MENTIRAS (Con final "madre no hay más que una y para los hijos que sea")


Foto de Nazario de su álbum Barcelona 1974


“El pueblo no somos tonto”. La falta de sintaxis de la primera frase es más que obvia, incluso puede resultar ofensiva. Pasarlo por alto sería dejar pasar un ultraje, mentir sobre la buena utilización del lenguaje.
A la manipulación u omisión de información que se dio en el tiempo franquista (una información enana, libérrima, sola y asquerosamente dirigida) hoy, en la falsa democracia en la que vivimos, se le suman las mentiras que dicen sin rubor los contertulianos de las televisiones y las radios, por hablar solo de unas de las muchas mentiras que se filtran.
La democracia acepta y debe aceptar las opiniones y posicionamientos de todos y cada uno de los individuos, pero la democracia real, no puede ni debe soportar nunca ni bajo ningún concepto, la mentira. Ni en la vida política, ni en la vida social ni entre tú y yo en cuanto te pille.
El alud de mentiras que viene del sector aludido es tan grande y desproporcionado, que como me dice un amigo; “No deberías tenerlos ni en cuenta”, pero luego bajo a la panadería y al súper para preparar comida a los jóvenes que duermen el cansancio de un día como el de ayer en la Placa Catalunya (al llegar, me contaron, con mesura, análisis y la justa y digna crispación, los hechos que vivieron ) y me encuentro una panadería en la que todo el mundo habla a grito pelado, sin mantener el turno de palabra, como si saben hacer los muchachos en las asambleas generales a las que he asistido.
En el interior de la tienda oigo palabras sueltas: ladrillos, bombonas de butano, palos, gente en pelotas, perros flautas, okupas, drogas y mucho morro.
Pienso que los panes, en tanto que símbolos, más allá de la miga, la hechura o el centeno, se deberán sentir avergonzados de tanto dogmatismo, de tanta ira contra una indignación social que de buen seguro, y de uno a uno, algunos de los gritones, sienten.
Temen, mis parroquianos en la panadería, que sus hijos y sus hijas, sus nietos y sus sobrinos no vayan hoy a encontrarse con un ataque de los vándalos acampados, cuando vayan (si van) a celebrar la victoria del Barça (si gana) a Canaletas, cogiditos de la mano y después de haber tomado un vaso de leche con Cola cao. Siempre tan modosos, sus vástagos.
Todos ellos se “basan” en la “información” recibida. Dicen que Pilar Rahola dijo que los de la Plaça Catalunya iban en bolas (hubo dos la semana pasada, de mediana edad, en el césped y sólo para los ojos de esta señora) Dicen que en la radio dijeron que en la Plaça había bombonas de butano, palos y ladrillos, todo montadito para emprender una guerra.
Es gente que se deja manipular por la mentira del sector otrora aludido. Yo digo que los de la acampada estaban construyendo una bomba y de pronto me todos me miran.
No estoy para arengas, sólo suelto lo de la bomba, pido mis baguettes y mis croissants y me largo.
He dicho una mentira.
A las mentiras de los contertulianos que amplifican algunos de los que compran en la panadería de mi barrio, no se les puede responder con la verdad, sobretodo porque ni unos ni los otros respetan el turno de palabra, de modo que digo una mentira más grande y me quedo tan ancha. Una anciana, -la que ha hablado vehementemente de las inquietudes y las mentiras de la Rahola-, me toma aparte y me pregunta:” ¿Una bomba? “
Añade que su nieto está en la Plaça. Sonrío y me pilla. De pronto empieza a hablar con determinación sobre el derecho de la acampada y el derecho a la indignación.
La empanada mental es grande.
Me voy a casa, los muchachos ya están de pie. Espero que se duchen, coman y se vayan para dejarme escribir, hacer la colada, lavar la cocina, leer, hablar con el Skype con Vivianne que está en Australia, sacar el perro, visitar a mi madre y, si me da tiempo, hacer volteretas por el pasillo recién fregado. Las buenas intenciones no son mentiras, pero si no se concretan, decepcionan. Eso es algo que no están dispuestos a vivir los chavales de la acampada. De los otros, de los “modosos”, no me atrevo ni a hablar, como hacen tantos “de los míos”.






Cancioncilla (ll)

Collage de Carola Vilanova


Ámate / como se dispara a un pájaro que se come las espigas de una tierra en barbecho / convencido en su autoengaño/ tontamente arrebatado vigilando la cebada que ya está etiquetada / pasa un cazador furtivo y tú dirás.
Ámate/ con las migas de la luna que se vierten por tu cara / cuando la miras absorto y es plutón quién la merienda / risitas de corta y pega de la luna que es coqueta/ un idilio sin futuro / contar astros en el cielo/ y si la noche es muy oscura vas hundiendo la cabeza / contra plumas de almohada haces moldes de tu cara / como siendo muy muy niño / la escondías en la nube/ de un azúcar color rosa y quedabas muy pringado/ Subversión.
Ámate / con el impulso del agua de un chorro de la fresca / directa a la cabeza/ va saliendo disparada por el canal de la fuente que es la boca de una rana / hasta el interior del príncipe/ -que no sabe y si lo sabe-/ que lo es.
Ámate / rompe el sueño de tu padre que golpea lo que ama / a su porte tan rotundo le cosieron avellanas y parece que esté vivo / pisa fuerte por las calles / más por cada bofetada / que cruzó sobre una dama / un demonio le envenena / el corazón.
Ámate / ponte a salvo de ti mismo / y esquiva los espejos que te devuelven los huesos / una gran manufactura de la Factory deshechos/ ni volver a las andadas/ ni arañarte con las ramas / afiladas de las hierbas que crecen en otros huertos / diminutas, avezadas / más traidoras que un disgusto/ van emponzoñando el alma / por favor.
Ámate/ vete lejos como siempre/ donde no llegan los sobres / ni los cuentos se equivocan / porque la realidad es vasta y tu eres muy chiquito / una chispa que se enciende / y otras veces va y se apaga / sobre las hamacas diezmadas / de Haití.
Ámate/ como dices que nos quieres / como pretendes amar / en la sal de la vecina / no hay barca que navegue / mira bien quién hay adentro/ y me lo dices a la cara/ lo que va de la hortaliza / al diente de porcelana / de un león.
Ámate/ por el peso de tus pasos / por la astuta comadreja / por el pan de cada día/ por los ojos de tu abuela/ por si no pisas no vuelas/ por la vida que no es bella / pero bien que lo parece / cuando rompe la mañana / y en tantas otras cositas / del reír a Julio Verne / por mil leguas de viaje/ por la huella submarina / y las líneas de las manos/ cuando se juntan con otras / al calor de una hoguera / en el fuego de la acera/ donde se cuecen los pollos/ y la proustiana magdalena/ se multiplica y alcanza/ otras bocas que la catan / Compartir o achicharrarte/ No hay opción.
Ámate/ como el niño que dispara el mismo solo de guitarra / sin instrumento ni oficio / ante el espejo del baño / si su padre no está en casa y la madre va y se agarra / al hablar con el portero / la puntita delatora / la que trabaja se mancha / el delantal.
Ámate/ con arrojo y decidido / yo te guardo la maleta/ pero tú buscas tu meta/ amiguito de mi alma/ por tus ojos yo daría/ el meñique en una gasa/ y al aire la melena/ que se enreda con la tuya / no podría ser más alta / la canción que te dedico/ sobre un re sostenido/ el perfume de la albahaca / la esperanza en la acampada/ angelitos de la guarda / con tachuelas en las alas / las canciones nos confortan / el adiós.



