Todo lo niegan. Cuando era chica y me pillaban en alguna
trastada, no me quedaba otra que reconocer que había hecho lo que seguramente
no debía de haber ni imaginado. Había pundonor en mantener la cabeza alta y
decir, vale, he sido yo. Por el contrario, en la escuela, al cobarde, se le menospreciaba. El que apuntaba el dedo
en dirección contraria a su pecho para incriminar a otro era un ser
despreciable. Y lo sigo entendiendo así. Pero hoy, lees los periódicos, lees lo
que pasa y todos lo niegan todo. Encima, y de tanto repetirlo creerán la verdad
a medias, los hay que se llenan la boca al decir que la obligación del encausado
es mentir para defenderse ¿De dónde ha salido tamaña desproporción de la ética
y la responsabilidad sino de una sociedad
infectada de listillos con inclinación de cabeza hasta debajo el ala? En un estado justo (la
elipsis de la rosa y las primaveras, la históricamente desconocida paridad
entre nombre y adjetivo) lo suyo sería responsabilizarse de los actos, así en
los tribunales como en las camas. Pero lo niegan todo. Niega Jordi Pujol, niega
Juan Luis Cebrián, niega Esperanza Aguirre y negó Rita Barberá. Luego hablan de
espíritu navideño pero se han cargado toda la antesala. Vamos de la ficción a
la crucifixión. No hay Dios que nazca.
Afirmar, que es el contrario a negar, también lo hacen y es
para enmarañar más la cosa, para seguir negando con ahínco. Brutal la vuelta de
tuerca de Cebrián según el otro día en Salvados. El tío, con un cojón por banda,
aseguró que los que se autocensuran son los periodistas y decía preocuparle esta
forma de actuar, pobres tipos que solo quieren mantener un puesto de trabajo.
No puede ser que al cobarde de la clase lo menosprecie el colega y el director
del cole y mucho menos cuando el director es la negación y la cobardía infinita
y la de más allá. Y tampoco estamos para despreciar colegas que se autocensuran
antes de que les lleven a la guillotina. Otra vuelta de tuerca es la novela de
Henry James que mayor expectativa crea y peor se resuelve, a mi modo de ver, y
eso que soy fan de James, de Jim (Morrison) de Jimmy (El Rápido) y de Jaimito.
Siempre termino por hablar de mis ídolos. Mis ídolos, al contario de la
negación en la que vivimos, afirmaban mucho. A la gente no le gusta que otra
gente afirme. Es lo de quién te ha dado vela en este entierro. Pero la vela es
de todos los vivos o pasaremos la vida en el ataúd, negados, como lo van
haciendo estos que viven como quieren hasta que les pillan en el renuncio de
robar a los demás. Y negando, negando, consiguen que alguno llegue a creer en su
nada una ilustre forma de vida. Nos pillan por aquí y nos pillan por allá, como
en la pícara y bella canción Don Diablo de Bosé, una afirmación del deseo
juguetón. Otra de las muchas que no nos deberíamos callar, porque hay quién no
ha nacido para eso, no sabe, es impulsivo, fue punki, sigue siendo niño, es muy adulto,
no está para bobadas , o sea lo que sea lo que es, conoce la densa niebla que
precede a la negación y el dolor que esta causa, si corazón es lo que tienen
entre pecho y espalda, el lugar donde guardan las carteras. Y las pistolas.
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