del punk que me fascina este hombre al que conocí por un casete que
tenía mi hermano y le birlé de inmediato en cuya portada iba del brazo con la
pelma de Joan Baez, que hizo un feo muy grande a los fotógrafos en Barcelona y
luego, en la rueda de prensa posterior al feo, donde fue a pedir perdón acabó
preguntándose qué habría sido de ella de haberse casado con el genio y me vino
a la cabeza la imagen del casete que ya no tenía yo, si no que fue a parar al
piso desastroso de Nico en la Rue de la Opera, porque hay casetes que tienen
una larga vida y ella me lo pidió un día que vio que se asomaba entre mis cosas
¿Tu entendías esto a los catorce años? me preguntó la terciopelo Su interpelación no
carecía de delicadeza y haciendo honor a ello hubiera debido responderle lo
justo, que la literatura se entiende siempre y más si va acompañada de música
pero me mosqueé toda Dylan cuando actúa y algo no le sale tan bien como espera
y le devolví el tiro Y eso me lo dices precisamente tu, que dices haber leído y
disfrutado a Lautremont en francés al término de la Alemania nazi junto a un
amigo que sabía alguna que otra palabra. No se pueden confrontar las experiencias literarias,
es como confrontar el amor o el dolor, que es algo que sabe hacer Dylan con su
literatura de verso, de letra de canción y de nota de guitarra, donde todo él
queda al descubierto, lleve o no lleve gafas negras.
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