Ciudades de noche

                         Acampada Plaça Catalunya. De la colección "Urbs de nit" de Manel Esclusa






Llamadme dogmática. Llamadme facilona, decidme lo que se os antoje. No me importa nada. Ha sido un ejercicio muy necesario de descontención.

Esto os lo digo ahora que me siento entre amigos. Ya sé que vosotros no me vais a fallar nunca. No digáis nada. Lo noto. Otra ronda de vodkas. A mí me traes un orujo. Deja la botella, muchacho. Vamos a espabilar este puto país. La letra con sangre entra. No digas eso, que estamos en democracia. Digo lo que me sale de los cojones, faltaría más. Aquí no hay democracia que valga. De no haber sido por mi padre, que en el cielo esté, no habría terminado Derecho. La letra con sangre entra, me decía. Y venga a pegarme latigazos con el cinturón. Y yo ahí, como un hombre, aguantando. No, no estoy llorando ¿Cómo voy a llorar? Admito que me emociono. Era muy noble mi padre. Por sus cojones, terminé derecho. El quinto de la promoción. ¿Qué estás diciendo? ¿Cómo qué vais a cerrar y nos vamos a tener que ir? Es muy pronto. Esto no ha hecho más que empezar. Avisa a tu jefe. Tanto me da si está haciendo caja como si se está haciendo la pedicura. Dile que venga. Quiero hablar con él. ¿A quién se le ha ocurrido venir aquí? Las mujeres os dejáis llevar por las modas. Teníamos que haber ido donde siempre. ¿Habéis como se ha puesto el puto camarero? ¿Quién coño se cree que es? Ni jefe de sala ni leches, un camarero de mierda. No, este es español. El sudamericano era el otro. Yo diría que era boliviano, dicen que son los más dóciles. ¿Una chica boliviana para cuidar a tu madre? Son baratas y se las puede engañar. ¿Cómo podías soportar que cantara? Aunque fuera un segundo. El servicio no canta. Es la casa de tu madre y no hay más que hablar. Hiciste muy bien. A esta gente hay que echarla sin darles explicaciones. Que se vaya a cantar al metro. Ya se le pasará. Le pones otra y en unos días ni se acuerda. Los ancianos son cómo niños. Dile que se ha ido a su país. O que la ha pisado un tren. Jo, Jo, Jo. Si se presenta en casa de tu madre, que salga la otra y se le tire al cuello. Que se maten entre ellas. ¿Cómo que le ha tomado cariño? Se sirven de todo por conseguir cien euros a la semana. Cómo si costara mucho encariñar a una vieja. Menuda tu madre. Hay que ver cómo cambian. Nada, ni una explicación. Dile que no le das explicaciones por delicadeza, para no hundirla. Jo, Jo, Jo. Y da gracias al cielo que no te la haya envenenado. Siempre lo hemos hecho así. Los Zutano porque son medio bobos. Buena gente, pero demasiado azucarados ¿No crees? Son de los nuestros. Sí, eso sí. ¿Qué siguen la palabra de Cristo? No me hagas reír. Menos cuando especulan siguen la palabra de Cristo, no te jode. Zutano es un lince de las finanzas. Yo le pido consejo a menudo. Es un gran amigo, de los que no engañan. Hola, hombre, encantado de conocerlo. Muy bueno todo, si. Nosotros acostumbramos a cenar en A, pero esta señora nos ha dicho, vamos a cenar a B. Y ya sabe, tiran más dos tetas que dos carretas y la hemos seguido. Si, vendremos a menudo. Nuevos diputados, aunque los hay con experiencia. ¿No lo ha visto? Debe estar en el baño. Mírelo, por ahí llega. Dos cojones, sí. A esta hora le gusta andar a cuatro patas. Es muy gracioso. Fueron los otros los que lo dijeron en una campaña de desprestigio. ¿Cómo va a ser maricón si se la hincó toda entera a la Costa del Sol y ya no le debe ni quedar? Jo, Jo, Jo. Un lince es lo que es ¿Que quieres ser un perro? Es muy gracioso. Es que es intelectual y no hay dios que le pille el doble sentido. Si, ¿Cómo no me voy a acordar? La llamó puta. En el congreso. Y en la prensa internacional también salió. Jo. Puta, Y con todas las letras. Y es que todas esas son unas putas. No, mujer, no me refería a ti, que también tienes un par de cojones tu. ¿Le reconoce la voz? Es la mejor contertuliana del país. Y lo que se calla. Jo, Jo, Jo. Encima está buena. Una mujer bandera. Ya le puede dar las gracias, estamos aquí por ella. ¿Otra ronda? A los políticos no nos hace falta dormir. Tenemos las ideas muy claras. Está mejor sentado con nosotros. Y tómese un trago. Invita la casa. Jo, Jo, Jo. Buen tipo, otro de los nuestros. ¿Que se le ha despedido el jefe de sala? No importa, que nos sirva el boliviano. ¿Colombiano? Los bolivianos son más dóciles. Le da una clase de vinitos, lo pone de jefe de sala y le paga la mitad que al tiquismiquis este. Yo mismo le puedo llevar el asunto. Sí, abogado. Que se atreva a denunciarle. Nosotros somos testigos de que se fue antes de la hora y de que nos sirvió visiblemente ebrio. ¿Te quiso meter mano? Jo, Jo, Jo. Ella siempre aporta las mejores soluciones. Es única. Sin complejos. Chico, uno solo. Caliéntala tú la máquina. O vete al Vips a por uno. Jo, Jo, Jo. Suena un móvil. Qué callado lo tenías. ¿El mío? Joder es el jefe. ¿Señor? No hombre, usted no molesta nunca. Aquí estaba, elaborando el texto que me encomendó. ¿Para mañana? Dentro de unas horas. Sí, claro que lo tendrá. Lo que usted diga. Sí señor. No me atreví a decírselo, pero siempre he visto que Zutano le hacía la pelota. ¿Ha resultado ser un traidor? Sin piedad, hombre. Lo que usted diga. Iremos a por él. Sí, claro. Cambiaremos la táctica hacia el electorado. ¿La consigna es la humildad? Lo que usted y el comité digan. Sí, claro que me gustaría ayudarle. Su fiel servidor, ya sabe. Gracias, pero no me atrevo a tutearle. Usted ha hecho historia y yo soy un modesto advenedizo. ¿La pelota? No señor. Yo siempre le diré las cosas claras. Según cuales, claro. Qué gracia tiene usted. Humildad, señor. De cara para afuera. Si, lo soy. No deberé esforzarme. Usted si... ¿Ah no? Claro, usted tampoco. Faltaría más. Servidor. Fiel.

                      

Cuatro días


Plaça Catalunya, ayer. Fotografía de Colita.



Me da por comenzar a modo de carta que dirijo a quién tenga bien leer y más en concreto a las que nos vino la menstruación y a los que les dio un sarpullido o un calentón, viendo a Ocaña por las Ramblas desembarazándose de ropa y dijimos caray, una picha al aire no es sólo un ejercicio lúdico. Hablo a partir de mi experiencia, que cada cual se sitúe en la suya y en su sitio y todo vale.
Algunos de los de entonces (por querer, solo queríamos pertenecer a los afectos) se quedaron por el camino, iniciando aquél otro del gran interrogante. Otros, se situaron en lugares de poder y poco a poco, el partido les pidió el todo por la parte. Hablaban con evasivas, se fueron escabullendo y dejamos de invitarles a las meriendas. Los demás, los que hacía mil años que no nos veíamos y nos recordábamos bellos; la piel sujeta a la carne, la carne al hueso y el hueso al temblor del ala, nos hemos reunido de nuevo gracias al facebook.
No estamos tan guapos, pero somos la misma forma de entender las cosas. Dejadme hablar de coherencia.
A medida que vamos quedando los unos con los otros y los otros con los unos, nos vamos sabiendo nuevamente jóvenes. No porque rememoremos viejos tiempos, que estas cosas aburren si se alargan y encima no avanzan, si no porque sentimos la misma curiosidad, el mismo pálpito, semejante gratitud hacia las cosas y la gente que nos hicieron y nos hacen felices y una gran indignación que nunca ha cesado y viene de cuando nos apalancamos, sin capacidad de maniobra más que en el entorno inmediato. No sólo nos apalancamos (y ahora hablo por mí) si no que yo también padecí un subidón de mira qué mundo más sibilino e injusto dando bandazos entre dos colores totales, pero no se vive tan mal acallando la voz de la conciencia comprando ropa y lo que me venga en gana. Siempre con el runrún.
Aún así, en mi caso, nunca abandoné el sueño y a falta de otra cosa he logrado mantener, al paso de los años, casas cómo pasillos donde siempre se ha juntado la peña, por otro lado muy respetuosa con los horarios y la tan necesaria soledad.
Hay quién nos llama ingenuos. Escépticos ingenuos descreídos románticos empecinados utópicos locazos que creemos en la amistad, en rectificar, en tratar de alcanzar la felicidad buscando el cromo que nos falta y tenemos cola de paja por tanto rocanrol (no podía ser bueno) y un impulso de tu a mi no me dices eso que te voy a dar en toda la jeta con el aire que mueven mis enaguas al darme la vuelta y largarme del malrollismo que te llena el alma. Perro ladrador.
Hoy estamos indignados. Nuestros hijos también, por el mamoneo en el que han crecido (Mamá ¿Qué es esto del voto útil?) Todos estamos indignados, cabreados, nos sentimos ninguneados por la política y la dictadura del capital. Seguimos diciendo aquello que incluso decíamos cuando tuvimos despachos en la cultura del ocio, como la han dado en dominar los más absurdos, por no reconocer la cultura en un surco de vinilo, en un Cd, en una canción. Ay, las canciones.
Algunos de nosotros pasamos de lograr un confortable bienestar a darnos un mamporrazo en todo el suelo por la caída de la industria y el propio peso del cuerpo. Los que venimos de la música fuimos de los primeros, así que ya hemos ido remontando. La rabia, entonces, no viene del trastabillo (por otro lado, una rabia igual de digna) si no de volver a tomar tierra firme y ver que todo sigue peor. Ha habido tiempo para la reflexión, incluso hemos convertido la rabia en razón de solidaridad pura y dura entre nosotros, y en ganas de currar para ponerlo todos patas p´arriba, tal cual han hecho, antes los demás.
Una nueva juventud en la edad madura. No está nada mal. No lo estaría si no fuera porque ahora ves a tus hijos (yo veo a la mía) yendo de los exámenes finales a los trabajos y de los trabajos a las asambleas de la Plaça Catalunya y les oyes hablar (la oigo) y a veces me anticipo y le digo, vale, muy bien ¿Pero quién le pondrá cascabel al gato? ¿Y qué tipo de cascabel habrá que ponerle? Entonces, ella, la mía, me dice; "oye, no me ralles, que llevamos cuatro días y ya estamos estableciendo comisiones y el modo de participación está abierto y bla bla bla".
Callo y me imagino yo misma a su edad, pegando botes por esos mundos de dios y diciendo "No hay futuro". Los primeros descreídos y la repetición histérica de la que hablaba san froid.
Hoy día, los que no ven futuro, sin retórica ni estética que los ampare, son ellos. Nosotros simplemente lo negábamos y las drogas y el sida concluyeron en la literalidad del discurso.
Bregados en mil batallas, indignados, todo lo que se está gestando también nos sirve para vernos las caras, aunque tampoco era preciso pasar por este trago para leer o escuchar a fulano o a zutano y decir, vale, ya me lo temía. No sabemos en que acabará todo eso, ni si acabará bien ni si acabará en punta, ni si será el comienzo de algo positivo. A los jóvenes que están metidos en el meollo no les gusta oír hablar en estos términos: "Dadnos la confianza o callaros para siempre. Este análisis ya lo hacemos nosotros. La ingenuidad fue vuestra. Aquí no habrá repetición histérica. No tenemos tiempo para ellas."
Entre una cosa y la otra, estos últimos cuatro días ( sólo son cuatro días, como los gatos cuando son pocos) la cabeza me va a mil por hora, como las cacerolas a las diez de la noche, de modo que llega un momento en que ya no doy más de mí y pillo el libro que estoy leyendo ( un cuento tan bello como siniestro el último de Sarah Waters, "El ocupante") y me espatarro en el sofá mientras la perra juega con una pelota del Barça deshinchada. En la placidez de la noche, con los platos lavados y entre bostezos, cuando todo indica que hay que irse a la cama, oigo como se abre la puerta de casa y entra ella, "mi" Júlia, con el vendaval de sus veintiún años y me pregunta donde narices se me ocurrió guardar el saco de dormir. Cómo no lo alcanza y tenemos que improvisar un espectáculo de "castellers", me despejo y escribo esta entrada en el blog a modo de carta para no sentirme tan autorreferencial, con la excusa de que se que ahora sí, que ahora vosotros y todos los demás (tantísimos) estáis ahí. Y no sabéis que alegría que me da.


Por una Democracia Real, Ya!


Fotografía de Samuel Rodriguez Aguilar


Fuimos muchos. Y en muchas ciudades. En Barcelona dicen que veinte mil. Ayer por la tarde, desde las seis a bien entradas las nueve de la noche, en que la gente ya tomó el camino de vuelta a casa, se fraguó el comienzo de algo muy importante. La manifestación "Por Una Democracia Real, Ya!", solo se difundió en la red. José Luís Sampedro, este hombre bueno y sabio al que sólo le faltan siete años para cumplir los cien, -y ojalá pudiera vivir todo cuanto le diera la real gana-, al inicio de su manifiesto de apoyo a la convocatoria, hacía un inciso: “digo Real, de realidad, no de nobleza.”
Es muy estimulante que un señor al que sólo le faltan siete para tener los cien lobitos que no tuvo la loba, venga a decirnos que nos saquemos el polvo de la cabeza y el corazón.
Aún no podemos medir el alcance de todo esto. Habrá más convocatorias, se sumará más gente. En Barcelona, los partidos y sindicatos tuvieron la oportuna idea de convocar una manifestación el día anterior. El motivo, decir no a los recortes del gobierno de CIU.
Ellos, los partidos y sindicatos, hicieron el mal gesto de querer solapar la manifestación del domingo por otra a la que cualquier persona con sentido común también hubiera podido asistir. La jugada recuerda aquello tan viejuno de las abuelas creyentes:” si no vas a la misa del sábado, vas a la del domingo. La cuestión es ir a misa.”
Alguna confusión se debió crear, incluso debió haber alguien que hizo doblete. El caso es que los “indignados”, no todos, solo veinte mil, solo unos pocos, salimos ayer a la calle y escuchamos las palabras de Arcadi Oliveras, el retumbar de tambores de los muchachos que animaban la manifestación pacífica y la certeza de que “algo” comenzaba a moverse.
Los políticos no han dicho nada. Y si lo han dicho, ha sido en beneficio propio. Esta vez se equivocan. Los indignados, los que queremos una Democracia Real, Ya!, no les vamos a votar. Votaremos a grupos minoritarios, nos abstendremos o votaremos en blanco.
Yo quiero votar a Guifré el Pilós, a ver si de una vez le cambian el caballo de la estatua, que está muy desproporcionado respecto a su cuerpo. O al revés, que le cambien el cuerpo. El asunto está en la proporción y en votar a alguien que no pueda caminar. A la cucaracha.
Ahora, el camino lo tiene que hacer el pueblo. Vuelve a ser nuestra hora. María Zambrano dijo que el filósofo es el que ya no se queja. Nosotros no podemos alcanzar, todavía, los laureles de los más elevados pensamientos, si apenas tenemos lo esencial, si el capitalismo nos lo ha noqueado y ninguneado.
María Zambrano también dijo que quién tiene que quejarse es el poeta. Que esta es la responsabilidad de la poesía, así como la intensidad, el despertar de la conciencia, y la inteligencia al servicio de las alegrías y las penas humanas. Metafísica, misticismo y otra vez la realidad.
Hablo de María Zambrano porque soy fan y la leo continuamente, esperando que la reiteración de sus maravillosos pasajes penetren por mis poros y me crezcan brotes de razones y sentimientos de las uñas de los pies.
A los pies, ayer, les dimos un buen trajín.
Los más jóvenes bailaban y pegaban saltos con sus piernas al aire sin rasgarse el pantalón, cuyo tiro les quedaba a la altura de las rodillas. ¿Cómo lo hacen?
Espero que esta pregunta sobre una cosa tan nimia se la hagan, muy pronto, los políticos a raíz de nuevos encuentros en la calle, en los que cada vez seremos más.
¿Cómo lo hacen?, se preguntaran. La respuesta puede anticiparse: “Unidos y con un gran deseo de una democracia real. Real de realidad, no de nobleza. Y también Real de nobleza. Nobleza personal. Y a lo sumo, nobleza Reyes Magos.

Añoranza

                                             Gustave Caullibotte "Los acuchilladores"


Él dice de sí mismo que es un nómada. Ella dice que un tipo que sólo visita cuatro ciudades al año y cada año las mismas, es un viajante, un paseante, un itinerante. A veces, les ves juntos y no dirías ni que se quieren mucho ni que se quieren tanto, pero el sentimiento está ahí y hasta lo puedes oír. O es el sonido del quiebro de la hoja de una amapola o son cien trenes de fórmula uno a su llegada a la meta. Nunca han vivido, juntos, en términos medios, más que nada porque sólo se ven una vez al año durante unas semanas, y ponerse al día, a pesar de los teléfonos móviles y los e-mails, que también usan, les requiere mucha atención en el ahora y el aquí.
Él dice que si por él fuera, se quedaría al lado de ella todos los días de su vida y dejaría de ser el caballero andante, paseante, itinerante. Ella no le cree. Podría intentarlo, pero siente que a la larga él se sentiría amputado, de modo que prefiere pasar por una amiga que no da oportunidades a un amigo, sin renunciar a redibujarle el perfil con el dedo índice.
Él cree qué, de quedarse a su lado, la que se sentiría amputada sería ella, así que ya van dos encuentros en que no se le pide nada de todo eso, aunque ayer llegó un poco bebido y volvieron a revivir la misma escena del quédate a mi lado y no te quedes mi amor qué más quisiera yo.
Esta mañana, él estaba un poco avergonzado por la conversación de ayer. Se ha puesto las gafas de sol en el pasillo y ha salido a la calle antes de tropezarse con ella, que ha logrado esconderse en una habitación de paso para no estropearle la huída.
Al poco rato, ha vuelto a la casa. Llevaba un ramo de flores en una mano y unas botas Sendra en la otra: “Tendrás que untarlas con grasa de serpiente antes de calzártelas”, le ha dicho. Y ha sacado un frasco del interior de la gran bolsa de papel.
Ella, que nunca ha engrasado los ejes, apenas si se acuerda de cómo se usaba la grasa de serpiente para las botas. Un desplazamiento de tobillo no le deja ponerse tacón, por mínimo que sea. No le ha dicho nada. Se ha limitado a darle las gracias y lo ha besado en la mejilla. Un beso sonoro, más cercano al quiebro de la hoja de una amapola que al ruido de los motores de los trenes de fórmula uno.
Él le ha dicho que le gustaban tanto, pero tanto, las botas que le había regalado a ella, que se iba a comprar unas iguales. Y ella ha sentido que es por eso que no le cree cuando le dice que se quiere quedar. Siempre le regala cosas que le gustan a él. Nunca tiene en cuenta los desplazamientos de los huesos, la edad madura, del mismo modo que sabe que ella tampoco podría respetar sin gemir la decadencia física del hombre más bello del mundo.
Solo siendo nómada, paseante, itinerante, viajante, puede entrar en sus brazos. Sólo siendo un instante alargado, grasa de serpiente, ojos verdes, historias mil veces contadas, música de entonces, puede ser aquello que tanto le gusta ser, al menos, durante unas semanas. Otra cosa sería sostener esta imagen que se devuelven todo el rato, todo el tiempo y para siempre. Conscientes de su superficialidad, altamente vulnerables, pasan a abrazarse en un nudo donde no pasa el más mínimo reguero de aire y mucho antes de que él se vaya, ya se están echando de menos.
La noche les regala lluvias de estrellas sólo para sus ojos y esa sensación tan bestia de soledad que sólo se siente al multiplicarla por dos.










Barcelona solidaria (Crónica social)



Va por Mauri Palau


Ayer, al salir a sacar a la perra, bien entrada la tarde, hice pum y la puerta se cerró detrás de mí. No había cogido las llaves. Llamé a mi hija, que cómo vive en concubinato, para poco por casa y encima ha heredado el despiste, tampoco las tenía. Cabía la posibilidad de saltar por el balcón, algo que ya hice hace unos meses, pero la vecina no estaba y mi hija, encima, me lo prohibió, muy vehemente, desde el otro lado del teléfono; cosa que yo hubiera desobedecido en un chin pin de estar la dichosa vecina que no para nunca por casa y hay que ver y habría que saber que hace a su edad por estos mundos de dios, porque la mujer es mayor que yo, no te digo.
La cuestión es que pedí una radiografía a otra vecina y traté de sacar la quinqui que llevo dentro. El bricolaje me ha dado una oportunidad para entrar en su club, pero con las radiografías y el nervio no conseguí nada. Bajé a la calle y en la terraza del bar de abajo divisé una mesa con dos hombretones de unos treinta años. Uno llevaba una camiseta muy explícita: “Si quieres sexo, sonríe.”. No quería sexo, pero algo me impulsó hacia él. Hay quién dice que es la intuición. Yo creo que opté por la desesperación intuitiva casual, que es otro estado más cercano al nirvana pre ataque de nervios.
El chaval, que resultó llamarse David, abrió la puerta. Su padre es cerrajero y él, a pesar de estar sentado en otro barrio, del Raval de toda la vida.
Luego me senté con mi ángel moreno y su colega y pagué muy gustosamente las rondas de cerveza en las que yo me tiré de cabeza al agua y a la calma tras el susto. Entre birra, chorro de Viladrau y birra, hablé con ellos de la mani de hoy y les insté a ir. Uno de ellos estaba en el paro. Mi ángel dijo no estar en el paro pero anda muy canino. Insistí, hablé, razoné. No. Las manifestaciones se las traían al pairo. Mira que los dos eran tipos solidarios (para muestra una radiografía) currantes, treintañeros. No. Que no. En un momento, el amigo de mi ángel dijo: “Yo no quiero una ayuda, quiero un trabajo”. Es fontanero, electricista y pintor, está casado tiene dos hijas y se recordaba trabajando desde que era niño, vendiendo libros con su abuelo en el Mercat de San Antoni y acompañando a su padre a cargar fruta a la Zona Franca.
¿Qué es lo que lleva que a este tipo de tíos, -buenos hasta romperse la cara por aquello que creen justo, a no querer manifestar su indignación, más que ante una cerveza en las horas de recreo? Lanzo la pregunta al aire.
No les culpo de nada, sólo faltaría. Y mucho menos a ellos, a David y a Tano, a los angelotes de ayer. A estos tíos que se hacen suya la calle porque han vivido y crecido en ella. Porque es suya por derechos adquiridos, por solidaridad más que demostrada y por sembrar de cebada los huecos del asfalto entre coche y coche.
Vuelvo a lanzar la pregunta al aire. El martes me colocarán una madera tras la puerta para que no pase una radiografía. La idea fue suya. La manifestación, no.
Si quieres solidaridad, sonríe.

Ponle tu hábito al monje



Con una actitud entre rotunda y triste, la gitana se pone en el semáforo y vende pañuelos de papel a los conductores. Te hace un origami de ojos negros. Un origami de delantal. La mujer es irreductible. Cada día llega a la misma hora y cada día se va a la misma. Hace su jornada completa. El jueves me dijo que a su suegro le había caído en el almacén la mitad de un tráiler de champús y geles. Por si yo sabía de un mayorista: “Es que mi suegro no sabe qué hacer con tanto y se lo quiere sacar rápido de encima, no sea que le vayan a meter en algún lío... Le dije que lo vendiera a los chinos. Me respondió que esos no pagan ná. Desde el vierne, para liberar un poco el almacén del suegro, la gitana vende pañuelos de papel, champús y gel de una conocida marca: “Voy vendiendo a granel, pero me gustaría más venderlo de golpe”, me comentó.
Se ve que se corrió la voz por el barrio porque he visto a más de una persona cargando champús. Cuando el viernes saqué, a mediodía, a la perra, la gitana todavía estaba ahí. La acompañaba un hombre: “Mire usté, hemos tenido suerte y varias tiendas nos compran.” Se le había ido la tristeza de la mirada. Mangoneaba al hombre: “Pon esta caja en la carretilla. Y tres más, que caben. No seas tiquismiquis. Pareces payo”.
Yo también le compré seis botes. No tenía bolsa. Le dije que sin bolsa y con la perra no me los podía llevar. La mujer actuó rápido. Miró a un costado, miró a otro. Los comercios estaban cerrados. Solo una tienda de delicatesen y comidas preparadas estaba abierta con bastante gente en su interior. Vi que no le apetecía entrar ahí. Los de la tienda son muy finos y muy secos. Los conozco: “Dé la vuelta a la manzana con el animal o haga lo que tenga que hacer con él y si quiere volver, ya tendré bolsa”, me dijo, muy educada.
Al volver del parque canino pasé a recoger el botín de la higiene. Al llegar a casa la dejé en el baño. Hasta hoy no he sacado los potes para guardarlos. Dentro de la bolsa había un bocadillo, envuelto en un papel de la tienda de delicatesen. Al ir, de nuevo, lunes lunero, a sacar la perra, he encontrado ala gitana y se lo he comentado. Se ha echado a reír: “Llevo cinco años en este barrio, por los bares y los semáforos. A veces me echa la policía, pero siempre vuelvo. Todo el barrio sabe que soy muy honrada, pero a los de esta tienda no les gusto nada. Ya había entrado dos veces pidiendo una bolsa. La primera me la dieron, la segunda no (aquí me ha venido a la cabeza  el poema de Lorca: Mira si el aire te lo dice) pero pensé, si vas a pedir un bocadillo, que es lo que creen que pedimos los gitanos,ahora que hay tanta gente, me lo van a dar. Y con el bocadillo me darán la bolsa que necesito. Eso es todo. Y me olvidé de él, que se lo quería dar a mi Mario, pero bueno, ya tenía dinero de la venta y el sábado nos fuimos con el coche a comprar al Mercadona, que está todo muy bien de precio...”
No sé si colgar este post en la entrada de la tienda de delicatesen. No sé si debo escribir también la moraleja o se cae de puro obvia. No sé qué coño nos pasa con la bondad, tanta bondad. Y con los prejuicios y la maldad.

Facebook juguetón



La ilustración está pillada del muro de Javier Pérez Andújar en el face. No sé a quién corresponde la autoría pero es verdaderamente un sueño. Estoy por preguntarle a una amiga que sabe de estas cosas, si la foto tiene resolución suficiente como para empapelar una puerta. Una puerta entera. Y que el pomo sea una mariposa. Una mariposa viva, pomo. Una mariposa viva, desobediente, pomo.
Vivir en el face (si no estás pillado) es como vivir en el mejor de los mundos. Tal vez no es un vivir real, pero la realidad, en su sentido abstracto, está para eso, para debatirla.
Si la vida en el face no es real, de lo que no cabe duda es de que existe. Y es una maravilla. Todo es educación, besos y abrazos. Basta pinchar” me gusta “si te gusta algo y abstenerte si algo no te produce ni frío ni calor.
Encima, a medida que crece la lista de amigos, se va creando un mejunje de personal muy especial. Y si encima se da la circunstancia que ya llevas bastantes años pisando las calles de la vida durante mucho tiempo y cada día nuevamente, acabas por tener casi todo tu tránsito vital sintetizado en una comunidad virtual, con lo que a mi entender es lo mejor de él; la gente con quién lo compartes.
El último verbo se podría conjugar en pasado. Y, de existir, en pasado reciente, en pasado, pasado y en pasado eterno. El verbo se podría llegar a conjugar en futuro, pero en eso es mejor no entrar porque de aquí a la superchería hay un paso.
La sorpresa es ver que en la cuenta de “amigos”, tienes personas interrelacionadas a las que nunca hubieras invitado a una misma fiesta, conocidos a los que no saludabas por la calle,- y que a partir de ahora vas a saludar-; gente a la que no conoces de nada, amigos de verdad y personas a las que siempre has respetado y nunca has llegado a conocer.
Uno de los últimos pequeños gran alegrones que me ha dado la vida, fue encontrar en el face, al tipo al cual le he robado la ilustración, al escritor Javier Pérez Andújar, que, por si no lo sabíais, viene del rock and roll, igual que viene del Capitán Trueno, de los cromos y de Valle-Inclán.
Fue Javier quién, tras colgar un vídeo de Tina Gil, me hizo recuperar el contacto virtual con una mujer cantante y compositora con la que en su día dimos vueltas a un disco suyo que no llegó a ver la luz. Javier glosó a Tina en su artículo del País del domingo. Se ha creado una gran rueda de reconocimiento que rula muy bella.
Aunque no me gusta generalizar, cuando lo hago refiriéndome a las generaciones, siempre digo que la mía, la nuestra, la de Tina y Javier (año más, año menos) no ha sido una generación muy ducha en ofrecer genios a la sociedad. O al menos, no en ofrecer grandes genios loados, subrayados y aupados. Salvo excepciones como la de mi hermano Juan Echanove, Luz, loquillo “el leyendas”, el propio Pérez Andújar y alguno más, no hemos sido una generación de oropel constatado por el fervor popular. Razones, haylas, pero es como lo de la realidad, un asunto para el debate, que no para perderse en él.
Con el face, por el face y a través del face...Por la cara y por los libros, acabaremos por dar a conocer a personas que si bien no han trascendido, si que nos han trascendido. Y encima nos seguiremos diciendo cosas bonitas que siempre vienen bien.
El día que asomarse al face no sea cómo asomarse al muro donde está el niño de la ilustración, pero con peña, y no siempre tan michaellandero, yo me daré de baja.
Hablo de este día para exorcizarlo. De momento, por la cara y por los libros, puedo soñar con mariposas desobedientes y juguetonas, pomos de puertas. Refrescar canciones y desobediencias. Asomarme. Jugar.

Anotaciones de una amiga al día de la madre


Él: Hopper
Esta es la segunda entrada que escribo en la que hablo en primera personqa por boca de una amiga. La otra se llama "Envidia cochina de una amiga divina" y podéis leerla buscando el nombre de Mishima en el índice de etiquetas y saldrá en pantalla.

"Nena, lo que has escrito en el blog...Si, si, en el de ayer. Lo del día de la madre. Pues no, no me gustado mucho. No, no, yo he dicho “gustado”, “molado” lo dices tú, que a veces parece que no vivas en la realidad. Pues peor para ti si tienes amigos que dicen mogollón, molar y currar, porque entiendo que es una forma de no madurar, una manera de querer frenar el paso del tiempo, de no querer pertenecer a la edad madura, que es lo que te toca. Yo no, quita, quita. A parte de tu, no tengo amigos que hablen en argot. No lo soporto. Y no es por mi educación francesa ¿Gabachismo? Te gusta picarme. Bueno, vale sí, ya dejo de refunfuñar. Tienes razón, soy refunfuñona en exceso. Y como me das margen...
Creo que este es otro de tus grandes problemas, que no sabes poner límites, aunque a veces lo haces a posta. Dejas que las personas vayan hacia su propio limite ¿y luego qué? No sé qué beneficio sacas de ello. Al contrario, a las personas nos gusta reconocer el límite que nos pone el otro. Si tú no pones límites creerán que tú tampoco los tienes. Sí, claro que los tienes. En ocasiones demasiado de piedra, de terruño, muy inamovibles...
Vale, si, me callo. Te decía que ayer leí tu blog y no me acabó de gustar. ¿Crees que hay alguien a quién le interese tu experiencia? Yo pienso que las experiencias de los demás sólo interesan si vienen de una demanda. Lo demás es exposición. Hay quien se exhibe y hay quién se expone. Claro que es notable la diferencia. Tú te expones y comienzas a exhibirte, debes andar con la auto estima baja, porque cuando te conocí no te exhibías nada. Será la edad. Y la crisis. Estás en una fase de poca complejidad, pero la puedes pasar sin problemas. ¿Qué es lo que no me agradó del post de ayer? Mujer, gustarme me gustó. Aparte de los errores ortográficos. Mira que solo debes pasar el corrector. ¿No tiene corrector el blog? Pues antes lo escribes en un archivo normal. Pues claro que hay cosas normales. Yo soy normal. Tu no, tu eres impulsiva al mil por mil y esto te hace ser habitualmente anormal.
Va, es verdad que a lo mejor me paso. Pero deja de reírte mujer. Se oye ruido ¿lavando un cacharro de la cocina? Bueno, pues que sí, que me gustó pero me pareció que al hablar de madres, los que habláis de madres en el día de la madre, no tenéis en cuenta otras realidades entre madres e hijos. O hijas. No, no es lo mismo que hablar de la mala música el día de la música. Todo es música, incluso la mala. Y las madres igual. Buenas o malas, son madres.
Ya sabes mi realidad con el tema. Mi madre no fue nunca una persona a quién se pudiera amar. Ni cómo madre ni cómo persona. ¿Qué me dices de eso? Bueno, quizás no es una excusa, o no debería serlo, pero es un dolor y por tanto es también una razón. La mía y la de muchas más personas. No, nena, no es necesario que me dediques las entradas del blog, solo que estoy harta de que no se hable de esto. De hijas e hijos que tuvimos madres que no estaban hechas para amar. También es una realidad. Bueno, vale, no te pongas así, ya sé que no eres un sacerdote de blog spot, pero te lo tenía que decir. Si, ya he cortado con Pablo ¿Buen tío? No se trata de ser buen o mal tío. A veces eres de un plano...
Claro que tengo respuesta para todo. Si tú no la tienes es porque no quieres. Responder es lo más fácil. ¿Cómo me iba a quedar con Pablo? ¿No veías que babeaba cuando me miraba? Necesito a alguien más fuerte a mi lado. ¿María Zambrano escribió un ensayo que se llama “Cuando la baba es fortaleza”? No me tomes el pelo. Si, lo de siempre, antes de que me dejen, los planto. Conozco perfectamente el mecanismo. Pablo no paraba de hablar de amor. Un día me desperté cruzada y pensé ¿Qué sabe este tío de amor? Y lo mandé al carajo. Ya, si mi madre, que venía a representar el amor absoluto, no me quiso ¿quién puede darme amor? Este es el enunciado fácil. Las palabras engañan siempre y cuando te quieras dejar engañar por ellas. A mi ya no me engaña nada. Bueno, pues es tu problema. Yo no me dejo engañar. ¿Sentimiento de culpa? Esto es decimonónico. Para ti y para los rockeros que vais pegando patadas a las basuras a lo mejor no ¿Nunca has pateado una bolsa de basura? No me lo creo. Ah, la imagen es la que te haces. Si, tienes imagen de patear bolsas de basura. Por tener tienes imagen de poder hacer cualquier cosa mala. No, de matar, no. Para eso hay que tener maldad y tú eres inofensiva. ¿Envidia? ¿Qué envidia voy a sentir? Ya me dejaste de envidiosa en otra entrada y me resbala. ¿Resbalar es argot? Mira, pues de todo se aprende. Sí, por la noche me llamó y me dijo que me quería mucho. Lloré hasta el hipo. Es un gran hombre. ¿Hombrecito? No, no, es un hombre. Ya ha cumplido dieciocho. Si, está muy bien viviendo con su padre. Para mí mejor, así puedo trabajar más horas. Ah y bueno, si me quieres acompañar a la operación, ven. Por mi no lo hagas, yo voy sola. Piensa que sólo es anestesia local. En el pie, claro ¿Donde va a ser si tengo el tumor en el pie?
No, va ven, no te mosquees. ¿Mosque es también es argot? A veces me confundo con las cosas que dice mi hijo, pero no me agrada hablar así, no. ¿Tanto rato hablando y no me dices que estás con fiebre? Ahora mismo bajo. Tengo de todo, equinácea, caldo reparador congelado y unos cataplasmas naturales ¿Vicks Vaporub? ¿Tu hija? No, mujer, ya bajo yo y te lo hago. Tu hija no tiene porque cargar tus mocos. Mira que eres burra, no decírmelo antes. No, guapa, esto es solidaridad fraterna y punto. ¿No harías lo mismo por mí? ¿Cómo que no lo sabes? ¿Ves? Esto tampoco me agrada de ti, te haces la dura y no hay dureza ninguna. Te tengo calada. Pues claro que lo harías, anda que si no te iba a aguantar durante tantos años...”







Uno de mayo


Lo de suplantar el día de los trabajadores por el día de la madre es algo que viene haciéndose desde hace muchísimos años, porque yo me recuerdo, de muy pequeña, saliendo del cole con una cartulina en la mano ( en la que había un poema, en la que había una rosa dibujada que parecía un clavel, que parecía un huevo frito de color rojo, sostenido por un tronco ondulado, color verde fosforito) que a veces llegaba a casa algo descuajeringada y había que guardar hasta el domingo ( todo lo celebrábamos en domingo) en que después de comer se le entregaba a la mama con gran alegría por parte de todos, mientras le deseábamos toda la felicidad del mundo y todas las rosas a sus pies. Tras el griterío general, había que leer el poema en voz alta, de pie sobre la silla, momento en el cual, mi hermano, aprovechaba para hacer una coña y mover una pata de la misma (Ai que caus. Ai cacaus i avellanes ) porque él ya no se subía y le hacía gracia que yo todavía rimara mamá con maná y se me fuera la olla en unos poemas del gran delito y la emoción contenida.
Lo de suplantar lo concreto por lo colectivo, se volvió del revés, y al cabo de los años volvimos a celebrar el día del trabajador, de todos los trabajadores del mundo, aunque no hubo día en aquellos días de manis y de primavera, en que no llamara a mi madre para cantarle oh sole mío.
La vida, que rula y rula y con ella el tiempo, que es el ritmo, me devolvió lo concreto, cuando la Júlia empezó a subirse a la silla con sus poemas y sus rimas y me llamaba “vida mía qué guapa soy qué tipo tengo”. Bueno, eso no me lo llamaba, eso es una canción de Papá Levante, pero me ha ido al pelo.
Ahora, hoy, ahorita mismo, que escribo desde el hospital en que vive mi madre, sentada a su lado, mientras ella lee, parecemos un pesebre sin san José (creo que se ha largado del mundo celestial porque no quiere compartir honores con Wojtyla) y siento que lo concreto y lo colectivo está más embrollado que nunca, cómo debe ser, por otra parte, si no queremos que el ombligo nos engulla, pero con un plus trágico que nunca es legal. Ni necesario.
Mi hija me llamará a las tantas porque está en el Viña Rock y el año pasado, en estas mismas fechas, -que también estaba ahí, y entró gratis gracias al gran Mariano Muniesa del rock and roll-, me llamó porque fue el mismo Muniesa quién le recordó que aquél día era tal magno día, para felicitarme mientras me hacía una crítica musical de no sé que grupo de hip hop que seguro que no me gusta.
Mañana lunes, la niña adulta y mi madre anciana, se levantaran las dos a la siete de la mañana. Una porque así lo indican las normas del hospital y la otra porque tendrá que irse al curro (vivan los becarios que quitan puestos de trabajo que trabajan por el morro y el ovillo social de la indignación) haya ido o no haya ido al Viña Rock y me dejará el baño perdido porque después de ducharse se prueba modelitos. Contestataria y pija. O mejor la llamo coqueta, que en eso salió a su abuela.
Muy contentas de habernos parido las unas a las otras. Felices de haber sido inseminadas y haber parido hombres que a su vez inseminarán a otras mujeres, hoy celebramos el día de la madre, sabiendo que suplantamos lo concreto por lo general y esperando que el marketing del acabose, tratando de hacernos olvidar lo colectivo, -al paso del tiempo, al tempo del ritmo-, no acaben por hacernos celebrar el día del pez; que es de dónde venimos, si establecemos como fiable la teoría de la escama.

Doy por concluido el post después de que en la habitación haya entrado una enfermera que cuenta que ahora le toca atender al doble de enfermos que hace unos meses. La enfermera, que es madre, recibió ayer de su hijo una cartulina con un poema y un huevo frito rojo dibujado.
El que es una rosa y es un clavel y se sube a las sillas.